viernes, 6 de febrero de 2015

Revueltas ilustra un "sueño" de López Velarde


Lo que sigue es un fragmento del ensayo “El enigmático caso de ‘El sueño de los guantes negros’”, uno de los cincos trabajos que conforman Ni sombra de disturbio (AUIEO / DGP de Conaculta), mi libro sobre Ramón López Velarde que vio la luz hace unos meses.

Las evidentes cualidades plásticas del poema “El sueño de los guantes negros” de Ramón López Velarde no han pasado desapercibidas: Max Henríquez Ureña comentó que en él hay “un reflejo del diabolismo poético que encontró cabal interpretación gráfica en los dibujos de Julio Ruelas” (García Morales, La sangre devota, etc., pág. 355). Por su lado, Noyola Vázquez, refiriéndose a una imagen próxima a las de “El sueño de los guantes negros” que está en el poema “¡Qué adorable manía…!” y que describe a una viajera que

se ata debajo de la calavera
las bridas del sombrero de pastora,

dijo que era como de un grabado de Posada (Visiones y versiones, pág. 177). 
Más recientemente Paz escribió que el poema, como otros de López Velarde, “es un pequeño cuadro” y que éste le “hace pensar en el realismo fantástico de algunos flamencos”. También dice que los “fúnebres guantes” le recuerdan “los lujosos sombreros de algunos desnudos de Cranach”. (El camino de la pasión, pág. 39)
Pero si todo eso ocurre en el plano especulativo, contamos con una representación plástica directa del poema: uno de los nueve dibujos a tinta que hizo Fermín Revueltas para la primera edición de El son del corazón, que como ya dijimos fue publicada en 1932 por el Bloque de Obreros Intelectuales (BOI), está dedicado a “El sueño de los guantes negros”. 
Que yo sepa, la tradición crítica velardiana no había hecho nada por recuperar los dibujos hasta que en 2004, por iniciativa del editor Carlos Chávez, apareció una edición facsimilar del libro. Como tal, incluye los artículos que forman parte de él (Djéd Bórquez, Fernández Mac Gregor, Rafael Cuevas) y se complementa con ensayos de José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde y Carla Zurián escritos para la ocasión.
Esta última, experta en la obra de Revueltas, explica que el artista plástico se afilió al Partido Nacional Revolucionario, el antecedente del PRI, del que dependía el Bloque de Obreros Intelectuales, por su amistad con el político Juan de Dios Bojórquez (“Djéd Bórquez”). “La actividad editorial de Revueltas […] dio sus mejores frutos cuando formalizó sus labores en Crisol”, haciéndose cargo “de la parte gráfica de la revista” [que pertenecía al BOI].
“Además de su diseño y formación, realizó casi una treintena de portadas y un sinnúmero de viñetas interiores” que “han sido asociadas con la etapa estridentista por su carácter urbano de construcciones acusadas, formas mecánicas y atardeceres fugaces [sic]”. A partir de 1930, Revueltas ilustró y diseñó algunos libros entre los que está el de López Velarde. Como nos hace ver Alfonso García Morales, el libro forma parte de la cadena de hechos que fortalecieron el mito del poeta como símbolo de la Revolución. El propio BOI había dedicado el año anterior un número de su revista a celebrar la obra del “más grande lírico de la época revolucionaria”, cuando se cumplían los diez años de su muerte (La sangre devota, etc., pág. 94).
Carla Zurián, que destaca “la transparencia” y al mismo tiempo “la elegancia de gruesos contornos”, describe con estas palabras las ilustraciones que hizo Revueltas para el libro: “Sin caer en la provocación rudimentaria de los amoríos con la máquina, las viñetas interiores de El son del corazón, así como la portada, cristalizaron en una sucesión dinámica de formas tipográficas, diseños constructivistas y abstractos, caseríos nebulosos, así como sugestivos referentes de siluetas femeninas” (El son del corazón, Señales, México, 2004, pág. 145).
Para quienes hemos visto un único ejemplar de la edición original del libro, nos sorprende que la portada no esté armada meramente con tipos móviles: los tonos rojos y grises que según el comentario de Zurián se deben al gusto de Revueltas, quizás estaban impresos en una “camisa” que nosotros nunca hemos visto.
“Equilibradas sin perder su inocencia”, sigue diciendo la especialista, “las curvas a tinta negra […] reposan y se quiebran: devienen anclas urgidas por partir; cruzan momentáneamente sobre piernas, caderas y vientres; yacen en la soltería agonizante, en la ‘grupa bisiesta de Zoraida’. Mientras tanto, otras formas se dibujan como caseríos acompasados, reinos inmóviles a la zaga de una tormenta de abandono, de retirada ante los altares y campanarios que permanecerán en la villa” (Ibíd., pág. 144).
El dibujo que dedica a nuestro poema es quizás el mejor de la serie. En el centro de la imagen puede verse la espadaña trapezoidal de una iglesia rematada por una cruz, en cuyo vano se perfila una campana en forma de triángulo. Ese motivo está enmarcado del lado izquierdo por un doble trazo curvilíneo que se va cerrando conforme desciende, y por el derecho por una nube cargada de tinta que se aclara mientras arroja una lluvia que no se sabe si es de luz o de agua. No aparecen el poeta ni la muerta. En cambio, el trapecio de la espadaña tiene a su derecha, fugados en perspectiva, tres elementos cilíndricos que parecen los silos de una fábrica. Por debajo, brotando de la parte inferior del trazo que enmarca la imagen por la izquierda, surgen unas olas que tampoco se sabe si son de agua o fuego. Con un escenario vacío, en el que los fenómenos de la naturaleza aparecen confundidos y exaltados alrededor de un templo que lo mismo puede ser religioso que fabril, espiritual que materialista, Fermín Revueltas prefiere plasmar el plano simbólico de un poema lleno de símbolos antes que caer en la tentación de la descripción narrativa, y en ese sentido es fiel a uno de los aspectos del poema.
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La mayoría de las imágenes que ilustran este post proceden de internet. Las reproducciones de El son del corazón, las escaneé yo mismo del ejemplar propiedad de mi amigo Alan Suárez.

Más sobre Ni sombra de disturbio (en las manos de mi amigo Juan Almela, en la foto de la derecha) en este blog:
La edición, http://bit.ly/1u1HBnC

Más sobre López Velarde en Siglo en la brisa:
El amigo asturiano de Ramón, http://bit.ly/b1iBm5
Todas las ilustraciones que Fermín Revueltas hizo para El son del corazónhttp://bit.ly/1ggNc03


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