Juro que no me explico cómo sobrevivió. Lo que está claro es que durmió en computadoras sucesivas, desperezándose al mismo tiempo que algunos congéneres que tuvieron mejor suerte y desaparecieron
para siempre, para dar un brinco somnoliento entre sus discos duros. Lo escribí
durante una clase de teoría literaria en inglés que se proponía leer Heart of darkness desde todos los puntos de vista: historicista, formalista,
estructuralista, feminista, deconstructivista, etc. El objetivo de semejante empresa no era otro que interpretar la novela de Conrad, y en particular uno de
sus pasajes más famosos ("The horror! The horror!"), echando mano de cuanta teoría pudiera
ofrecerse, sin importar que viniera a cuento o no, se planteara de manera forzada, caprichosa o absurda.
La bibliografía del curso
contemplaba un libro único, una edición crítica de la propia novela que
conservé un tiempo y que por desgracia, siempre necesitado de espacio, acabé
regalando no sé ni cuándo ni a quién. De pronto, como es natural, me interesa
volver a hojearlo y decido buscar en la zona más inaccesible de mi
biblioteca para ver si de milagro, de esos que están consignados en Palinodia del rojo, la memoria me ha jugado una pasada y a pesar de todo esté. En vano. Una pesquisa rápida en
internet me hace pensar que el libro ya no está en catálogo vigente, o no al
menos con la portada con la que circulaba en las universidades norteamericanas hace
poco más de dos décadas. Recupero el poema, inédito hasta hoy, como una curiosidad de otros tiempos.
Poema que escribió cuando la clase se ponía
repetitiva y necia (en la segunda estrofa habla el Horror)
A Xavier Pascual Aguilar,
madrileño que fue de Pensilvania
Después de repetirlo hasta el
cansancio,
“¡el horror, el horror!”
ya no es el mismo término,
porque el Horror,
para mala fortuna de algunos
merolicos
—tales como bardianos focultianos
derridianos—
en un descuido de ésos
se nos vuelve
flor, y tan pronto como arroja
pétalos
desmiente, es otra cosa,
y en busca de otros cielos
nos priva del favor, del hecho
mágico
de cada vez tener significado.
“Si Ud. quiere le puedo presentar
a unos parientes míos”,
me dijo Horror un día,
“como
mi hermana
Consternación y mi cuñado Espanto;
célebre tío mío es Don Temblor
De las Rodillas, gracias
a un
famoso
Tratado de las Rótulas
de veras aplaudido hace unos
lustros;
Pavor es el marido de mi tía
Fobia.
Alguno de ellos debe ser
por quien Ud. pregunta.
No soy yo.
Además al tal Kurtz ni lo
conozco.”
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Tomo el retrato de Conrad, que es
de Hulton Getty, de la página en la red de The
Guardian: http://bit.ly/RR7nsy
En la foto que acompaña estas líneas, y que tomé yo mismo, puede verse a Xavier Pascual Aguilar en el invierno de 1991, año en que nos conocimos en la Universidad de Bucknell, en Lewisburg, Pensilvania.
Más poemas en este blog:
Milagro en el supermercado, http://estepais.com/site/?p=21731
Milagro en la playa, http://bit.ly/W7y222
Dos poemas de Palinodia del rojo citados por Eduardo Casar, http://bit.ly/VIxLGn
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