viernes, 31 de agosto de 2018

El amor de las indias por el tianguis

Supe del precioso pasaje de fray Diego Durán sobre el amor de las indias por el tianguis en las memorias que Felipe Teixidor dictó a Claudia Canales en los últimos años de su vida, como escribí en mi reseña de ese libro notable, incluida en Contra la fotografía de paisaje (Conaculta/Magenta, 2014). 
Por eso me parece normal que sea en un libro editado por Teixidor, o al menos en el que advierto su discreta presencia, virtud que dio frutos impagables durante los años que trabajó para la familia Porrúa, donde me reencuentro con él. Lo glosé ya no sé dónde, quizás en mi cuenta de twitter, y el poeta Juan Carlos Bautista, me parece que seducido a su vez por el encanto del pasaje, me preguntó si sabía el lugar exacto del libro de Diego Durán de donde procedía. No supe decirle: lo había leído, le expliqué, en Lo que me contó Felipe Teixidor, hombre de libros, 1895-1980 (Conaculta, México, 2003), lugar en donde no se añade nada más. Mi amigo poeta me escribió poco después para decirme que no había dado con la cita, lo que me hizo pensar que quizás no estaba en Durán, y que, contra mi bien arraigada certeza sobre la precisión de Teixidor, el gran editor quizás por una vez había confundido el dato. Me olvidé del asunto, hasta hace unos días.
La admirable página inicial del Códice Féjerváry-Mayer
que está en el Museo de Liverpool, Inglaterra.
A últimas fechas he vuelto a mis lecturas mexicanas: Sahagún, como siempre, pero también la edición de la Poesía náhuatl que me regaló Almela, la cual incluye los famosos Cantares mexicanos, e incluso el códice Féjérvary-Mayer, que he visto con toda calma en el número facsimilar que en 2005 le dedicó la revista Arqueología mexicana.
 
Edición de Poesía náhuatl del Padre Garibay que me regaló Juan Almela.
Hace unas semanas, leí en la Historia de la literatura náhuatl del Padre Garibay (Porrúa, 1954), también regalo de Almela, una irresistible semblanza biográfica de Diego Durán, fraile dominico que arribó a México hacia los seis o siete años de su edad, a sólo dos décadas del final de la guerra de conquista. Los libros de Durán, en los que el fraile sevillano cuenta a detalle cuanto llegó a saber sobre la religión y la historia mexicas, están aderezados con todo género de sabrosos comentarios y recuerdos contados en primera persona, de los tiempos en que estaban vivas las cosas del viejo mundo mesoamericano.
Lápida conmemorativa de Bernal Díaz del Castillo. Antigua, Guatemala.
Otoño de 2012. Foto: FF

Si es que sigue vigente lo que escribió Garibay en 1954, Durán vivió la mitad de su vida en Oaxaca, época de la que no sabemos nada, y murió a los 51 años, cuando tenía sobre el escaño todavía algunos proyectos más. El gran nahuatlato lo considera el primer literato de México, aun antes que Bernal y Cortés, y con su libro delante uno no puede sino adherirse fervientemente a su opinión. 
Imagen del libro de Durán. En la edición de Porrúa, corresponde 
al Capítulo IX, pág. 96, párrafos 5 y 6. 
El padre Garibay hace un curioso comentario sobre la obra del dominico. Confieso que al pasar por vez primera por sus palabras experimenté una intensa emoción: la lengua escrita de Durán, dice, es "un testigo fiel del castellano que se hablaba en las primeras décadas de la dominación española", esto es del primer español que se habló en México (Historia de la literatura náhuatl, vol. II, pág. 55). Es cierto que no otra cosa podemos decir del portentoso Bernal, quien llegó a América con la lengua de Castilla resuelta en su talego, pero se vio luego ampliamente modificada por cuanto oyó y aprendió en las tierras recién descubiertas, y de ello da cuenta su Historia verdadera. Como sea, insiste Garibay, no es posible tratar a Durán sino como un nativo, como de hecho se le consideró cuando aún se discutía su lugar de nacimiento, y por eso todo lo que cuenta posee un incalculable valor.
He pasado unas tardes, francamente fascinado, leyendo el primero de los dos tomos de la edición de la Biblioteca Porrúa. El capítulo dedicado al culto y las fiestas de Xipe Totec, para decirlo sin rodeos, es algo de lo más asombroso que he leído en mi vida. Conforme he avanzado en su lectura, no he dejado de sentir que poco a poco voy acercándome al tianguis anunciado por Teixidor. Por fin, he llegado.
El pasaje está, entre otras maravillas y anécdotas sobre los mercados mesoamericanos –tianguiz o tianguis, como preferimos ahora; en todo caso, tianquiztli, en náhuatl–, en el capítulo XX de la Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme de Diego Durán (edición Garibay, Biblioteca Porrúa, 1967, pág. 178). Cuatro años después de mi pequeño intercambio epistolar con Juan Carlos Bautista, me apresuro a remitirle el delicioso parrafito a mi amigo poeta y lo copio aquí para deleite de quienes se asoman a este blog:

“Son los mercados tan apetitosos y amables a esta nación, y de tanta fruición, que acude a ellos y acudía en especial a las ferias señaladas gran curso de gente, como a todos es manifiesto. Paréceme que si a una india tianguera, hecha a cursar los mercados, le dijesen: Mira, hoy es tianguiz en tal parte, ¿cuál escogerás más aína, irte desde aquí al cielo o ir al mercado?, sospecho que diría: Déjeme primero ver el mercado, que luego iré al cielo. Y se holgaría de perder aquel rato de gloria por ir al tianguiz y andarse por él paseando de aquí para allá, sin utilidad ni provecho ninguno, sólo por dar satisfecho a su apetito y golosina de ver el tianguiz”.

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La imagen que abre este post pertenece al Capítulo XX del libro de Diego Durán (edición Garibay, Biblioteca Porrúa, núm. 33, 1967) e ilustra los párrafos 2 y 3 de la página 177. Representa unas "piedras redondas labradas" que había en los "mentideros" de los tianguis que tenían esculpida "una figura redonda, como una figura de sol, con unas pinturas a manera de rosas, a la redonda, con unos círculos redondos; otros ponían otras figuras, según la contemplación de los sacerdotes y de la autoridad del mercado y pueblo".

Más sobre Contra la fotografía de paisaje en este blog:
Resumen de su contenido, http://bit.ly/1HzF8oV
Por qué el título, http://bit.ly/1xS2jpo
Una reseña (dos veces) generosa, http://bit.ly/1MLwY1V
La foto de portada, http://bit.ly/1BwLVfM
La presentación, https://bit.ly/2BbUohR

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