viernes, 22 de agosto de 2014

El chile de Tobeyo (1/2)


Aunque la primera vez que leí el nombre de Tobeyo fue en un poema de Deniz (“Enumeraciones”, Op. cit., UAM, 1998, pág. 39), conocí el relato del príncipe chichimeca que hizo enfermar de amor a la hija del rey de Tula mostrándole el miembro viril en las páginas de Tenochtitlan en una isla, el librito de Ignacio Bernal que se mantiene tan fresco y legible como lo era cuando fue publicado por primera vez, en 1974, ahora hace exactamente cuarenta años. La fuente del relato me parece que es la Historia General de las Cosas de Nueva España, en el que puede leerse con las repeticiones y muletillas propias del lenguaje oral en crudo, y no está nada mal ir hasta allí a echarle un ojo aunque solamente sea para hacer los honores a la portentosa enciclopedia del Padre Sahagún. (La semana próxima volveré al tema, acudiendo a otra fuente y a una interpretación distinta.)
Acudo a la mejor edición que hay de la parte escrita en español de la obra del venerable franciscano, que es la de López Austin y García Quintana que forma parte de la colección Cien del Mundo de la Dirección de Publicaciones de Conaculta. Antes, sin embargo, reproduzco un fragmento de Ignacio Bernal que nos pone en las circunstancias en que se inserta el legendario relato, y que no son otras que los tiempos finales del imperio tolteca, en el siglo XII. Al último, hago lo mismo: vuelvo a Tenochtitlan en una isla para cerrar con un dato histórico que nos ayudará a situar la leyenda en el tiempo.
Leamos, pues, lo que explica Bernal (Tenochtitlan en una isla, FCE, colección Tezontle, México, 1995, págs. 100-102):
“El último rey de Tula, Huémac, que quiere decir ‘mano grande’, reinó alrededor de 70 años. Al principio su reinado fue muy feliz pero con el tiempo empezaron las calamidades. Primero tremendas sequías y hambre, y después invasiones de nómadas, causadas probablemente por la sequía. A esto se añade una crisis interna que tal vez se origina porque los toltecas –llegados a la cima del poder–, se dedican sólo a imponer a los pueblos dominados tributos pagaderos con objetos de lujo, como plumas o piedras preciosas, y olvidan las exigencias económicas y sobre todo el cultivo del maíz.
Desde la fundación de la ciudad la población de Tula era mezclada, incluyendo varios grupos distintos en un continuo estado de efervescencia. Cada uno de sus grupos poseía un dios, extraño a los toltecas y frecuentemente enemigo. Bajo el reinado de Huémac, [los toltecas], desesperados al ver que su propio dios no los escuchaba, llevaron sus oraciones y sacrificios a los dioses importados de fuera. Éstos adquirieron entonces un prestigio considerable y bajo su protección aumentó en Tula la importancia de los extranjeros cuyas continuas rivalidades iban a agravar la crisis interior. Estos acontecimientos históricos nos son relatados también de forma legendaria. Se nos cuenta que uno de los grupos enemigos de Tula envía a uno de sus semidioses, llamado Tobeyo, disfrazado de modesto vendedor de chile. El joven guerrero, desnudo como era costumbre de su tribu, se sienta en el mercado a vender su pobre mercancía. El mercado se hallaba situado frente al palacio Real, en donde vivía la hija única del rey Huémac, que era bellísima y había sido cortejada sin éxito por todos los jefes toltecas.”
Ahora veamos la leyenda de Tobeyo / tohueyo según aparece relatada en la Historia de Sahagún. Ocupa el Capítulo Quinto del Libro III, “Del principio de tuvieron los dioses”, que puede leerse en la página 312 del primero de los tres tomos de la edición de Conaculta. Según el rico glosario que incluye esa edición, la palabra “tohueyo”, de la que derivó el nombre del personaje del relato, significa “extranjero”. La semana próxima volveremos al tema.

“De otro embuste que hizo aquel nigromántico llamado Titlacahua
Otro embuste hizo Titlacahuael cual se volvió y pareció como un indio forastero, que se llama tohueyo, desnudo todo el cuerpo como solían andar aquellos de su generación, el cual andaba vendiendo axí verde, y se asentó en el mercado, delante del palacio. Y el Huémac, que era señor de los tultecas en lo temporal, porque el dicho Quetzalcóatl era como sacerdote y no tenía hijos, tenía una hija muy hermosa, y por la hermosura codiciábanla y deseábanla los dichos tultecas para casarse con ella, y el dicho Huémac no se la quiso dar a los dichos tultecas. La dicha hija de Huémac miró hacia el mercado y vio al tohueyo totalmente desnudo, y el miembro genital. Y después de lo haber visto la dicha hija entróse en palacio y antojósele el miembro de aquel tohueyo, de que luego comenzó a estar muy mala por el amor de aquello que vio. Hinchósele todo el cuerpo y el Huémac supo cómo estaba muy mala la hija, y preguntó a las mujeres que la guardaban: ‘¿Qué mal tiene mi hija? ¿Qué enfermedad es ésta que se le ha hinchado todo el cuerpo?’. Y le respondieron las mujeres, diciendo: ‘Señor, de esta enfermedad fue la causa y ocasión el indio tohueyo que andaba desnudo y vuestra hija vio y miró el miembro genital de aquel tohueyo, y está mala de amores’.
Y el dicho serñor Huémac, oído estas palabras, mandó diciendo: ‘¡Ah, tultecas! Buscadme al tohueyo que andaba por aquí vendiendo axí verde. Por fuerza ha de aparecer’. Y ansí lo buscaron por todas partes. Y no pareciendo, un pregonero subió a la sierra que se llama Tzatzitépecy pregonó, diciendo: ‘Ah, tultecas. Si halláis un tohueyo que por aquí andaba vendiendo axí verde, traeldo ante el señor Huémac’Y ansí buscaron en todas partes, y no le hallaron, viniendo a decir al señor Huémac que no parecía el dicho tohueyo. Y después pareció asentado en el tiánquez donde de antes había estado vendiendo el axí verde. Y como le hallaron, luego fueron a decir al señor Huémac cómo había parecido. Y dijo Huémac: ‘Traédmelo acá presto’. Y los dichos tultecas fueron por él a llamarle y traerlo.
Y traído ante el señor Huémac, éste díxole: ‘¿De dónde sois?’. Y respondió el tohueyo: ‘Señor, yo soy forastero. Vengo por aquí a vender axí verde’. Y más le dixo el señor: ‘Ah, tohueyo, ¿dónde os tardastes? ¿Por qué no os ponéis el máxtlatl y no os cubrís con la manta?’. Y le respondió el tohueyo diciendo: ‘Señor, tenemos tal costumbre en nuestra tierra’. Y Huémac dixo: ‘Vos antojastes a mi hija. Vos la habéis de sanar’. Y le respondió el dicho tohueyo: ‘Señor mío, en ninguna manera puede ser esto, mas matadme. Yo quiero murir porque yo no soy digno de oír estas palabras, viniendo por aquí a buscar la vida vendiendo axí verde’. Díxole el señor: ‘Por fuerza habéis de sanar a mi hija. No tengáis miedo’. Y luego tomáronle para lavarle y trasquilarle, y le tiñeron todo el cuerpo con tinta, y le pusieron el máxtlatl y le cubrieron con una manta el dicho tohueyo. Y díxole el señor Huémac: ‘Anda y entra a ver a mi hija allá dentro donde la guardan’. Y el dicho tohueyo ansí lo hizo, y dormió con la dicha hija del señor Huémac, de que luego fue sana y buena. Y desta manera el dicho tohueyo fue yerno del dicho señor Huémac.”
Hasta aquí la traducción del testimonio dado a Sahagún. Por último, vuelvo a Bernal, quien explica así la leyenda:
“Este parentesco enojó tanto los toltecas que la mayor parte de ellos, muy disgustados del sitio preponderante dado al extranjero Tobeyo, se rebelaron en contra de Huémac. Evidentemente, la leyenda de Tobeyo representa mágicamente los diversos pueblos extranjeros, sobre todo huastecos establecidos en Tula y cuya influencia siempre creciente obligó a los toltecas a combatirlos. Estalla una serie de revoluciones que finalmente obligan a Huémac, en 1168, abandonar su capital. Se refugia en Chapultepec, donde parece haberse suicidado años más tarde, hacia 1174. Con él desaparece el imperio tolteca.”

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La semana entrante, en Siglo en la brisa, la versión del Códice Matritense de esta misma leyenda, en traducción de Miguel León-Portilla.

La imagen que abre este post proviene del Códice Florentino (libro IX, f. 50v.) y es una reprografía de Marco Antonio Pacheco propiedad de la editorial Raíces. Tomo la imagen de la red. La foto de Ignacio Bernal proviene del post de Noticieros Televisa en que se dio noticia del homenaje que se hizo en 2013 al autor de Tenochtitlan en la isla. La imagen de Tezcatlipoca pertenece al Códice Borgia, aunque la tomo de la Wikipedia. La de Tula, de la página Taringa!

Más sobre temas prehispánicos en este blog:
Códice Borgia, lámina 61 (detalle), http://bit.ly/18dkAhk
Códice Laud, http://bit.ly/13dmUao
Madero al teléfono, http://bit.ly/1mQk31O

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