Amigas y
amigos: gracias por acompañarnos a conmemorar la aparición del primer número de
la revista Viceversa, de la que esta
semana, quizás este mismo día, probablemente a esta misma hora, se cumplen
veinte años. Una razón me ha movido a organizar esta mesa redonda: México es un
país con gravísimos problemas de memoria, y la cultura puede ser muchas cosas
pero no es nada sin la colaboración y
la participación activa y constante de la memoria. Durante los últimos años, de
manera natural se ha ido mitigando el recuerdo de aquella publicación que salió
a lo largo de la década de los noventa y que dejó de hacerlo el primer año de
este siglo; lo que no parece admisible es que los encargados de escribir la
historia de algunos fenómenos culturales, y específicamente quienes han
ensayado historias del periodismo y el diseño gráfico en México, lo hayan hecho
con tanta irresponsabilidad, y hayan escrito desde pequeñas imprecisiones hasta
errores burdos y quizás malintencionados sobre la revista (1).
Por eso esta
mesa redonda, que pretende evocar la naturaleza de Viceversa pero también hacer la crítica de la revista y quizás de
los años en los que estuvo en circulación, quiere ser fundamentalmente un ejercicio
de la memoria.
Por supuesto
que no es éste, sin embargo, el momento de contar su historia y por esa razón
me limitaré a repetir lo que no todos han olvidado: Viceversa fue la continuación de una publicación llamada Milenio y salió por vez primera en
noviembre de 1992, con una portada diseñada por Rocío Mireles en la que
aparecía Alejandra Bogue en una foto de Eniac Martínez.
Entre la entrega
inaugural y la última—en cuya portada estaba Manu Chao en concierto en una foto
de María Madrigal—, pasaron ocho años y medio durante los que vieron la luz 96
números. Viceversa, que fue bimestral
durante su primer año y que se convirtió en mensual a partir del histórico
enero de 1994, dejó de salir en mayo de 2001 cuando el empresario Sergio Autrey
—que la había comprado un año antes—, y yo, que seguí fungiendo como director
hasta el último día, decidimos de común acuerdo dar por terminadas sus
actividades.
Los temas
de la revista fueron tan amplios como la imaginación nos lo permitió: en sus
páginas cupo la literatura, a la que nos dedicábamos mayormente quienes trabajábamos
para ella, pero también la moda; lo mismo nos ocupamos de ópera que de rock, drogas y sexualidad, incluso deporte y salud; y por supuesto que
preponderantemente todo lo que tiene que ver con el orbe de las artes: la
pintura, el cine, la música, la arquitectura, la escultura, y una y otra vez la
literatura en todas sus facetas: la poesía, la narrativa, el ensayo, el teatro.
Si bien las entregas de la revista eran, como su línea editorial, básicamente
misceláneas, de cuando en cuando hicimos monografías sobre algunos de los personajes
y los temas principales de la cultura mexicana.
Cuando pienso en sus 96 números
pasan por mi cabeza los que más me satisfacen: el de Scherer, que fue el primer
éxito de la revista, un número de elaboración emocionante y en cierto sentido
vertiginosa, hecho cuando no existía una entrega periodística sobre el fundador
de Proceso y que apareció en uno de
los momentos más graves de la historia mexicana reciente, nada menos que siete
días después del asesinato de Colosio; el de Carlos Fuentes, que tiene en la
portada una foto de Gerardo Suter desde la que el autor de Aura nos pinta un gozoso violín, y que me sigue pareciendo uno de
los documentos críticos más equilibrado que hay sobre un personaje que ha sido
amado o repudiado con extremo inútil; el de Francisco Toledo, una bellísima
entrega sobre el gran artista juchiteco, cuyo trabajo aparece analizado desde
todos los ángulos...
El de los cien años del cine, con aquel Orson Welles
caracterizado de ciudadano Kane, que aparecía en la portada encima de una pila
de periódicos entre los que el diseñador Rodrigo Toledo abandonó discretamente
un ejemplar de Viceversa; el de la
revista Vuelta, un asedio a la empresa
editorial de Octavio Paz como no existía, o no al menos hasta ese momento; o
los números sobre María Sabina, el rave,
las drogas de diseño, lo mejor del archivo fotográfico de la revista, la entrañable
entrega sobre Carlos Monsiváis, que aparece rejuvenecido y afable en una foto
más bien insólita de Adolfo Pérez Butrón; los números sobre la infancia o sobre
Cuba…
(Por cierto, no está de más decir que si bien Viceversa no puede consultarse en la red, un par de bibliotecas de
la ciudad de México, la Vasconcelos de Buenavista y la Rubén Bonifaz Nuño de la
UNAM, cuentan con colecciones completas que yo mismo doné.)
Viceversa fue más que nada una empresa de
personas, y por eso esta noche quiero fundirme desde aquí, siquiera con la
imaginación, en un abrazo de reconocimiento con quienes la hicieron en sus
diversas etapas, desde los tiempos de Eduardo Vázquez y Ricardo Cayuela, cuando
acabábamos de renunciar a Milenio y detallábamos
el nuevo proyecto en la sala de maestros del Instituto Luis Vives, hasta los de
Claudia Muzzi y Gerardo de la Cruz, una vez que la revista había sido ya
vendida a Sergio Autrey y nuestras oficinas estaban junto a las de Arqueología Mexicana, pasando por
supuesto por los tiempos que me gusta llamar dorados de la revista, los de Mónica Braun, de Roberto Max Ersahm y
Fernanda Solórzano.
Tampoco es posible decir ahora todos los nombres de quienes
trabajaron en su redacción, ni de quienes dejaron su huella en el diseño de Viceversa. Sobre el diseño gráfico
escribí hace no mucho un texto que apareció en tres partes en mi blog, y allí quedaron consignados
quiénes la hicieron y, en términos muy generales, bajo qué ideas y convicciones.
Un día contaré mi amistad con los señores Fernando Canales y Humberto Corral,
los dueños de la imprenta que ya para entonces llevaba Alejandra, la hija del
primero de ellos. Siempre he pensado que hay una historia literaria en la
amistad entre aquellos dos hombres, y también quizás en la que me hizo ganarme
su simpatía y su confianza, lo que ayudó muchísimo a que las finanzas de
nuestra pequeña empresa acabaran saliendo siempre a flote.
Sólo
mencionaré a Ángeles Zamora [que aparece en el centro de la foto que reproduzco arriba de estas líneas], porque en cierto sentido encarnó el alma de
la revista quizás como ninguno de nosotros, y también porque pienso que al
mencionarla a ella me estoy refiriendo a todos los demás. Y es que en su caso se dio una curiosa circunstancia que subrayó su identificación con
nuestra editorial: Ángeles trabajaba ya en Esfera Editores, a donde que yo llegué
en 1990 para fundar Milenio, en las
calles de Río Amazonas de la colonia Cuauhtémoc, y luego se quedó en la
Editorial Raíces, la empresa allá por el Toreo donde estaban las oficinas de quienes
compraron la revista después de que yo me fui de ella, así que estaba desde antes de mi llegada y luego siguió estando después de mi partida,
como si su buena voluntad y su capacidad de entrega y su carisma fueran más
grandes que todo lo que los demás pudiéramos aportar.
Tampoco
dejaré pasar la oportunidad de dar las gracias y hacer un reconocimiento,
públicamente por vez primera, a la persona que hizo que Viceversa fuera posible como sociedad anónima y aportó el dinero
para fundarla, sin lo que no hubiéramos llegado muy lejos: mi madre, la señora
Otilia Figueroa Martínez, quien puso la inversión con la que pudimos enfrentar
la separación del propietario de la vieja Milenio
para fundar la revista cuya salida a la calle por vez primera en noviembre de
1992 hoy conmemoramos.
Pero cuando
dije hace un momento que Viceversa
fue una empresa de personas quería decir sobre todo que en sus páginas empezó a
publicar una amplísima generación de escritores, artistas plásticos,
periodistas, críticos de las más diversas artes, músicos, diseñadores gráficos
y de moda, que hoy forman parte activa de la comunidad intelectual y artística
de este país. La lista de colaboradores quizás no podría acabar de leerse en lo
que queda de semana. Por supuesto que sin ser la única, Viceversa significó un espacio fresco y desprejuiciado, plural e
independiente, en el que una generación, en diálogo con el resto de las
generaciones en activo, trazó uno de los rostros posibles de nuestra cultura en
aquel momento específico, y sus portadas y sus índices dan generosamente cuenta
de ello.
Si me preguntaran cuál fue, desde mi punto de vista, la máxima virtud
de Viceversa, no dudaría en decir que
fue la capacidad que tuvo de mostrar una parte
de lo que ocurría en la cultura mexicana de los años noventa, y que fue, más
allá de la primera casa de muchos escritores, artistas y críticos mexicanos, un
espejo que se paseó a través de un largo camino, si puedo parafrasear la
célebre definición de novela que en El
rojo y el negro escribió Stendhal.
Para
participar en esta mesa redonda me he permitido invitar a dos magníficos
lectores, dos críticos que desde posiciones de independencia intelectual han
presenciado la realidad que todos compartimos pero que no todos podemos desbrozar
y leer apropiadamente, y que ellos han penetrado con agudeza y profundidad.
Por
un lado, Rogelio Villarreal, a quien agradezco el que haya hecho el viaje desde
Guadalajara en donde actualmente vive. De él he dicho en diversas ocasiones que
es uno de los editores de revistas que más respeto y quizás el que ha tenido la
evolución más interesante de todos los que conozco. Activo, insatisfecho, punzante,
incluso polémico, el director de la insustituible Replicante es un editor que ha hecho de la réplica una tarea rigurosa
con el objetivo de ofrecer, como se leía hasta hace no mucho en la portada de
su revista, ideas para un país en ruinas. Su propia actividad como editor añade
interés a lo que pueda decir sobre la revista que hacían, desde otras
perspectivas y puntos de vista, sus colegas de Viceversa.
Por el otro
lado, el poeta Armando González Torres, de quien siempre que puedo me gusta
afirmar que es uno de los críticos más importantes con los que cuenta la
literatura contemporánea del país, principalmente porque posee una virtud esencial
para el ejercicio de la crítica, por cierto bastante poco frecuente en México:
la búsqueda del equilibrio. Hombre refinado que no teme a ningún tema y a
ningún tono, Armando fue uno de los colaboradores más importantes de Viceversa y sus trabajos en cuanta
revisión crítica que decidiéramos emprender fueron siempre esenciales para la visión que ofreció la revista.
_________________________
(1) Me refiero a los libros Historia del periodismo
cultural en México de Humberto Musacchio (Conaculta) y Diseño gráfico en México. 100 años de
Giovanni Troconi (Artes de México / Conaculta). En los dos casos escribí y publiqué aclaraciones en este blog.
Texto leído la noche del 14 de noviembre de 2012 en la Casa Refugio Citlaltépetl, en la conmemoración de la fundación de Viceversa. Gracias a Philippe Ollé Laprune por cedernos el espacio para celebrar esa ocasión. En la mesa también participaron los escritores Armando González Torres y Rogelio Villarreal.
Texto leído la noche del 14 de noviembre de 2012 en la Casa Refugio Citlaltépetl, en la conmemoración de la fundación de Viceversa. Gracias a Philippe Ollé Laprune por cedernos el espacio para celebrar esa ocasión. En la mesa también participaron los escritores Armando González Torres y Rogelio Villarreal.
Las imágenes que aparecen en esta entrega pertenecen a mi archivo, con la salvedad de los
retratos de Rogelio Villarreal —que copio de su blog (www.villarreal.blogspot.mx)— y de Armando González Torres —que tomo prestado de la página digital del periódico El Economista—, y la foto de la conmemoración de la fundación de la revista, que es de mi hermano José María. En ella aparecen, de izquierda a derecha, Leonel Sagahón, Mónica Braun, Claudia Muzzi, Fernanda Solórzano, Ángeles Zamora, Soren García Ascot, Rodrigo Toledo, el que esto escribe, Álvaro Fernández Ros y Rocío Mireles.
Más sobre Viceversa en este blog:
Mis diez
portadas preferidas, http://bit.ly/VXMFDt
De Orwell a
Trotski a Viceversa, http://bit.ly/SQ5p6V
Viceversa en la historia del diseño
gráfico en México: primera parte, http://bitly.com/S5fFHU; segunda parte, http://bit.ly/XDodtG;
tercera parte, http://bitly.com/Ze9KW8.
Valor de reventa: http://articulo.mercadolibre.com.mx/MLM-410347475-maria-sabina-especial-revista-viceversa-_JM
ResponderEliminar