Desde hace por
lo menos un año tenía el propósito de armar este post, cuando descubrí una faceta del
trabajo de Posada del que no tenía noticia: los dibujos que hizo para las
portadas de la Biblioteca del Niño Mexicano, una serie de 110 relatos entre
históricos y legendarios de Heriberto Frías que a finales del siglo XIX y
principios del XX imprimieron en Barcelona unos editores establecidos en México
llamados Maucci Hermanos.
Como en internet está la serie completa, escaneada de
la colección que fuera de Jean Charlot, que forma parte del fondo con su nombre que custodia la Biblioteca de la Universidad de Hawaii, mi idea
era cualquier día ver las portadas con detenimiento para escoger las que más me
gustan. Así fueron pasando los meses, hasta que la mañana de este sábado, cuando menos lo esperaba, me
he dado el gusto de seleccionarlas en vivo y en directo. No es que me haya
trasladado sin aviso de por medio al valle de Manoa, en Honolulu, en donde está
aquella biblioteca; de paso en la
michoacana ciudad de Morelia, en donde asisto al Festival de Música Miguel
Bernal Jiménez, me he topado con una exposición organizada por el Museo de la
Estampa que reúne una riquísima colección de impresos de José Guadalupe Posada en
los diversos formatos en los que trabajó. Entre ellos se expone otra colección completa de las portadas de Maucci, propiedad de Mercurio
López Casillas, el coleccionista de la calle de Donceles. La serie, como confirmo en persona, no tiene desperdicio.
Aun así, es posible escoger algunas de ellas para compartirlas con quienes se
asoman a este blog.
Según los responsables
de la exposición, aunque sólo cinco de las más de cien portadas están firmadas
por Posada, no hay duda respecto a la autoría general de la serie. (Al lado de
estas líneas reproduzco una de esas cinco, la dedicada al fusilamiento en el
Cerro de las Campanas; la firma puede verse en tinta roja en el extremo
inferior derecho.) Llama la atención que, al revés de lo que uno suele pensar de la industria que ha descubierto
la literatura para niños en las últimas décadas, la mayoría de los
cuentos que aparecen en esos fascículos (de dieciséis
páginas cada uno, con algunos grabados interiores en blanco y negro) estén
relacionados con historias sangrientas.
Si bien la historia y el carácter patrios da largamente
para ello, es evidente que la cosa fascina al encargado de dibujar las portadas. Véase, si no, la imagen de la izquierda. También llama la atención el colorido; respecto a ese aspecto en
particular, la nota que acompaña la hawaiana versión en línea aclara que
probablemente son “the only mechanically produced chromolithographs that Posada
ever did”. Algo hay, al menos para mí, tan sorprendente como todo eso: sus
dimensiones, que sólo se aprecian adecuadamente teniéndolas delante: son pequeñas, apenas 8.5 por 11 centímetros, unas miniaturas casi. Los
fondos son un poco más claros de lo que se aprecia en el resultado del escaneo de la
colección de Charlot. Al trabajo original de Posada, lleno de belleza y detalles
curiosos y humorísticos, hay que añadir el buen gusto de los editores Maucci: el
uso creativo de la tipografía contribuye a que estas portadas sean un tesoro de la historia
de nuestras ediciones, más allá del emocionado aprecio que desarrollamos
inmediatamente por ellas.
Biblioteca del Niño Mexicano
Imágenes de José Guadalupe Posada
Colección Charlot, de la Biblioteca de la Universidad
de Hawaii
La leyenda
del monje blanco.
La matanza
de Cholula o Sangre y fuego, fuego y sangre.
La princesa
Rayo de Gloria ó La fundación de México.
Historia de
los volcanes. Corazón de lumbre y alma de nieve.
Aventuras
del príncipe Flor de Nopal ó La gratitud de un amigo.
Flor del
remordimiento o Flor de redención.
La
conjuración ante el huracán. Cortés quema sus naves.
El castillo
del poder o El vino de la ambición.
La noche
triste en Tenochtitlan.
La Sirena
blanca y el Tritón negro.
La
formidable catástrofe ó El triunfo del patriotismo.
El temaxcall
[sic] de Netzahualcoyotl [sic] en la noche ante Hernán.
La púrpura
de la traición o Los suplicios del gran tribunal.
La ciudad
subterránea ó La llanura de Texcoco.
______________________________
Las
imágenes de este post pertenecen a la Colección Charlot de la Biblioteca de la Universidad
de Hawaii, de donde las tomo en préstamo. La serie completa
puede verse en http://bit.ly/cuZ6Ds. El
retrato de Jean Charlot, pintor francés que vivió más de veinte años en México, es de Edward Weston y fue hecho en 1933.
Más sobre
artes plásticas en este blog:
El azul
pintado más hermoso del mundo (sobre Baco y Ariadna de Tiziano), http://bit.ly/V3HU0F
El museo
imaginario de Marcel Proust, http://bit.ly/V3ICep
Siete
imágenes del Códice Laud, http://bit.ly/13dmUao
Último
encuentro con Vlady, http://bit.ly/1fKoWm7
No hay comentarios:
Publicar un comentario