No es la única reliquia que custodia el nobilísimo edificio, ni
mucho menos la más valiosa. Según la Guía
de la Catedral de Oviedo, del M. I. José Cuesta Fernández, Canónigo Deán de
la S. I. C. B. M. de Oviedo, editada por vez primera en 1957 (1), la catedral de la capital de
Asturias conserva, entre otros objetos sagrados, las siguientes
reliquias:
1. El Santo Sudario (“la más venerable y venerada de nuestro
Tesoro Catedralicio”, “fue aplicado al rostro del Señor puesto éste en posición
horizontal”);
2. La Sábana Santa (“se cree que es un trozo de alguno de
los varios lienzos con que fue envuelto el Sacrosanto Cuerpo de Jesús”);
3. Cinco espinas de la corona (“de las ocho que poseíamos
sólo restan cinco: las otras tres desaparecieron cuando la subversión marxista,
sin que hayamos podido encontrarlas a pesar de nuestros esfuerzos”),
4. Una sandalia de San Pedro (“sorprende a los peregrinos
cada vez que se les muestra”);
5. La cartera de San Andrés (“sucede con la anterior, que al
mostrarla suele advertirse una sonrisa de escepticismo en la mayor parte de los
visitantes”).
6. Y el objeto que motiva este post: nada menos que una de las hidrias de las bodas en
Canán, en las que Jesucristo convirtió el agua en vino. (“Hidria”, según el
diccionario, es una “vasija grande, a modo de cántaro o tinaja, que se usaba
para contener agua”.) Explica la guía: "Es de grandes dimensiones, de piedra que parece marmórea, muy dura, de la misma forma que la que se exhibe en Jerusalén considerada como una de las Hidrias de las Bodas de Caná [sic] [...] La portezuela antigua [que la encerraba] tenía un hueco por la parte inferior por donde los piadosos peregrinos introducían el bordón para tocar la hidria cuando no les era dado verla; y efecto sin duda de esas rozaduras tiene la hidria un desgaste considerable en aquel punto. En el siglo XVII el Prelado señor Osorio (1624-27) mandó que se cerrase dicho agujero".
Durante los cuatro años que viví en Oviedo pasé en diversas ocasiones delante de una severa puerta detrás de la cual, todos lo sabíamos, se conservaba la hidria. Según sigo leyendo ahora en la guía, esa puerta se abría en dos ocasiones: el día de San Mateo y el día que se leía el evangelio de las Bodas de Canán –cosa que ocurre "el segundo domingo después de la Epifanía"–. En esas ocasiones, "gracias a Dios, se ve acudir un gran número de devotos a recibir la bendición del Santo Sudario y luego a beber el agua bendecida que se ha depositado previamente en la Hidria".
No quiero sugerir que me abandonara la fe, pero siempre tuve deseos de echarle un vistazo en persona. El año pasado, por fin, en una de mis periódicas visitas a la ciudad donde nació mi madre, vi con sorpresa que la hidria acababa de ser exhumada de su parcial exilio de siglos para ser permanentemente expuesta a la vista de visitantes y peregrinos. Me apresuré a tomarme una foto delante de ella.
Durante los cuatro años que viví en Oviedo pasé en diversas ocasiones delante de una severa puerta detrás de la cual, todos lo sabíamos, se conservaba la hidria. Según sigo leyendo ahora en la guía, esa puerta se abría en dos ocasiones: el día de San Mateo y el día que se leía el evangelio de las Bodas de Canán –cosa que ocurre "el segundo domingo después de la Epifanía"–. En esas ocasiones, "gracias a Dios, se ve acudir un gran número de devotos a recibir la bendición del Santo Sudario y luego a beber el agua bendecida que se ha depositado previamente en la Hidria".
No quiero sugerir que me abandonara la fe, pero siempre tuve deseos de echarle un vistazo en persona. El año pasado, por fin, en una de mis periódicas visitas a la ciudad donde nació mi madre, vi con sorpresa que la hidria acababa de ser exhumada de su parcial exilio de siglos para ser permanentemente expuesta a la vista de visitantes y peregrinos. Me apresuré a tomarme una foto delante de ella.
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(1) Trabajo con la segunda edición de la Guía de la Catedral de Oviedo, que es de 1995. Fue corregida y
actualizada por el M. I. Raúl Arias del Valle, Canónigo Archivero de la S. I.
C. B. M. de Oviedo.
Las dos fotos de Oviedo fueron tomadas por Fernando Fernández Bueno, a mediados de octubre de 2014.
Más sobre Asturias en este blog:
Fernanda en
Covadonga (en la foto), http://bit.ly/1XxccDi
Florentino
a cuadro, http://bit.ly/1bKZrwr
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