Hace poco más de un año publiqué en la Revista de la Universidad un ensayo sobre la relación entre Ramón López Velarde y el poeta español Alfonso Camín. Ese texto es parte de un libro de temas velardianos que he ido escribiendo, quizás con excesiva parsimonia, a lo largo de la última década. Antes que ése, escribí y publiqué dos trabajos más: el primero, sobre una frase que mi poeta mexicano preferido tomó de la tradición (“Su lengua es como aquellas otras / que el candor de los clásicos llamó lenguas arpadas” [el subrayado es mío], del poema “Para el zenzontle impávido…”), que conseguí saber de dónde venía y qué significaba realmente gracias a la estudiosa Rosa María Lida de Malkiel.
El otro se ocupa de un poeta de la España finisecular que fue esencial en la formación del primer López Velarde, Andrés González Blanco, y de las opiniones de Octavio Paz sobre “La suave Patria”. Yo conocía poco menos que de memoria el texto que Paz dedicó al poeta de Fuensanta, que está en Cuadrivio y leí por primera vez de camino a Zacatecas en 1984; hace unos años, viviendo en Asturias, quise releerlo y en una edición más reciente, que saqué de la Biblioteca Pérez de Ayala de Oviedo, encontré con sorpresa una versión aumentada del texto original. En ella, Paz comenta a detalle lo que le gusta y disgusta del gran poema velardiano, lo que me da oportunidad de hacer mis propias reflexiones, algunas divergentes y opuestas a las de él.
En el tercer texto de la serie, el que motiva este post, ensayé un retrato de Alfonso Camín, un emigrante asturiano muy conocido en la colonia española en México, que llegó a Veracruz probablemente en los años finales de la Revolución. López Velarde, poco antes de morir, cosa que ocurrió el 19 de junio de 1921 —cuatro días después de cumplir 33 años—, le dedicó al español un pequeño poema que en las ediciones de su obra suele aparecer justo por delante de “La suave Patria”: “Alfonso, inquisidor estrafalario, / te doy mi simpatía porque tienes / un algo de murciélago y canario”. La idea de aquel trabajo era responder a la siguiente pregunta: si López Velarde dedicó a Camín aquellos versos cargados de simpatía y afecto, ¿era posible, teniendo a la vista los archivos personales del asturiano que custodia la Biblioteca Pérez de Ayala, hacer un recorrido por los textos con los que éste le correspondió?
Hacia el final de aquel trabajo, que apareció en enero de 2010 en la Revista de la Universidad, me referí a una foto del entierro de López Velarde en la que puede reconocerse a Camín. En la edición conmemorativa de los cien años de su nacimiento, Minutos velardianos, publicada por la UNAM en 1988, esa imagen salió con un pie que tiene un par de injustificables y divertidos errores. Publico la famosa foto, que no salió en la revista universitaria, acompañada del fragmento del ensayo que le corresponde.
Un “alma brava y generosa que amó reciamente a Ramón”
En el juego literario escrito a propósito de la vida de López Velarde, Guillermo Sheridan, sin duda al tanto de quién y cómo era Alfonso Camín, lo hace responsable del mal momento que alguien hizo pasar en público al poeta mexicano, según la anécdota referida sin dar nombres por Pedro de Alba en sus Ensayos (reeditados por el INBA en 1988).
Uno de los amigos de la tertulia le preguntó sobre su frustrado romance con Margarita Quijano y el poeta “guardó un silencio hosco y una actitud imperativa para que no se tocara ese punto, se despidió a poco precipitadamente y por varios meses no dirigió la palabra al indiscreto”. No me hace dudar el que Pedro de Alba diga que se trataba de “un gran amigo nuestro” sino que lo describa como “un genial poeta”, lo cual no estoy seguro que se ajuste a Camín. Lo que es indudable es que éste manifestó su admiración por el autor de “La suave Patria” y quiso estar cerca de él, siempre que pudo, a su manera. Un ejemplo: según consigna Allen W. Phillips, lo hizo figurar como colaborador de Castillos y leones, que el asturiano dirigió entre 1920 y 1921, aunque no haya un texto suyo en sus páginas.
En un artículo de 1946, y luego en un apunte a máquina en hoja suelta, tal como los encontré y leí entre los papeles de su legado (que custodia la Biblioteca Pérez de Ayala), Camín refiere que formó parte de la primera guardia de honor en torno al féretro de López Velarde cuando lo velaron en el paraninfo de la Universidad Nacional. Sin embargo, su nombre no aparece en el enlistado, muy reproducido, de las primeras diez guardias de ese día. Quizás revivió el momento tal y como le hubiera gustado que sucediera porque dice que fue conformada por dos mexicanos (el rector Vasconcelos y Fernández Ledesma) y dos españoles (el actor Julio Taboada y él).
Posiblemente el asturiano haya participado en alguna guardia informal anterior a las oficiales, aunque parece poco probable que haya sido con la presencia del rector.
En cambio, Fernández Ledesma contó (El Universal, 21 de junio de 1924) un significativo episodio ocurrido en ese mismo lugar: “En la terrible noche del 19 de junio de 1921, cuando el féretro que guardaba los restos de Ramón López Velarde recibía en el peristilo de la Universidad Nacional los honores de guardia de todo el México intelectual y artístico, el poeta español Alfonso Camín, alma brava y generosa que amó reciamente a Ramón, me dijo, desde uno de los sitiales del claustro, a grandes voces pero con los ojos cuajados: ‘Mi último honor para Ramón será darle lo que más íntimamente ha convivido en mis malos y buenos días: mi capa, con la que quiero envolver su ataúd…’. Me conmovió hondamente el gesto de mi amigo pero alguien, que había escuchado las ardorosas palabras del asturiano, invocó neciamente no sé qué conveniencias exteriores que en la confusión de aquellos minutos y de los que siguieron, no pudo rectificar. Así fue como el bello impulso de Camín no llegó a consumarse”.
Camín también estuvo, y en primera fila, en el entierro de su amigo en el Panteón Francés, tal como aparece en la foto más divulgada de esa mañana. La imagen reproduce el momento en el que Alejandro Quijano, en el extremo derecho de la foto, pronuncia su discurso en representación del Ateneo de Abogados; para entonces Alfonso Cravioto ha leído ya el suyo a nombre de la Universidad y poco después se escucharán las palabras de Fernández Ledesma. Al lado de éste, a la izquierda de la foto, aparece Alfonso Camín, serio, erguido, con ambas manos apoyadas en el bastón, entre las que tiene el sombrero chambergo del retrato de Cansinos *
[Este retrato escrito, citado unos párrafos antes en este texto tal como apareció en 2010, dice así: “Pequeñito pero finchado, tartarinesco, con su aire jaquetón, su garrota y su puro, su gran chambergo bohemio, su carilla de zorro, en los que los ojos chiquitines brillan llenos de malicia aldeana y su gran chalina, es una mezcla curiosa de candor y picardía”].
Es exagerado el despropósito al que puede llegar el olvido al que se echa a un escritor: en la edición conmemorativa de los cien años del nacimiento de López Velarde hecha por la Universidad, llamada Minutos velardianos, se reproduce esa imagen, y Camín, según el pie de foto, aparece convertido nada menos que en José Vasconcelos.
Compartían aire hispánico y bigotito, lo que debe haber engañado a quien pensó que podía identificar a ojo a los personajes de una foto tomada casi setenta años atrás. Claro que uno no deja de sospechar que todo el asunto se debe a una broma escapada al editor porque a continuación dice que quien está al lado de Camín, que no es otro que Fernández Ledesma, es ¡“Adolfo López Mateos, futuro presidente de México”!
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* En una entrevista concedida a Beatriz Reyes Nevares más de cuarenta años después [del entierro] —Siempre, 11 de agosto de 1965—, Camín ubica en el cementerio el episodio de la capa, que vuelve a aparecer, así, en diabólico vaivén: aquel día, dice, “eché mi capa sobre la tierra del sepulcro. Quería cubrir con ella sus restos. Alguien la quitó. No sé si fue don Alejandro Quijano”.
El retrato de Camín lo he escaneado de un ejemplar de su libro de poemas Quousque tandem…?, publicado en México en 1920, que compré en Donceles. Cuando di con él, el librito estaba desencuadernado y tenía en una de las primeras páginas esa foto, que no tiene precio. En el óvalo dibujado que la enmarca pueden verse el chambergo, con una pluma de ave, y el bastón, que Cansinos irónicamente llama “garrota”.
La foto del joven Camín la he tomado prestada del blog de Albino Suárez (http://albinosuarez.blogspot.com/), especialista en la vida y la obra del asturiano.
Los ensayos ya publicados que forman parte de mi libro de temas veladiarnos son los siguientes:
1. “La maestra del mundo. Una divagación (harto) subjetiva entre dos ediciones celestinescas —más un añadido velardiano”, que apareció en la revista Nexos, en marzo de 2005 (...).
2. “De vuelta por el camino de la pasión”, que salió en el número 11, de enero de 2005, de la Revista de la Universidad (http://bit.ly/f37DXM ).
3. “Entre el canario y el murciélago. El amigo asturiano de López Velarde”, que fue publicado en el número 71, de enero de 2010, de la Revista de la Universidad (http://bit.ly/b1iBm5 ).
Minutos velardianos. Ensayos de homenaje en el Centenario de Ramón López Velarde fue publicado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y la Comisión Conmemorativa del Centenario de Ramón López Velarde en 1988. Tiene un prólogo de Elisa García Barragán y reúne textos, entre otros, de Luis Miguel Aguilar, José Joaquín Blanco, Gonzalo Celorio, Beatriz Espejo, Felipe Garrido, Carlos Monsiváis, Vicente Quirarte y Luis Mario Schneider.
Hola . Leí que López Velarde y García Lorca tenían afinidades homosexuales . ¿ Tú qué sabes ? Bonito post.
ResponderEliminarGracias por escribir. No entiendo bien tu pregunta. Si te refieres a si Lorca era homosexual, eso es algo más que sabido. De López Velarde jamás he leído ni oído nada semejante. ¿Si tenían, entre ellos, afinidades personales de cualquier género? Imposible: Lorca nunca vino a México, país que López Velarde nunca abandonó. Saludos.
ResponderEliminarHola, Fer. Estupendo post. Me trae recuerdos muy agradables de hace unos diez años, cuando Xavi Pascual (compañero de trabajo por aquel entonces en Fuenlabrada) me prestó una antología de Ramón López Velarde. También tuve ocasión de conocer la poesía de Ricardo Deniz e incluso pude leer "Ora la pluma", de un tal Fernando Fernández. Luego Xavi cambió de destino y nos perdimos la pista, pero recuerdo con mucho cariño nuestros intercambios líricos. Espero que no haya abandonado la poesía (no creo, eso no se deja nunca).
ResponderEliminarEn fin, acabo de encontrarme casualmente con tu blog, lo que ha sido una gran sorpresa y un motivo de alegría para mí. Te felicito por tu trabajo.
Saludos cordiales desde este lado del Atlántico.
INMACULADA CAMACHO LÓPEZ
Lamentable lo que ocurre en la Sogem. Me podrías proporcionar un correo para ponerme en contacto contigo o un fon. Atentamente Elizabeth Guzmán eliguzman.g@gmail.com
ResponderEliminarEstimado Fernando Fernández :
ResponderEliminarUn amigo me remite a que lea su Blog en que trata sobre Alfonso Camín y la muerte de López Velarde, y, sobre todo, la amistad y el afecto que Camín tenía por el poeta Velarde.Observo que refiere algunos errores de referencia y definición en torno a quiénes son los personajes de la fotos. Eso es muy común. Y lamentable.
Veo que incluye una foto de Camín que yo había publicado y que ha tenido la gentileza de aclarar la procedencia. Muchas gracias.
Hace referencia a Cansinos, que fue amigo de Camín ,pero que,en lo que he leído de él,más parece que procura zaherirle que honrarle.
Ya, para no extenderme mucho más a riesgo de que no me lea, decirle que Camín,en México, no ha sido emigrando, sino exiliado. Exiliado de la España negra y dura, a la que, no obstante, tanto honró Alfonso Camín
Si esto leyese, sería de agradecerle una simple nota de que lo ha leído.
Muchas Gracias.
Albino Suárez
Gracias, Albino Suárez, por escribir. He leído su comentario con gusto. La versión completa de mi trabajo sobre la relación entre Camín y López Velarde está en http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/7110/pdf/71fernandez.pdf
ResponderEliminarPara mí, hijo y nieto de emigrantes españoles, Camín representa sobre todo la emigración española anterior a la guerra civil. Para lo que vino después, prefiero otros testimonios y personajes. Le agradezco nuevamente su nota y le mando un saludo amistoso, FF
Hola Fernando, He leído tu artículo "Entre el canario y el murciélago" publicado en la Revista de la Universidad de México. A vuelapluma, antes de que se me quede atrás el enojo, y sin entrar en los detalles que me sorprenden, quisiera hacerte a unas preguntas: ¿Si entre Nopales son parte de sus memorias, como no quieres que el autor hable de si mismo? ¿Cuanto conoces la obra poética de Camín como para sentenciar tan rotundamente el lugar en el que debería encontrarse en los anales de la literatura? ¿Porque intuyo cierto desprecio hacia Camín habiéndote ofrecido tan rico material para tu trabajo?
ResponderEliminarFdo. Un hijo de Asturias
Excelente comentario sobre Camín. En efecto, es Camín quien aparece en la foto con todo y bastón y cogido por sus dos manos. Cuando vi la primera vez esta foto en la edición de la UAM qie citas, en efecto me extrañó ver ahi a ese personaje; luego supe que era buen amigo de Velarde y contertulio de los demás: de Fernández Ledezma, etcétera. Soy de Zacatecas y la obra del jerezano tiene aún mucho por esclarecer por ejemplo y de una vez por todas aquel primer comentario sobre la homosexulidad del vate zacatecano y la rotunda respuesta que das. En estos días de junio celebramos las Jornadas Lopezvelardeanas en Zacatecas y Jerez; se entrega un presa y en esta ocasión justo el 15 de junio, fecha de su natalicio le será entregada la presea a Alfonso García Morales (Sevilla, España) quien entro otras cosas ha tenido el impuslo de incluir entre los autores de América Latina a López Velarde en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Lo de la capa me parece un detalle de antología. Se ve cuanto afecto le profesaba a este poeta que murió a los 33 años. Felicidades Fernando.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo fuerte, FF
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