Nada más
publicar el post de la semana pasada,
una escritora a la que no conozco en persona pero que sigo en twitter tanto por empatía literaria como por sus evidentes nexos con la
Facultad en la que yo estudié, celebró con entusiasmo que alguien evocara a
Néstor Perlongher. Como en la evocación mencioné a David Huerta, de quien dije
que estuvo con el poeta argentino en la misma lectura organizada por la
Universidad de Nueva York en la que yo lo conocí, Alejandra Eme Vázquez, que es
como se llama mi colega, me contó que había echado un vistazo a la obra del autor
de Incurable para averiguar si tenía alguna
cosa publicada al respecto, para quedarse con la impresión, por lo menos hasta pudo
darse cuenta, de que no es así. Entonces se me ocurrió escribirle yo mismo a David para preguntarle por sus recuerdos de aquel día. Generoso como siempre, él aceptó
mi invitación de ponerlos por escrito con el propósito de publicarlos en Siglo en la brisa. ¿Leyeron en la misma mesa, como me parece que
recuerdo? ¿Y qué otras memorias guarda de aquella lectura de notables poetas en NYU? Y
sobre todo ¿cómo era Perlongher a principios de 1992, a sólo unos meses de su muerte? Aquí su emotivo e invaluable
testimonio.
Magnético, eléctrico, centrífugo,
enérgico Néstor
por David
Huerta
Leí,
querido Fernando Fernández, con Perlongher, Echavarren y Kozer, en esa mesa
moderada por Jacobo Sefamí en 1992 en la Universidad de Nueva York.
Inolvidable; quiero decir: inolvidable la conversación con el magnético,
eléctrico, centrífugo, enérgico Néstor, uno de los individuos más simpáticos y
queribles que me ha tocado conocer en este mundo miserable. La simpatía misma
se vería en él como en un espejo. Y lo mejor era esto: la jovialidad, la chispa
de Perlongher ensamblaban perfectamente con su inteligencia de relámpago, otro
esdrújulo saltarín muy a mano para hablar de este duende argentino y amazónico,
poético y antropológico.
Le pregunté
por la ayahuasca y los ojos le brillaron más todavía –fue posible. Le dije la
frase titular de su libro de 1991: Aguas aéreas, y le confesé mi
envidia. “Qué ganas de que se me ocurriera a mí, pero se te ocurrió a ti”, a lo
que respondió con un gesto benévolo y me dijo “haz con esa frase lo que
quieras”.
Poco después murió Néstor Perlongher, en noviembre de 1992, y nadie
lo recordó en México, con una excepción que da gusto consignar aquí,
precisamente aquí, Fernando: ahora caigo en la cuenta de que el número 1 de la
revista Viceversa correspondiente a los meses de
noviembre-diciembre de 1992 comenzó a circular en los días en que Perlongher
moría, y en la página 34 hay una nota de presentación del poema “Strip Tease”, y
éste ocupa, entera, la página 35, con todo y un epígrafe de otro de los
lectores de aquella mesa, el uruguayo Roberto Echavarren. (1)
Néstor
Perlongher me dio permiso y en noviembre de 2007, a quince años de su muerte,
bauticé con la frase “Aguas aéreas” una sección que me invitaron a escribir en
la Revista de la Universidad de México, de la que soy colaborador
asiduo desde entonces. Al pie de esa primera entrega puse esta nota: “El nombre
de esta sección es un homenaje al poeta argentino Néstor Perlongher
(1949-1992): Aguas aéreas es el título de uno de sus
extraordinarios libros de poemas, publicado por Ediciones Último Reino en
1991.” Esa primera colaboración, esa primera “agua aérea”, se llamaba “Apuntes
sobre Hero y Leandro”.
A algún
amigo poeta de la Facultad de Filosofía y Letras, Javier Raya, le presté los
libros de Perlongher que tengo; me los devolvió emocionado. Pero aquí casi nadie
lo conoce; aquí nadie conoce a nadie, mejor dicho. Pero si tú y yo lo conocemos
y en el camino se han sumado Raya, Bravo Varela, unos cuantos más, ¿no es justo
decir que es un poeta conocido en México?
Un abrazo.
David
Huerta
___________________
(1) La
natural elegancia de David lo hace omitir el nombre de quien escribió sobre
Perlongher en una publicación mexicana por los días exactos en que moría el
poeta argentino, y que no es otro que él mismo. Aquí la nota, que me permito
copiar entera por el enorme interés que tiene, a 22 años de la muerte del gran poeta
de “Cadáveres”:
“Nerudismo,
vallejismo, pacismo: ¿cómo salir de estos territorios minados y magníficos,
fecundos y paralizantes? Habrá más de cuatro que digan que no y no; que todavía
hay que seguir la línea y romperla con cuidado, para no faltarle el respeto a
la Tradición de la Ruptura –y que por lo tanto hay que romper con todo esmero
para que la tradición no se rompa, éjem, demasiado, y al mismo tiempo haya
ruptura, que es tan emocionante. Pero también pasan cosas por debajo, a los
lados, detrás, y aun delante de esa línea respetuosa; quiero decir: todavía pasan cosas con la poesía latinoamericana.
Algunos nombres: Echavarren, Bracho, Zurita, Kozer, Benavides, Lamborghini,
Lauer. Hay algo que algunos indomeñables llaman “caribe transplatino”: mezcla
de geografías y regiones en el entrecruzamiento de las hablas y de las
escrituras. Uno de esos indomeñables se llama Néstor Perlongher. //
Nació Perlongher
en Avellaneda, Buenos Aires, en 1949, y ha escrito los libros de poemas
siguientes: Austria Hungría (1980), Alambres (1987), Parque Lezama (1990), Aguas
aéreas (1991). Vive en Brasil hace ya muchos años dedicado a la enseñanza y
a la investigación antropológica. El poema inédito que entregó a Viceversa es una pequeña gran muestra de
su transplatinismo caribeño, es decir: de su voluntad neobarroca, de su brillo
verbal, de su absoluta temeridad lingüística. Néstor Perlongher es uno de los
poetas más poderosos, ligeros, naturales y estimulantes de este fin de milenio
latinoamericano. ¿Suena exagerado? Es mi opinión sincera. Léanlo. David Huerta”
La foto que
abre este post es de Conaculta: la
tomo prestada de su sala de prensa virtual, donde se ofrece sin autoría, http://bit.ly/1F6Uu1w. En la imagen de la derecha, David aparece retratado con Gerardo Deniz en las oficinas de Siglo XXI Editores en algún momento de la década de 1980.
Más sobre David Huerta en este blog:
19 imágenes
de los Estados Unidos, http://bit.ly/1w0kZFZ
Danza de
Clori, http://bit.ly/1AXDU4L
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