domingo, 20 de junio de 2010

Ros, cartonista de humor

Me lo presentaron a medidos de 1994, cuando yo buscaba un nuevo diseñador para la revista y él venía regresando de trabajar en España para algunas prestigiosas publicaciones como El Europeo o El Paseante. 
Nos entendimos desde la primera conversación. Entre agosto de ese año y septiembre de 1995, Álvaro Fernández Ros hizo catorce números de Viceversa, en los que puso su sello característico: limpieza, una suerte de colorido minimalismo, sobriedad. Entre ellos destaca el monográfico sobre Carlos Fuentes (en el que colaboran escritores como González Torres, Enrigue, Osorno y Ramírez Garrido) y en cuya portada aparece el escritor haciendo un violín a la cámara de Gerardo Suter. 
Suyas son también algunas otras estupendas portadas, como la del primero de los dos especiales de sexo que publicó Viceversa, o una de mis diez preferidas de la historia de la revista: la de la joven que baila con los ojos en blanco, ajena al mundo, en un rave… (http://bit.ly/9reEUs). 
Fundador, entre otros, de la editorial mexicana El Equilibrista, y colaborador en España de Siruela, Álvaro también tenía experiencia haciendo libros. En 1995 diseñó un libro que edité para Telmex: Clausell, la casa de las mil ventanas
Era un proyecto ambicioso y complejo: reproducir en un libro lo que pintó el viejo impresionista mexicano en las paredes de su estudio en el ático del palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, en la calle de Pino Suárez, donde hoy está el Museo de la Ciudad de México. 
Joaquín Clausell, que nació en Campeche en 1866 y murió en un accidente cerca de las lagunas de Cempoala casi setenta años más tarde, desarrolló sobre las cuatro paredes de su estudio una obra plástica muy original. 
La idea del libro era reproducir esas pinturas centímetro a centímetro, a todo color y en páginas “rebasadas” (como se llama en el lenguaje editorial cuando una foto rebasa los márgenes del papel y aprovecha así todo el espacio disponible). Tuvimos algunos problemas: de entrada, las fotos de las que originalmente partimos no resistieron el tamaño al que queríamos reproducirlas, por lo que tuve que mandarlas a hacer otra vez. 
Cierta administración priísta, con el pretexto de preservar las pinturas, había mandado cubrir los muros del estudio con una capa de barniz que hace endemoniadamente difícil fotografiarlos porque la iluminación siempre acaba provocando reflejos. Gracias a la comprensión y el profesionalismo del fotógrafo Arturo Piera y de los impresores Strecke, padre e hijo, de la imprenta A Todo Color, Álvaro y yo pudimos sacar adelante un proyecto que gracias a las dificultades resultó de lo más aleccionador.
A principios de 1996 estuve en su boda. No mucho después él entró a trabajar a la editorial Santillana y nos perdimos de vista. Más tarde yo vendí la editorial que hacía Viceversa y me fui a mi vez a vivir a España. Al regresar, en 2006, nos reencontramos. Tenía un hijo, acababa de separarse y había abandonado el diseño gráfico para dedicarse a su verdadera vocación: el cartón humorístico. 
Cuando trabajé para la Dirección de Publicaciones de Conaculta me presentó un hermoso proyecto por el que no pude hacer nada: se llama Botando va y describe el viaje de una pelota roja por los espacios de un enorme castillo convertido en museo. 
La pelota, que salta de las manos de su pequeña dueña en el momento en que su madre le advierte que si no recoge sus juguetes puede perderlos, empieza su botadura por los espacios interminables y sucesivos del castillo (la biblioteca, la piscina, el invernadero, el apiario, el observatorio…), en los que Álvaro, ya convertido en Ros, va destacando, con un exquisito gusto por el detalle, uno por uno, un universo de objetos extraviados… Al final, la pelota vuelve a su dueña en el momento en que ella acaba de renunciar a atraparla.
Durante los últimos años, Ros ha hecho ilustraciones para las revistas Nexos, Letras Libres o Este país y ha publicado más de trescientos cartones de humor en revistas y periódicos como El Universal o Expansión. Actualmente colabora todos los días en Eje central, el diario electrónico de Raymundo Riva Palacio, y desde hace dos semanas en la página web de Excélsior. De una manera no excesivamente metafórica, sus dibujos son su retrato: sutiles, como es él, de línea fina, llenos de un humor elegante, no apto para cualquiera. 
A Ros le gusta subrayar cierta dimensión perdida del ser humano: entre sus desproporcionadas instituciones, o bajo la lluvia, o en su condición de hormiga, o una carretera lejos de la civilización, o en el Polo Norte, o en una isla desierta. Dice que está convencido de que el cartón perfecto es aquel que prescinde de las palabras. 
Por eso me parece afortunado que el libro que tiene en preparación, y que ha entregado recientemente a una editorial, vaya a llamarse Sin título. De una maqueta de ese libro he escogido los cartones que ilustran este post para presentarlos a los lectores de Siglo en la brisa con la seguridad de que van a disfrutarlos tanto como yo.


Ros en la red:
Su cartón diario, en Eje Central: http://www.ejecentral.com.mx/
Uno de los cartones, que participó en el World Press Carton: http://www.worldpresscartoon.com/en#/galeria/327
Síguelo en twitter: http://twitter.com/Ros_cartonhumor














(La foto de Ros es de su hijo, Andrés Fernández Zamora.)



2 comentarios:

  1. Antonio Fernández21 de junio de 2010, 7:54

    Enhorabuena!

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  2. Espero que podamos disfrutar de "sin titulo" en España también.
    Gracias por todas las entradas de Ros en la red, es más fácil seguirlo de esta manera.
    Su fan nº1 en España
    Maite

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