Lo que sigue es un fragmento del ensayo “El enigmático caso de ‘El sueño de los guantes negros’”, uno de los
cincos trabajos que conforman Ni sombra de disturbio (AUIEO / DGP de Conaculta), mi libro sobre Ramón López
Velarde que vio la luz hace unos meses.
Las evidentes cualidades
plásticas del poema “El sueño de los guantes negros” de Ramón López Velarde no
han pasado desapercibidas: Max Henríquez Ureña comentó que en él
hay “un reflejo del diabolismo poético
que encontró cabal interpretación gráfica en los dibujos de Julio Ruelas”
(García Morales, La sangre devota,
etc., pág. 355). Por su lado, Noyola Vázquez, refiriéndose a una imagen próxima
a las de “El sueño de los guantes negros” que está en el poema “¡Qué adorable
manía…!” y que describe a una viajera que
se ata debajo de la calavera
las bridas del sombrero de pastora,
dijo que era como de un grabado de Posada (Visiones y versiones, pág. 177).
Más
recientemente Paz escribió que el poema, como otros de López Velarde, “es un
pequeño cuadro” y que éste le “hace pensar en el realismo fantástico de algunos
flamencos”. También dice que los “fúnebres guantes” le recuerdan “los lujosos
sombreros de algunos desnudos de Cranach”. (El
camino de la pasión, pág. 39)
Pero si todo eso ocurre en el plano especulativo,
contamos con una representación plástica directa del poema: uno de los nueve
dibujos a tinta que hizo Fermín Revueltas para la primera edición de El son del corazón, que como ya dijimos
fue publicada en 1932 por el Bloque de Obreros Intelectuales (BOI), está
dedicado a “El sueño de los guantes negros”.
Que yo sepa, la tradición crítica
velardiana no había hecho nada por recuperar los dibujos hasta que en 2004, por
iniciativa del editor Carlos Chávez, apareció una edición facsimilar del libro.
Como tal, incluye los artículos que forman parte de él (Djéd Bórquez, Fernández
Mac Gregor, Rafael Cuevas) y se complementa con ensayos de José Emilio Pacheco,
Eduardo Lizalde y Carla Zurián escritos para la ocasión.
Esta última, experta en la obra de Revueltas, explica que
el artista plástico se afilió al Partido Nacional Revolucionario, el
antecedente del PRI, del que dependía el Bloque de Obreros Intelectuales, por
su amistad con el político Juan de Dios Bojórquez (“Djéd Bórquez”). “La
actividad editorial de Revueltas […] dio sus mejores frutos cuando formalizó
sus labores en Crisol”, haciéndose
cargo “de la parte gráfica de la revista” [que pertenecía al BOI].
“Además de su diseño y formación, realizó casi una
treintena de portadas y un sinnúmero de viñetas interiores” que “han sido
asociadas con la etapa estridentista por su carácter urbano de construcciones
acusadas, formas mecánicas y atardeceres fugaces [sic]”. A partir de 1930, Revueltas ilustró y diseñó algunos libros
entre los que está el de López Velarde. Como nos hace ver Alfonso García Morales, el
libro forma parte de la cadena de hechos que fortalecieron el mito del poeta
como símbolo de la Revolución. El propio BOI había dedicado el año anterior un
número de su revista a celebrar la obra del “más grande lírico de la época
revolucionaria”, cuando se cumplían los diez años de su muerte (La sangre devota, etc., pág. 94).
Carla
Zurián, que destaca “la transparencia” y al mismo tiempo “la elegancia de
gruesos contornos”, describe con estas palabras las ilustraciones que hizo
Revueltas para el libro: “Sin caer en la provocación rudimentaria de los amoríos
con la máquina, las viñetas interiores de El
son del corazón, así como la portada, cristalizaron en una sucesión
dinámica de formas tipográficas, diseños constructivistas y abstractos,
caseríos nebulosos, así como sugestivos referentes de siluetas femeninas” (El
son del corazón, Señales, México, 2004, pág. 145).
Para
quienes hemos visto un único ejemplar de la edición original del libro, nos
sorprende que la portada no esté armada meramente con tipos móviles: los tonos
rojos y grises que según el comentario de Zurián se deben al gusto de
Revueltas, quizás estaban impresos en una “camisa” que nosotros nunca hemos
visto.
“Equilibradas
sin perder su inocencia”, sigue diciendo la especialista, “las curvas a tinta
negra […] reposan y se quiebran: devienen anclas urgidas por partir; cruzan
momentáneamente sobre piernas, caderas y vientres; yacen en la soltería
agonizante, en la ‘grupa bisiesta de Zoraida’. Mientras tanto, otras formas se
dibujan como caseríos acompasados, reinos inmóviles a la zaga de una tormenta
de abandono, de retirada ante los altares y campanarios que permanecerán en la
villa” (Ibíd., pág. 144).
El dibujo que dedica a nuestro poema es quizás el mejor
de la serie. En el centro de la imagen puede verse la espadaña trapezoidal de
una iglesia rematada por una cruz, en cuyo vano se perfila una campana en forma
de triángulo. Ese motivo está enmarcado del lado izquierdo por un doble trazo
curvilíneo que se va cerrando conforme desciende, y por el derecho por una nube
cargada de tinta que se aclara mientras arroja una lluvia que no se sabe si es
de luz o de agua. No aparecen el poeta ni la muerta. En cambio, el trapecio de
la espadaña tiene a su derecha, fugados en perspectiva, tres elementos
cilíndricos que parecen los silos de una fábrica. Por debajo, brotando de la
parte inferior del trazo que enmarca la imagen por la izquierda, surgen unas
olas que tampoco se sabe si son de agua o fuego. Con un escenario vacío, en el
que los fenómenos de la naturaleza aparecen confundidos y exaltados alrededor
de un templo que lo mismo puede ser religioso que fabril, espiritual que materialista,
Fermín Revueltas prefiere plasmar el plano simbólico de un poema lleno de
símbolos antes que caer en la tentación de la descripción narrativa, y en ese
sentido es fiel a uno de los aspectos del poema.
____________________
La mayoría de las imágenes que ilustran este post proceden de internet. Las reproducciones de El son del corazón, las escaneé yo mismo del ejemplar propiedad de mi amigo Alan Suárez.
Más sobre Ni sombra
de disturbio (en las manos de mi amigo Juan Almela, en la foto de la derecha) en este blog:
La edición, http://bit.ly/1u1HBnC
Más sobre López Velarde en Siglo en la brisa:
No hay comentarios:
Publicar un comentario