viernes, 5 de octubre de 2018

La Casa de la Cascada

El pasado jueves 20 de septiembre tuve la grandísima fortuna de conocer la Fallingwater House (1935-1938) de Frank Lloyd Wright. La cantidad de ideas y emociones que provoca la visita a una de las casas más justamente célebres del siglo XX, no cabría en esta página. 
Como la cosa da para escribir largamente, me limito a publicar una pequeña selección entresacada de las muchas fotografías que mi compañera de viaje, la arquitecta Margarita Flores, maestra de la Universidad Iberoamericana, y yo, hicimos durante las dos horas y media que duró nuestra permanencia en la casa y su entorno. Me apresuro a hacerlo porque he visto que si no dejo rastro de algunas experiencias por lo menos en este blog, a veces tengo la sensación de que ni siquiera ocurrieron para mí. Con tristeza veo que todo lo que quisiera decir ha quedado en el tintero; me consuelo diciéndome que volveré próximamente al tema.
Un vistazo al Bear Run, afluente del río Youghiogheny, en el estado de Pensilvania, poco antes de alcanzar la Casa de la Cascada.

El trabajo con la piedra de Wright imita las lajas naturales de las márgenes del río Bear Run.

El respeto por el entorno, característico de la obra de madurez de Wright, llega al extremo conmovedor de plegarse a todos los elementos del sitio.

El arquitecto norteamericano diseña integralmente la casa, incluido el mobiliario y las estanterías. La belleza y la armonía de la línea recta, expresión rectora de la Casa de la Cascada, se proyecta también en los trazos la sala principal.

Una suerte de compuerta en la estancia principal, esto es en el corazón mismo de la casa, se abre para descender al remanso que crea el Bear Run antes de precipitarse a los pies mismos de la Casa de la Cascada. No es ése su único objetivo: sirve también para crear una corriente de aire que ventila la casa y la refresca en los días de más calor.

Los principales objetivos de la estética del arte moderno se reflejan también en la segunda sala de la estancia principal. Sin olvidar nunca que los espacios tienen la función de su habitación (y su gozo), Wright traza las líneas con un gusto perfecto, que no ha envejecido ni un solo día.

El tema de la biblioteca incorporada a la escalera; al parecer, este detalle fue una petición expresa de la familia Kauffman, propietaria de la casa.

El baño carece de ese espejo protagónico que se ha instalado con arrogancia y sin discusión en nuestras casas, lo que cede el papel principal al entorno que se filtra a través de las ventanas, con una luz tamizada por el efecto de las plantas de las macetas.

La vista exterior de la escalera que baja del nivel superior de la casa a una de las terrazas transmite de nuevo los valores de la geometría desarrollada con elegancia e imaginación, como una forma de entendimiento espacial.

Esta imagen y la que sigue pertenecen a la estancia de la casa de invitados, que ocupa el espacio superior de la casa, y a la cual se llega por una escalera que sigue los accidentes ascendentes del terreno.

Vista contraria de la anterior. La estantería, la luz indirecta proyectada desde la parte superior y las líneas contrapuestas de la piedra en el muro y la celosía de madera hacen que la experiencia sea rica en sensaciones complementarias.

Una pileta, que juega a reflejar el verde imperante, yace a un lado de la casa de visitas.

La casa vista desde el lado del acceso. La línea recta, rectora de la casa, distribuye el espacio con generosidad y amplitud características. Nótese la escalera que baja al remanso del Bear Run, vista desde fuera.

La magnificencia y la extraordinaria serenidad de una obra maestra prácticamente posada sobre el agua.



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Carlos Mijares, detalle. Foto: Martirene Alcántara
Las fotos que conforman este post son mías y de Margarita Flores. 

Más sobre arquitectura en este blog:
A las vueltas con Vladimir Kaspé, https://bit.ly/2NNrL0y
Barragán, el hombre libre, http://bit.ly/2pShTlB
La obra maestra de Carlos Mijares, http://bit.ly/1pVjqTH
Dos cabañas frente al mar, https://bit.ly/2trBai5
Atlatlauhcan, http://bit.ly/25jBsUq


1 comentario:

  1. Hermosísima casa la de Wright. Me asalta sólo la duda de si no tendrá problemas de humedad, por su contacto permanente con el agua. Qué envidia, Fernando, alguna vez me gustaría poder visitarla. Abrazo

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