Aunque la primera vez que leí el nombre de Tobeyo fue en un poema de Deniz
(“Enumeraciones”, Op. cit., UAM, 1998,
pág. 39), conocí el relato del príncipe chichimeca que hizo enfermar de amor a
la hija del rey de Tula mostrándole el miembro viril en las páginas de Tenochtitlan en una isla, el librito de
Ignacio Bernal que se mantiene tan fresco y legible como lo era cuando fue
publicado por primera vez, en 1974, ahora hace exactamente cuarenta años. La
fuente del relato me parece que es la Historia
General de las Cosas de Nueva España, en el que puede leerse con las
repeticiones y muletillas propias del lenguaje oral en crudo, y no está nada
mal ir hasta allí a echarle un ojo aunque solamente sea para hacer los honores a
la portentosa enciclopedia del Padre Sahagún. (La semana próxima volveré al
tema, acudiendo a otra fuente y a una interpretación distinta.)
Acudo a la mejor edición que hay de la parte escrita en español de la obra del venerable franciscano, que
es la de López Austin y García Quintana que forma parte de la colección Cien
del Mundo de la Dirección de Publicaciones de Conaculta. Antes, sin embargo, reproduzco
un fragmento de Ignacio Bernal que nos pone en las circunstancias en que se
inserta el legendario relato, y que no son otras que los tiempos finales del
imperio tolteca, en el siglo XII. Al último, hago lo mismo: vuelvo a Tenochtitlan en una isla para cerrar con
un dato histórico que nos ayudará a situar la leyenda en el tiempo.
Leamos, pues, lo que explica Bernal (Tenochtitlan
en una isla, FCE, colección Tezontle, México, 1995, págs. 100-102):
“El último rey de Tula, Huémac, que quiere decir ‘mano grande’, reinó
alrededor de 70 años. Al principio su reinado fue muy feliz pero con el tiempo
empezaron las calamidades. Primero tremendas sequías y hambre, y después
invasiones de nómadas, causadas probablemente por la sequía. A esto se añade
una crisis interna que tal vez se origina porque los toltecas –llegados a la
cima del poder–, se dedican sólo a imponer a los pueblos dominados tributos
pagaderos con objetos de lujo, como plumas o piedras preciosas, y olvidan las
exigencias económicas y sobre todo el cultivo del maíz.
Desde la fundación de la ciudad la población de Tula era mezclada,
incluyendo varios grupos distintos en un continuo estado de efervescencia. Cada
uno de sus grupos poseía un dios, extraño a los toltecas y frecuentemente
enemigo. Bajo el reinado de Huémac, [los toltecas], desesperados al ver que su propio dios
no los escuchaba, llevaron sus oraciones y sacrificios a los dioses importados
de fuera. Éstos adquirieron entonces un prestigio considerable y bajo su
protección aumentó en Tula la importancia de los extranjeros cuyas continuas
rivalidades iban a agravar la crisis interior. Estos acontecimientos históricos
nos son relatados también de forma legendaria. Se nos cuenta que uno de los
grupos enemigos de Tula envía a uno de sus semidioses, llamado Tobeyo, disfrazado
de modesto vendedor de chile. El joven guerrero, desnudo como era costumbre de
su tribu, se sienta en el mercado a vender su pobre mercancía. El mercado se
hallaba situado frente al palacio Real, en donde vivía la hija única del rey Huémac,
que era bellísima y había sido cortejada sin éxito por todos los jefes
toltecas.”
Ahora veamos la leyenda de Tobeyo / tohueyo
según aparece relatada en la Historia
de Sahagún. Ocupa el Capítulo Quinto del Libro III, “Del principio de tuvieron
los dioses”, que puede leerse en la página 312 del primero de los tres tomos de
la edición de Conaculta. Según el rico glosario que incluye esa edición, la
palabra “tohueyo”, de la que derivó el nombre del personaje del relato,
significa “extranjero”. La semana próxima volveremos al tema.
“De otro embuste que hizo aquel nigromántico llamado Titlacahua
Otro embuste hizo Titlacahua, el
cual se volvió y pareció como un indio forastero, que se llama tohueyo, desnudo
todo el cuerpo como solían andar aquellos de su generación, el cual
andaba vendiendo axí verde, y se asentó en el mercado, delante del palacio. Y
el Huémac, que era señor de los tultecas en lo temporal, porque el
dicho Quetzalcóatl era como sacerdote y no tenía hijos, tenía una hija muy hermosa,
y por la hermosura codiciábanla y deseábanla los dichos tultecas para casarse
con ella, y el dicho Huémac no se la quiso dar a los dichos tultecas. La dicha
hija de Huémac miró hacia el mercado y vio al tohueyo totalmente
desnudo, y el miembro genital. Y después de lo haber visto la dicha hija
entróse en palacio y antojósele el miembro de aquel tohueyo, de que luego
comenzó a estar muy mala por el amor de aquello que vio. Hinchósele
todo el cuerpo y el Huémac supo cómo estaba muy mala la hija, y preguntó
a las mujeres que la guardaban: ‘¿Qué mal tiene mi hija? ¿Qué enfermedad es
ésta que se le ha hinchado todo el cuerpo?’. Y le respondieron las mujeres,
diciendo: ‘Señor, de esta enfermedad fue la causa y ocasión el indio tohueyo que andaba desnudo y vuestra
hija vio y miró el miembro genital de aquel tohueyo,
y está mala de amores’.
Y el dicho serñor Huémac, oído estas palabras, mandó diciendo: ‘¡Ah,
tultecas! Buscadme al tohueyo que andaba por aquí vendiendo axí verde.
Por fuerza ha de aparecer’. Y ansí lo buscaron por todas partes. Y no pareciendo,
un pregonero subió a la sierra que se llama Tzatzitépec, y pregonó, diciendo: ‘Ah,
tultecas. Si halláis un tohueyo que por aquí andaba vendiendo
axí verde, traeldo ante el señor Huémac’. Y ansí buscaron en todas partes, y no le
hallaron, viniendo a decir al señor Huémac que no parecía el dicho tohueyo. Y después pareció asentado
en el tiánquez donde de antes había estado vendiendo el axí verde. Y
como le hallaron, luego fueron a decir al señor Huémac cómo había parecido. Y
dijo Huémac: ‘Traédmelo acá presto’. Y los dichos tultecas fueron por él a
llamarle y traerlo.
Y traído ante el señor Huémac, éste díxole: ‘¿De dónde sois?’. Y
respondió el tohueyo: ‘Señor, yo
soy forastero. Vengo por aquí a vender axí verde’. Y más le dixo el
señor: ‘Ah, tohueyo, ¿dónde os
tardastes? ¿Por qué no os ponéis el máxtlatl y no os cubrís con la
manta?’. Y le respondió el tohueyo diciendo: ‘Señor, tenemos tal costumbre en nuestra tierra’. Y Huémac dixo: ‘Vos antojastes a mi
hija. Vos la habéis de sanar’. Y le respondió el dicho tohueyo: ‘Señor mío, en ninguna manera puede ser esto, mas matadme.
Yo quiero murir porque yo no soy digno de oír estas palabras, viniendo por aquí
a buscar la vida vendiendo axí verde’. Díxole el señor: ‘Por fuerza habéis de
sanar a mi hija. No tengáis miedo’. Y luego tomáronle para lavarle y
trasquilarle, y le tiñeron todo el cuerpo con tinta, y le pusieron el máxtlatl
y le cubrieron con una manta el dicho tohueyo.
Y díxole el señor Huémac: ‘Anda y entra a ver a mi hija allá dentro donde la
guardan’. Y el dicho tohueyo ansí lo
hizo, y dormió con la dicha hija del señor Huémac, de que luego fue sana y
buena. Y desta manera el dicho tohueyo
fue yerno del dicho señor Huémac.”
Hasta aquí la traducción del testimonio dado a Sahagún. Por último, vuelvo
a Bernal, quien explica así la leyenda:
“Este parentesco enojó tanto los toltecas que la mayor parte de ellos, muy
disgustados del sitio preponderante dado al extranjero Tobeyo, se rebelaron en
contra de Huémac. Evidentemente, la leyenda de Tobeyo representa mágicamente
los diversos pueblos extranjeros, sobre todo huastecos establecidos en Tula y
cuya influencia siempre creciente obligó a los toltecas a combatirlos. Estalla
una serie de revoluciones que finalmente obligan a Huémac, en 1168, abandonar
su capital. Se refugia en Chapultepec, donde parece haberse suicidado años más
tarde, hacia 1174. Con él desaparece el imperio tolteca.”
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La semana entrante, en Siglo en la
brisa, la versión del Códice
Matritense de esta misma leyenda, en traducción de Miguel León-Portilla.
La imagen que abre este post
proviene del Códice Florentino (libro IX, f. 50v.) y es una
reprografía de Marco Antonio Pacheco propiedad de la editorial Raíces. Tomo la
imagen de la red. La foto de Ignacio Bernal proviene del post de Noticieros Televisa en que se dio noticia del homenaje que se hizo en 2013 al autor de Tenochtitlan en la isla. La imagen de Tezcatlipoca pertenece al Códice Borgia, aunque la tomo de la Wikipedia. La de Tula, de la página Taringa!
Más sobre temas prehispánicos en este blog:
Códice Borgia, lámina 61 (detalle), http://bit.ly/18dkAhk
Códice Laud, http://bit.ly/13dmUao
Madero al teléfono, http://bit.ly/1mQk31O
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