Uno de los
máximos divulgadores de la buena música en España, el poeta José
Ramón Ripoll, estuvo en México el año pasado para participar en un encuentro
internacional de escritores. Quodlibet,
la revista digital de la Academia de Música del Palacio de Minería, de la que
soy editor, entró en contacto con él para proponerle un cuestionario sobre los
más distintos temas: sus varias décadas al frente de algunos proyectos de
difusión musical, empezando por los diversos programas que ha conducido con los
años en la radio pública española, y su propia obra literaria, que bebe de los
provechosos márgenes entre la música y la poesía, y en la que destaca su
colaboración con diversos compositores e intérpretes. Ofrezco algunos fragmentos
de mi conversación con él, como un invitación dirigida a los lectores de Siglo en la brisa para que se asomen a
la revista en línea (el link, al calce).
Entrevista con José Ramón Ripoll
(Tomado de Quodlibet, número 19)
¿Cuáles son las lecciones que te
deja tu trabajo de varias décadas como promotor de la buena música en los
medios españoles?
He
aprendido más durante mi ejercicio como difusor de la música en los medios de
comunicación, como conferenciante, divulgador de conciertos o firmante de notas
al programa que en toda mi carrera como estudiante del conservatorio. Creo que
el contacto directo con el público que se acerca a la música para disfrutarla
me ha incitado a escucharla de manera diferente, poniéndome en el lugar del
otro e intentando explicar ciertas experiencias personales que he experimentado
frente a una determinada pieza sonora, ya fuese una canción, una sinfonía o un
cuarteto de cuerda. Desde el principio me impuse, casi sin darme cuenta de
ello, una condición en mi trabajo,
consistente en transmitir sinceramente aquello que la música producía en
mi interior. Sin olvidar nunca los datos básicos, su estructura, su forma, su
análisis o su contexto histórico, he tratado de subrayar el aspecto poético y
sustancial de la obra en cuestión. Incluso cuando he tenido que escribir e
investigar sobre algún tema desde un ángulo más académico o musicológico,
siempre he tenido en cuenta que el resultado de ese trabajo debía leerlo o
escucharlo, no sólo un especialista, sino cualquier interesado en la materia.
Me irritan esos comentarios, por ejemplo, que se obstinan en su propio
circunloquio y no hacen otra cosa que espantar al lector y, en muchas
ocasiones, despistar al oyente. Pero la mejor lección que he aprendido es la de
la multiplicidad, es decir, cómo podemos ir desvelando nuevos secretos de la
música en cada una de las escuchas, porque ninguna es igual a la otra, aun
tratándose de la misma versión. El impacto que un sonido produce en las
distintas etapas de la vida, incluso en el mismo día, es siempre diferente, y
eso es maravilloso. Poder reflejarse en la música, como en un espejo que muestra
nuestro rostro, pero también nuestra alma, ayudándonos a conocerla, no tiene
precio, y encierra una lección magistral que, si se logra compartir con quienes
tratan de acercarse a esa misma música, resulta milagroso.
[…]
Es sabido
que, al menos en términos generales, los escritores no suelen ser precisamente
melómanos. ¿Cómo percibes la relación entre poesía y música, tú que, además de
tu trabajo como musicólogo, eres un reconocido poeta que ha sido galardonado en
diversas ocasiones y has dirigido durante muchos años la literaria Revista
Atlántica?
Creo que la poesía tiene que ver más con la música que con la
literatura. Cuando escribo siempre lo hago movido por un instinto musical. No
trato de contar ninguna historia, sino de poner en marcha un proceso que se
genera a partir de una célula sonora. A veces me levanto con un verso soñado en
la cabeza que no sé ni de dónde viene ni a dónde quiere ir a parar, y poco a
poco evoluciona más allá del sentido de sus palabras.
Apoyo a veces el apunte
en el atril del piano e improviso sobre ello, hasta que surgen otros versos
desde esas armonías que se producen instintivamente entre las palabras y el
teclado. No quiero decir con eso que mi poesía sea sólo música, no. Pero es el
sonido quien produce un pensar envolvente, que da como resultado el poema. Es
verdad, la mayoría de los escritores viven de espaldas a todo este entramado,
pero la música va por dentro.
¿Hasta dónde, y de qué manera, ha
marcado la música tu trabajo como poeta?
A veces me
pregunto si mi poesía no es otra cosa que una ramificación de mi conciencia
musical. En determinado momento de mi vida me decanté por la palabra, pero
nunca sentí que había cambiado de registro. Creo que más que escribir,
compongo, aunque me salga en verso.
¿Cómo se percibe México, como tierra
de música y de músicos, desde la distancia?
México me
interesó siempre desde el punto de vista musical, tanto por sus compositores,
como por haber sido la tierra de acogida de tantos músicos españoles durante el
largo exilio originado por nuestra guerra civil. La primera vez que visité
México capté su especial energía y su sonoridad. Es importante seguir
investigando en la relación existente entre los músicos españoles y mexicanos,
porque tenemos diferencias que nos enriquecen, pero también tradiciones
comunes. Tanto en la poesía como en la música deberíamos hacer un esfuerzo por
ahondar en todos estos aspectos que, pese a tantos buenos proyectos, ensayos y
reflexiones, aún no son demasiado conocidos.
¿Cuáles
de tus libros especializados en música están en catálogo actualmente, como para
que podamos recomendarlos a los lectores de Quodlibet?
Lamentablemente todo cuanto he escrito sobre música está dispersamente
publicado, bien en catálogos, monografías puntuales e institucionales, bien en
colecciones desaparecidas o mal distribuidas. Debo reunir todo de nuevo y
reeditarlo. Especialmente aprecio títulos como Cantar del agua, Variaciones
sobre una palabra o varios trabajos sobre Falla, Chopin, Shostakovich, etc.
¿Cómo
surge y se mantiene la relación con el Centro Virtual del Instituto Cervantes
en la que están no pocos de tus ensayo especializados en música?
Mi colaboración con el periódico Rinconete, que edita el Centro Virtual
del Instituto Cervantes, se remonta al año 2000, donde escribo asiduamente
artículos y reflexiones sobre música española e iberoamericana. Puede decirse
que es una especie de miscelánea, pues abarco todos los géneros, estilos,
autores, épocas o escuelas sin un determinado orden previo, sino según se me
ocurre. No se trata de ensayos, sino de artículos de difusión general, en los
que trato de aportar mi visión particular sobre cada uno de los temas. Si
alguna vez los reuniera, seguro que podrían formar un modesto volumen. Estos
escritos me ayudan a mantener un contacto con la tradición, al tiempo que me
invitan a asomarme a la contemporaneidad.
¿Qué te parece lo más relevante de
la relación entre Cervantes y la música, tema que has trabajado con especial
interés, y del cual reproducimos en este mismo número una selección de tus
textos?
“Señora,
donde hay música no puede haber cosa mala”, dice Sancho en el capítulo 34 de la
Segunda Parte de El Quijote.
Cervantes era un hombre viajado que seguramente conoció de cerca la música
italiana de la época, las danzas otomanas en Argel y el ambiente sonoro que
ilustraban las escenas donde se desarrollan sus historias. En el capítulo 8 de Los trabajos de Persiles y Segismunda
escribe: “y de todos estos sones redundaba uno sólo, que alegraba con la
concordancia, que es el fin de la música”. Cervantes es imprescindible para
escuchar, no sólo la música interior que producen sus palabras, con sus ritmos
y cadencias tan singulares, sino para oír aquella que resonó y sigue sonando
tras sus escenas y personajes.
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La fotografía que abre este post pertenece al archivo de José Ramón Ripoll; lo mismo la segunda. En la tercera, el poeta español aparece retratado con su colega mexicana Carla Faesler, en la ciudad de Aguascalientes.
Los 19 números que han salido hasta
la fecha de Quodlibet, la revista digital de la Academia
de Música del Palacio de Minería, pueden leerse y descargarse en http://www.quodlibet.org.mx/
José Ramón Ripoll en el Encuentro de Poetas del Mundo
Latino (Aguascalientes, México, octubre de 2015), http://bit.ly/1nDzD2k
Más sobre música en este blog:
Sobre el
Grupo Alatorre, http://bit.ly/1RVrqBr
Siluetista
de músicos, http://bit.ly/1wrk385
Un soneto
de Leopoldo Lugones sobre Juventino Rosas, http://bit.ly/1Rc6Fob
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