En Contra la
fotografía de paisaje conté lo que ocurrió en mi interior cuando descubrí
en un periódico mexicano el anuncio de la subasta de una carta de Marcel Proust que tuve en las manos, que copié, traduje y publiqué en una pequeña revista universitaria a mediados de
los años ochentas.
Mi amigo el crítico literario y académico Alberto Paredes,
quien publicó en la revista Proceso
una generosa nota sobre el libro, me pide copia de la carta –que hace treinta años era propiedad de una señora apellidada Rosenblueth–, para asuntos de su
legítimo y proustiano interés. Antes, me pregunta por qué no publiqué la carta en
el ensayo que dediqué al asunto. Aquí sus palabras:
De golpe: ¿por qué no publicaste en tu libro la carta de
Proust? Creo que después de la primera edición, la de Mme Rosenblueth, era tan
sencillo como citar esa primera edición como fuente –en el peor de los casos en tu libro puedes,
siempre citando la primera edición, incluir tu versión al español, sin ningún
problema de derechos de autor o poseedor del ms. Según mi libraco (La
Recherche, en Bouquins), Marcel y el conde R[obert] d[e] M[ontesquiou]
‘se sont retrouvés pour la première fois’, el 13 de abril de 1893, chez
Mme Lemaire’. De inmediato ambos se interesaron por el otro.
Un ángulo absolutamente importante de ese billete es que
evidencia que tan pronto como el otoño del 94 [en que está fechada la carta],
MP ya estaba esbozando al futuro barón de Charlus a partir del conde, por
supuesto. (He tenido que ver con el conde RdM por mérito y consigna de otro de
sus admiradores: el nicaragüense, alcohólico, aparisinado y bonvivant, de no
mala pluma, Félix Rubén García Sarmiento [Rubén Darío, nada menos].)
Obviamente, mi dos veces F: si no tienes objeción, mándame tu billete MP a RdM,
en francés y tu versión. Será para mi beneficio personal pero es importante que
me digas si en un momento dado podría utilizarlo ‘públicamente’ o no. De
cualquier forma dame la referencia de la publicación hecha por doña
Rosenblueth.
En mi artículo conté
que aquella señora, que fue mi alumna en un curso sobre Proust allá por 1988, me
prestó el documento para reproducirlo en una modesta publicación que
hacíamos unos amigos y yo, pero poco después, cuando estábamos ya en imprenta,
me llamó para retirármela pretextando que prefería publicarla en una revista de
mayor divulgación. Lo que no dije entonces es que tengo la impresión de que ella luego nunca publicó nada; mi teoría es que, a su muerte, sus descendientes
pensaron que lo mejor era ponerla en venta. Tampoco conté en mi artículo que, al menos hasta donde alcanzo, la subasta fracasó y la
carta se quedó en manos de sus herederos. Cosa quizás explicable: ¿quién tiene 120 mil
pesos para pagar un simple “billete”, como con toda propiedad llama Alberto a
la pequeña misiva, por más que sea de alguien como Proust?
De cualquier manera,
no se me ocurre nada mejor que armar este post
para contarle el caso a mi amigo y hacerle llegar, con todo gusto, lo que tengo,
para que haga con ello lo que mejor le parezca.
Vayamos primero al documento. Si trabajé con una fotocopia de
la carta, como recuerdo con perfecta claridad, la perdí casi de inmediato –especie francamente extraña si cae en
oídos de quienes me conocen a mí, que todo lo conservo–. Me parece que se quedó entre los papeles que se fueron a la basura, una vez diseñado y
armado ese número de Alejandría, que
es como se llamaba aquella publicación que hacíamos en el despacho de mi amigo, el arquitecto Alberto
Kalach. De aquella temí tener que enfrentar algún problema si a pesar de todo
la publicábamos, por lo que dejé inédito el texto en francés e incluso las
imágenes del documento, al revés de como hice con mi traducción, que es lo que
apareció en la revista. Tengo, eso sí, la imagen del documento tal como lo
mostró Morton en su página de internet cuando anunció la subasta. Hela aquí:
Si bien no puede leerse sino con esfuerzos y una buena lupa,
puedo ofrecer mi traducción, ésa sí completa. Aquí el aspecto que tiene su
reproducción en el número 5 de Alejandría:
Por último: para ahorrarle trabajos a mi amigo Alberto
Paredes, reproduzco el texto completo de la pequeña carta. Cuando era joven,
cometí la imprudencia de hacer algunas traducciones; hoy ya no lo haría, salvo en casos de extrema
necesidad. Este post
está dedicado a mi proustiano amigo, con quien me siento en deuda, lo que no
quiere decir que no lo emplace todo lo amablemente que puedo a compartir sus
futuros hallazgos: entre otras cosas, sería muy interesante que contara cuál es
la relación entre Robert de Montesquiou y
Rubén Darío, o que nos explicara cosas como qué es La Flor, y quiénes los
señores D’Yturri, France (¿es el novelista, al que Proust conoció en el salón
de madame de Caillavet?), Hérédia (¿el poeta parnasiano?) o Blanche, al que
llama “retratista” (y que debe de ser, como parece indudable, quien retrató a
Marcel en 1892… Reproduzco el retrato abajo de estas líneas, tomado de la Wikipedia). Y, en fin, que abundara sobre la importancia general, si es
que la tiene, del pequeño documento.
Tarde del martes.
Querido señor: Acabo de recibir con mucho placer su doble
respuesta. Sería muy bondadoso de su parte el agradecer a monsieur d`Yturri que
ha tenido la amabilidad de hacerse el profeta –siempre elocuente y bien
informado. Transmití su primera autorización a ‘La Flor’,
‘que inmortaliza donde los otros matan’
y que estará, como yo, feliz y agradecida.
En cuanto a la segunda, responderé a sus dudas sustrayendo
por algunos días a mi editor (pienso que antes de un mes podrá desocuparse) el
manuscrito o la prueba de la oscura novela a la cual usted está encargado de
otorgar el prestigio (el único que tendrá) de su nombre –cuyas sílabas para
todo oído bien nacido o toda imaginación bien elevada, es muy rico de pasado, de
presente y de futuro–. Usted juzgará si esta voz no está demasiado mal
construida o muy mal frecuentada para inscribir en el muro un nombre tan
glorioso y tan querido de las letras. Así, con frecuencia, en las calles
oscuras donde las casas no tienen estilo ni perspectiva las esquinas, el
paseante sueña con el nombre leído a la entrada. El apoyo que espero de usted es
el mismo de las calles Théophile Gautier, etc…, del escritor por quien ellas
son nombradas. En cuanto a la compañía, que creo buena puesto que entre ella no
hay sino gente que admiro o que amo, no será siempre ilustre. Pero esté seguro
de ello de monsieur France y de monsieur Hérédia, que usted encontrará certeramente
elegidos puesto que usted los elige a menudo. Inversamente mi retratista monsieur
Blanche y monsieur Ferndinand de Montesquiou no figurarán en el volumen.
Me alegraría mucho el que usted me permitiese uno de estos días ir a agradecerle a Versalles todo esto y disfrutar ofreciéndole, aún más, las formas afectuosas que merece.
Me alegraría mucho el que usted me permitiese uno de estos días ir a agradecerle a Versalles todo esto y disfrutar ofreciéndole, aún más, las formas afectuosas que merece.
Mis más respetuosas devociones.
Marcel Proust
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Una vez que intercambio algunos correos con Alberto, ya armado este post, me pide que incluya este comentario, cosa que hago con gusto: "Lo
interesante de ese billete del otoño de 1894 es la implicación de la figura de
Robert de Montesquiou en la obra, entonces naciente, de Proust. 1894 es una época sumamente prematura
respecto de La Recherche , pero es una década en la que Proust
ya tenía muy firmes sus proyectos literarios."
Más sobre Contra la fotografía de paisaje en este blog:
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Cosecha de nabos (Otumba, México, 1995),
Más sobre Proust sin
salir de Siglo en la brisa:
En busca del tiempo perdido: tres pasajes inolvidables, http://bit.ly/1jixguY
Wilde en Proust, http://bit.ly/1AbEjfq
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