viernes, 17 de noviembre de 2017

La belleza de los mayas

Visité la exposición en un par de ocasiones y todavía no descarto la posibilidad de hacerlo una vez más, aprovechando las dos semanas que quedan antes de que la cierren. Volví, claro, porque me impresionó, pero sobre todo porque una vez no fue suficiente. 
Es tan rica la exposición sobre los mayas que ha podido verse durante los últimos meses en el Museo de Antropología de la ciudad de México, que una visita, por minuciosa y demorada que se proponga, no basta para apreciar, con claridad de percepciones, la plenitud de la propuesta. Hace gracia pensar que el museo de Chapultepec, que no es exactamente rico en aquella cultura (y desde luego nunca como lo es en la mexica), ha hecho justicia a los mayas ­–al menos durante este año.
Desde la primera vez me vi tentado a hacer fotos pero me impuse la obligación de no hacerlo, molesto por el despliegue de turistas de todas las nacionalidades, japoneses, gringos, nórdicos, de bulliciosos grupos de adolescentes, de grupos de señoras ignaras y ruidosas que disparaban las cámaras de sus teléfonos a mi alrededor, unos y otros de manera indiscriminada, a una pieza sí y a la que le seguía también.
No fui capaz de no hacerlo: en cuanto pensé que podría escribir una pequeña nota sobre la exposición, e ilustrarla con las imágenes de las piezas que más me impresionaban, cedí a los impulsos de todo mundo y volví sobre mis pasos para hacer las que conforman este post.
Entre las que más me interesaron hay dos que bien pudieron haber formado parte de la exposición de cerámica de Francisco Toledo que estuvo hace un par de años en el Museo de Arte Moderno, sobre la que escribí en este espacio (el link, al calce). 
Aspecto de la exposición Duelo de Francisco Toledo, en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México.
Ambas cerámicas son prueba, me parece a mí, de dos cosas: del enraizamiento del brillante artista oaxaqueño, por un lado; por el otro, de que buena parte de aquel legado arqueológico, desligado de sus funciones cotidianas o rituales, está dotado de unas poderosas calidades artísticas que parece que nos habla en un lenguaje que es, por lo menos, el de uno de nuestros contemporáneos. Si me dijeran que son de Toledo, lo creería sin más. Juzguen por sí mismos quienes siguen este blog:
Ladrillo con cocodrilo. Comalcalco, Tabasco. Clásico terminal (900-1000 d.C). Cerámica.

Ladrillo con la representación de Yum Kimil. Comalcalco, Tabasco. Clásico terminal (900-1000 d.C). Cerámica.

A continuación, algunas de mis preferidas: una portentosa torsión; los rostros de un enano y un viejo; una sucesión de glifos; un pato; un cráneo humano con una serpiente; un escribano; una muestra de escritura; la representación de unos dignatarios. Por desgracia, al ser fichas museísticas, la información que ofrece la exposición (y yo, en consecuencia) carece de datos con las medidas de las piezas. 
Lo digo porque los glifos que tanto me gustaron (“que representan un arribo o una llagada”) o la cabeza de enano, son piezas pequeñas, casi miniaturas, y su encanto se hace mayor precisamente gracias a eso. En cuanto al portaincensario, es importante hacer ver que el brazo del personaje es una serpiente… múltiples cosas, en fin, que no se aprecian sino en persona y sólo después de un momento de sosegada contemplación. Vaya este post como recuerdo de mis dos visitas. Y vaya también como una entusiasta invitación a ver la exposición antes de que la desmonten.
Rostro de anciano. Toniná, Chiapas. Clásico tardío (600-900, d.C.). Estuco.
Glifos que registran un arribo o llegada. Palenque, Chiapas. Clásico tardío (600-900, d.C.). Estuco.
El Señor de Anaité. Monumento 155. Toniná, Chiapas. Clásico tardío (600-900, d.C.). Piedra caliza.
Mensajero de las nubes. Pato. Comalcalco, Tabasco. Clásico tardío (600-900, d.C.). Estuco.
Serpiente sobre un cráneo humano. Los Toros Tapachula, Chiapas. Preclásico tardío (500 a.C. - 250 d.C.). Piedra volcánica.
La naturaleza en la escritura. Lápida de los 96 glifos. Palenque, Chiapas. Clásico tardío (600-900, d.C.). Piedra caliza.
Rostro de enano. Palenque, Chiapas. Clásico tardío (600-900, d.C.). Estuco.
El escribano de los dioses. Portaincensario. Mayapán, Yucatán. Postclásico tardío (1250-1527). Cerámica.
Linaje sagrado. Respaldo del trono del templo XXI. Palenque, Chiapas. Clásico tardío (600-900, d.C.). Piedra caliza.

––––––––––––––––––––––
Duelo, de Francisco Toledo: http://bit.ly/1Uh1btb

Más sobre artes plásticas en este blog:
Portadas para niños de J. G. Posada, http://bit.ly/OTvwyW 
Siete imágenes del Códice Laud, http://bit.ly/13dmUao
Mi último encuentro con Vlady, http://bit.ly/1fKoWm7
El azul pintado más hermoso del mundo, http://bit.ly/V3HU0F
El museo imaginario de Marcel Proust, http://bit.ly/V3ICep



No hay comentarios:

Publicar un comentario