Hace unas
semanas fui invitado como director de Viceversa
a participar en las V Jornadas de Lengua y Pensamiento Crítico de la Universidad
Popular Autónoma de Puebla (hoy conocida simplemente como UPAEP). En un correo de los que intercambié con una de las organizadoras, pregunté si estaban al tanto de que la revista dejó de aparecer
hace casi tres lustros. Su respuesta afirmativa supuso un pequeño revés a mi certeza
de que vivimos en un país con gravísimos problemas de memoria pública.
Por
supuesto, decidí participar. Luego, cuando supe que en la misma mesa iba estar Armando Pinto, el director de la revista Crítica, mi decisión se acompañó de sincero entusiasmo. Nunca pregunté
en qué consistiría mi participación porque di por hecho que debía de preparar algo así como una
ponencia, sobre todo pensando que las jornadas se desarrollarían en un ámbito
académico. La dinámica, sin embargo, fue otra: los organizadores, primero, y
luego los alumnos hicieron preguntas que los invitados —entre los que también estuvo
Carlos Véjar, director de la revista latinoamericanista Archipiélago— fuimos contestado de forma improvisada y sucesiva.
Así, me vi con mi ponencia inútil en las manos.
Cuento algo
sobre ella: dado el interés por el “pensamiento crítico” que ostenta el nombre del coloquio, unos días antes había decidido que lo mejor era decir algo
sobre la manera en la que Viceversa entendió
la crítica. Casi de inmediato pensé en el número de enero de 1995, que
titulamos “Balance de Carlos Fuentes”, porque aquella entrega supuso un acercamiento crítico independiente al trabajo de Fuentes en
medio de la atmósfera polarizada y enrarecida que rodeó al
autor de Aura en particular desde la
publicación de “La comedia mexicana de Carlos Fuentes” de Enrique Krauze (Vuelta, junio de 1988).
No era la
primera vez que Viceversa abordaba el
tema: en noviembre de 1993 la revista había señalado la
necesidad de hacer un ejercicio crítico que intentara poner en claro, más allá
de intereses de grupo, las virtudes y los defectos de su trabajo. A eso se
refiere el texto editorial de nuestro balance de 1995: “Viceversa señaló hace dos años la necesidad de hacer un
replanteamiento crítico de la obra de Carlos Fuentes. En ese entonces dijimos
que sólo era posible hacer una lectura justa de ese escritor con perspectivas
originales, puntos de vista frescos y opiniones no comprometidas. Traído y
llevado […] alabado con delirio y juzgado hasta la reprobación, Fuentes ha sido
el tema de un parlamento de sordos en el que se ha reducido casi por completo el margen de objetividad necesario para que una aproximación crítica resulte
útil y duradera. […] A pesar de que sobre Fuentes se ha escrito mucho […] nunca
se había propuesto en una sola entrega editorial un balance de esta naturaleza,
por lo que este número ofrece un material único de análisis y referencia de uno
de los personajes centrales de nuestra cultura.” (1)
El plato fuerte de mi ponencia poblana era la lectura de algunas de las valoraciones críticas vertidas
en aquel número. A la hora de escogerlas, decidí limitarme a las que fueron
publicadas en forma de balazos, es decir las que aparecieron de manera más
visible y destacada en aquel número, de tal forma que los alumnos de la UPAEP se hicieran una idea de su contenido exactamente como si estuvieran
hojeando la revista. Reproduzco a continuación esos juicios. Al calce de este post
aparecen los nombres de sus autores.
“Como un
juego de pelota prehispánico, el universo novelístico de Fuentes es el
escenario terrestre en el que gente involucrada en conflictos bien terrenales
—los celos, la guerra, el incesto— representa un drama sagrado.” (2)
“En Fuentes
no hay un estilo definitivo —aunque haya una clarísima personalidad literaria—
porque el uso de una línea única de expresión se opone por naturaleza su
proyecto.” (3)
“Fuentes ha
apostado en sentido contrario al de la literatura mexicana del siglo XX: ha
escrito mucho y ha vivido expuesto a la opinión pública en un país en que se
celebra a los autores de encerrona y obra breve y preciosista.” (4)
“La tesis
que, con calculada audacia, enarbolaba este niño terrible de las letras en los
años sesenta apenas se ha renovado, y la visión penetrante de sus primeros
trabajos se ha visto transformada en proclamas y discursos, casi congelados
tras sus formas vivaces.” (5)
“Su ensayística se despliega mediante un estilo vigoroso y exaltado, que no
desdeña los guiños a la gayola ni los efectos especiales, que combina en una
abigarrada mezcla la sana irreverencia opinativa, los prejuicios y los aparatos
teóricos de moda.” (6)
“El ensayo de Fuentes, en su ocultamiento de la persona y las posiciones detrás de una crítica genéricamente progresista, en su pantagruélico apetito verbal, en su gula por la mezcla e ingestión de símbolos y teorías, y en su debilidad por la moda y el oropel, se convierte en un verdadero espejo de su literatura.” (7)
“Si había defendido Echeverría el 10 de junio, lo volvió hacer cuando se le
acusó de ser responsable de la salida de Scherer de Excélsior. Fuentes escribió: ‘Cuatro meses y medio antes de
terminar su gestión, el Presidente es cubierto
de ignominia, acusado de estrangular la libertad de expresión y de ensañarse,
como cualquier tiranuelo bananero, contra la crítica adversa. ¿Puede concebirse
que un hombre de la sagacidad política de Echeverría sea el autor de su propio
descrédito y de la negación masoquista de su propia obra de gobierno’?” (8)
“Su apoyo a la revolución sandinista es destacable por ser una más de las apuestas políticas de Fuentes que son criticables no por haber resultado fallidas sino por su falta de crítica y de distancia frente a los profetas armados que pesar de defraudar una y otra vez su confianza, siguen siendo atractivos para Fuentes.” (9)
“[…] Fuentes […] concede a sus lectores el privilegio de observar el desarrollo de una idea que se bosqueja en una novela, se concreta en un ensayo y se reafirma en sus declaraciones […]” (10)
“Escribe en
aviones y cuartos de hotel. Ha hecho del ser de aquí pero estar en todos lados
una forma de experimentar la vida y nos parece raro: no siendo de allá no se
asimila aquí porque le incomoda.” (11)
“La legitimidad de su crítica y propuesta no es un asunto de credenciales. El interés por su obra está justamente en escuchar a alguien que vive en esa franja de comunicación transnacional.” (12)
“En su largo periplo de intelectual de izquierda, Fuentes ha defendido tres
formas de nacionalismo, que son tres formas de antiimperialismo: el cubano, el
tercermundista mexicano y la revolución sandinista. Los experimentos resultaron
un fracaso.” (13)
Además del
trabajo de los críticos invitados por la revista, Viceversa buscó
algunos ángulos originales y por eso pedimos una colaboración a una autora capaz de sintonizar
con un aspecto muy notorio de la imagen pública de Fuentes. En su
característico estilo, ella escribió cosas como ésta: “Mucho mejor que a Columbo le
quedan las gabardinas a Fuentes. Cuando se pone la de primavera, en un beige muy clarito, tiene un look como de banquero. En cambio con la
más tradicional, en un tono más oscuro, su look
es más de un escritor súper exitoso, best
seller en el mundo entero, traducido a más de veinte idiomas”. O esta otra: “El
escritor es tan elegante que hasta cuando se va a la cama lo hace con mucho
estilo. Por lo general sus piyamas son blancas en popelina finísima. Odia las
pantuflas, sin embargo disfruta estar en bata. En verano, es blanca como
la piyama y en invierno es escocesa del clan black watch.” (14)
Para acabar
me pareció interesante leer una última cita, que en la relación de nuestro
autor con la crítica mexicana resultó significativa —profética—.
El “Balance a Carlos Fuentes” de Viceversa
incluye un relato de cómo fue a lo largo de muchos años la amistad
entre ese autor y Octavio Paz, a partir de textos de uno y otro recogidos por
un especialista. En uno de los textos de Paz se describe cómo suele ser la crítica en
México, o quizás mejor dicho aquello que se disfraza de crítica.
En las palabras del director de Vuelta resuena, naturalmente, lo que con los años acabó
sucediendo en su propia revista: “Fuentes ha sido y es el plato fuerte de
muchos banquetes caníbales. Pues en materia literaria, México es un país que
ama la carne humana. Salvo unas cuantas excepciones, no tenemos críticos sino
sacrificadores. Las bandas literarias celebran periódicamente festines habituales
durante los cuales devoran metafóricamente sus enemigos. Generalmente sus
enemigos son los amigos y los ídolos de ayer.” (15)
_____________________
Todas las citas
que conforman este post pertenecen al
número 20 de Viceversa, de enero de
1995, titulado “Balance de Carlos Fuentes”. Sus autores somos, en este orden, yo
mismo (1), Álvaro Enrigue (2, 3 y 4), Armando González Torres (5, 6 y 7), Jaime
Ramírez Garrido (8, 9 y 10), Guillermo Osorno (11, 12 y 13) y Guadalupe Loaeza
(14). La cita de Paz (15), que pertenece a la colaboración de Fernando Vizcaíno
Guerra, proviene del libro In/mediaciones
(Seix Barral, Barcelona, 1979). Las fotos de la portada de Viceversa y las que pertenecen a esa misma sesión, son de Gerardo
Suter; el resto, de Rogelio Cuéllar. Todas han sido escaneadas del
número respectivo, cuyo diseño gráfico es de Álvaro Fernández Ros.
La foto del Panel de Revistas Culturales que se llevó a cabo el viernes pasado es de Silvia Rubín Ruiz. A ella y a Abigail Villagrán, organizadoras de las jornadas de la UPAEP, les expreso mi agradecimiento por su generosa invitación.
La foto del Panel de Revistas Culturales que se llevó a cabo el viernes pasado es de Silvia Rubín Ruiz. A ella y a Abigail Villagrán, organizadoras de las jornadas de la UPAEP, les expreso mi agradecimiento por su generosa invitación.
Más sobre
Carlos Fuentes en este blog:
Esqueleto
de gonfoterio, http://bit.ly/WauQal
Más Viceversa en Siglo en la brisa:
A veinte
años de su fundación, http://bit.ly/Vk6Rm1
Un repaso de
sus números de aniversario, http://bit.ly/12BgvTJ
La revista
en la historia del diseño gráfico en México (primera de tres partes), http://bit.ly/S5fFHU
Mis diez
portadas preferidas, http://bit.ly/VXMFDt
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