El número de este mes de la revista Este País publica el prólogo que escribí para la primera edición
mexicana de La provincia inmutable. Estudios sobre la poesía de Ramón López Velarde,
el magnífico libro de Martha Canfield.
A pesar de su importancia, ese libro, que fue publicado
por única vez hace casi 35 años en Italia (por cierto, en lengua española), es
prácticamente desconocido en México. Precisamente por él, su autora, poeta y maestra universitaria uruguaya, avecindada en la ciudad de Florencia desde 1977, recibió este mismo
año el premio que lleva el nombre del gran poeta jerezano.
Por fortuna, el editor José Ángel Leyva, con el apoyo del
gobierno del estado de Zacatecas, pondrá en breve fin a esa lamentable omisión del ámbito velardiano mexicano.
Reproduzco a continuación las dos primeras páginas del prólogo, que puede leerse entero en el número de este mes de la revista que dirige Malena Mijares. Gracias a ella y a su equipo,
encabezado por Nacho Ortiz Monasterio y Jessica Pérez Covarrubias, responsables
de la revista en que este texto ve la luz.
Prólogo a La provincia inmutable, de Martha
Canfield (primeras dos páginas)
Por FF
Durante
las últimas décadas, la crítica especializada en la poesía de Ramón López
Velarde ha trabajado con una grave omisión bibliográfica. El libro que el
lector tiene en las manos, uno de los más sensibles e inteligentes que se han
escrito sobre el poeta de Jerez, se publicó en Italia hace casi 35 años y
durante todo ese tiempo ha sido prácticamente ignorado por los expertos en el
tema.
En 1981, cuando la Casa Editrice D’Anna, en colaboración con la Università degli Studi de Florencia, lo dio a conocer, por cierto en lengua española, como parte de las ediciones del Istituto Ispanico de la Facoltà di Magistero, todavía estaban en activo los principales estudiosos de la obra de López Velarde de la generación pasada: Octavio Paz, por supuesto, que siempre que pudo retocó e hizo correcciones y añadidos a su famoso ensayo de 1965, incluso hasta el año de 1991, cuando publicó una segunda edición revisada; Allen W. Phillips, que en 1988, un cuarto de siglo después de su esencial estudio, “retornó”, como diría él, a un tema del que tanto sabía; José Luis Martínez, quien en 1990 lanzó su segunda y definitiva edición de las Obras, publicada por el Fondo de Cultura Económica, que incluye una historia detallada, año por año, de cuanto asunto de relevancia hubiera ocurrido en relación con el poeta de La sangre devota. Poco antes, cuando se celebraron las fiestas del centenario del nacimiento de López Velarde, que presidió el propio Martínez, nadie se acordó del libro de Martha Canfield. Continuadores de estos estudiosos, la mayoría de los investigadores que siguieron, al ignorar su existencia, no hicieron ningún esfuerzo por conocerlo.
En 1981, cuando la Casa Editrice D’Anna, en colaboración con la Università degli Studi de Florencia, lo dio a conocer, por cierto en lengua española, como parte de las ediciones del Istituto Ispanico de la Facoltà di Magistero, todavía estaban en activo los principales estudiosos de la obra de López Velarde de la generación pasada: Octavio Paz, por supuesto, que siempre que pudo retocó e hizo correcciones y añadidos a su famoso ensayo de 1965, incluso hasta el año de 1991, cuando publicó una segunda edición revisada; Allen W. Phillips, que en 1988, un cuarto de siglo después de su esencial estudio, “retornó”, como diría él, a un tema del que tanto sabía; José Luis Martínez, quien en 1990 lanzó su segunda y definitiva edición de las Obras, publicada por el Fondo de Cultura Económica, que incluye una historia detallada, año por año, de cuanto asunto de relevancia hubiera ocurrido en relación con el poeta de La sangre devota. Poco antes, cuando se celebraron las fiestas del centenario del nacimiento de López Velarde, que presidió el propio Martínez, nadie se acordó del libro de Martha Canfield. Continuadores de estos estudiosos, la mayoría de los investigadores que siguieron, al ignorar su existencia, no hicieron ningún esfuerzo por conocerlo.
Y no
es que nadie hubiera dicho nada: en junio de 1983, un escritor tan conocido
como José Emilio Pacheco manifestó su entusiasmo por el libro en un lugar tan
notorio como la columna que mantenía en la revista Proceso. (El texto se llama “La patria espeluznante” y está
recogido en La lumbre inmóvil,
volumen editado por el Instituto Zacatecano de Cultura en 2003; Martínez, por
cierto, siempre pendiente de tomar nota, dejó pasar la mención sin
registrarla.) Se trata de una reseña elogiosa, en la que La provincia inmutable se presenta como “una interpretación lúcida,
original y estimulante”; si bien yerra al describirlo como “un ensayo de
crítica literaria a partir de Freud revisado
por Lacan”, cosa que no es, Pacheco plantea con nitidez las principales
ideas de la compleja lectura de Martha Canfield. El estudio lo convence al
punto de proponerse apoyar su tesis principal aportando algunos datos sobre la
vida y la personalidad de las mujeres que marcaron la existencia del poeta.
Alguien
podría justificar la omisión de la crítica argumentando que, ya que el libro no
ha sido precisamente asequible, lo normal es que no se haya conocido como
debería, pero ni siquiera eso ha sido así, o no al menos durante los últimos
años: es verdad que desde hace mucho es difícil dar con un ejemplar de aquella
única edición italiana, de tapas amarillas y menos de 150 páginas, pero el
estudio de Martha Canfield ha podido leerse, bajarse de internet e imprimirse
sin el menor problema desde hace por lo menos un lustro porque forma parte de
la Biblioteca Virtual Cervantes, donde ha estado accesible para todo el que se
haya interesado en él.
Desde
luego que nada de esto importaría si habláramos de un libro marginal, de
modestas aportaciones al conocimiento del más querido de nuestros poetas. Con
la concesión del Premio Ramón López Velarde a su autora, poeta, catedrática
universitaria y traductora nacida en Uruguay en 1949 y establecida en Florencia desde 1977, y una de las
principales autoridades en la obra de algunos autores como Jorge Eduardo
Eielson, Álvaro Mutis o Mario Benedetti, se ha vuelto urgente leer su libro y
acaso inaugurar, a partir de su aparición en México, un nuevo capítulo de la
discusión que cíclicamente enciende la obra del poeta jerezano, con más razón
ahora que asoma en el horizonte el año de 2021, cuando conmemoraremos el
centenario de su muerte.
Este
libro, que se imprime por segunda vez en seis lustros y por vez primera en
México, no sólo es uno de los más sensibles e inteligentes que se han escrito
sobre la poesía de López Velarde sino también uno de los más audaces. Rico en
ideas e interpretaciones, lanza algunas osadas hipótesis que merecen ser
divulgadas y discutidas con toda seriedad. Los intereses de su autora se
centran en dos aspectos que corren
paralelos y de cuando en cuando se entrecruzan a lo largo de su estudio: por un
lado es un perceptivo análisis estilístico; por el otro, una penetrante lectura
psicoanalítica del caso velardiano.
[…]
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El prólogo completo puede leerse aquí: http://bit.ly/1N2DhyE
El retrato de Martha Canfield es de Pascual Borzelli
Más sobre Martha Canfield en este blog:
El retrato de Martha Canfield es de Pascual Borzelli
Más sobre Martha Canfield en este blog:
Análisis de “Mi prima Águeda”, de López Velarde, http://bit.ly/1kUH7pz
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