viernes, 29 de agosto de 2014

El chile de Tobeyo 2/2


La semana pasada conté cómo y dónde conocí la singular historia de Tobeyo. El post estaba conformado por el relato en lengua española que incluyen Alfredo López Austin y Josefina García Quintana en su edición de Historia de las Cosas de Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún, y la explicación general que daba al asunto el antropólogo Ignacio Bernal. Como el tema da para seguir hilando, he decidido dedicar al mismo asunto esta nueva entrega de Siglo en la brisa
Esta vez reproduzco la traducción del náhuatl del mismo relato que hace Miguel León-Portilla, quien ofrece también el texto en lengua original, lo titula “la historia del Tohuenyo” y lo presenta como una narración erótica náhuatl. Don Miguel, que dice que Tohuenyo no es sino una de las formas que adquiere Tezcatlipoca para confundir y vencer a Quetzalcóatl, como también afirma Ignacio Bernal, toma la historia de “los folios del 142 recto, al 144 vuelto” del Códice Matritense del Real Palacio, que reúne los primeros testimonios que recogió Sahagún en las regiones de Tepepulco, Tlatelolco y México a partir de 1547. Mi fuente es el artículo del propio León-Portilla aparecido en Estudios de cultura náhuatl, número 1, 1958, página 8, que se reproduce de manera facsimilar en la red. (El link, al calce de esta entrega.) 
Además de su traducción, don Miguel ofrece una lectura profunda de los significados y las implicaciones de la historia del extranjero huasteco que enamoró a la hija de Huémac, último emperador de Tula, mostrándole la “cosa que le cuelga”, “el pájaro”, “el miembro viril”, según las expresiones utilizadas en su versión. Por si fuera poco, ofrece un valioso glosario de términos que ayudan a comprender mejor todo el asunto. Una muestra interesante, por cierto, es lo que dice sobre la propia voz “tohuenyo”:
Tohuenyo, según Molina: advenedizo o extranjero. La palabra tohuenyo consta de los siguientes elementos: to-: nuestro, huen-tli: ofrenda y el sufijo-yo (tl) que da al sustantivo el sentido colectivo o abstracto. Por tanto, literalmente, to-huen-yo significa “lo que constituye nuestra ofrenda”.
Esto que suena extraño a primera vista se esclarece señalando algo que parece implicado en la evolución semántica esta palabra: eran los extranjeros quienes en un principio constituían la ofrenda que se hacía en los sacrificios a los dioses. Posteriormente la voz tohuenyo, que Sahagún traduce como “indio forastero”, pasó a referirse fundamentalmente a los forasteros huastecos, que entraron en contacto con pueblos de habla náhuatl. Así, en el texto que aquí se da, tohuenyo significa: forastero huasteco. [Hasta aquí la nota.]

La historia del Tohuenyo (fragmento)
Del Códice Matritense del Real Palacio
Traducción de Miguel León-Portilla

Y he aquí otra cosa
que llevó a cabo Titlacahuan,
hizo algo que resultó un portento:
se transformó, tomó rostro y figura de un Tohuenyo.
Andando no más desnudo, colgándole la cosa,
se puso a vender chile,
fue a instalarse en el mercado, delante del palacio.

Ahora bien, a la hija de Huémac,
que estaba muy buena,
muchos de los toltecas
la deseaban y la buscaban,
tenían la intención de hacerla su mujer.

Pero a ninguno hacía concesión Huémac,
a ninguno le daba su hija.
Pues aquella hija de Huémac
miró hacia el mercado,
y fue viendo al Tohuenyo: está con la cosa colgando.

Tan pronto como lo vio,
inmediatamente se metió al palacio.
Por esto enfermó entonces la hija de Huémac,
se puso en tensión, entró en grande calentura,
como sintiéndose pobre
del pájaro –miembro viril– del Tohuenyo.

Y Huémac lo supo luego:
ya está enferma su hija.

Dijo entonces a las mujeres que la cuidaban:
–“¿Qué hizo, qué hace?
¿Cómo comenzó a entrar en calentura mi hija?”
Y las mujeres que la cuidaban respondieron:
–“Es el Tohuenyo, que está vendiendo chile:
le ha metido el fuego, le ha metido el ansia,
con eso es que comenzó, con eso es que quedó enferma.”

Y Huémac, el Señor,
en vista de esto dio órdenes y dijo:
–“Toltecas, búsquese el que vende chile,
aparecerá el Tohuenyo”.

Y luego fue buscado por todas partes.
y como no aparecía nadie,
por esto el heraldo empezó a pregonar
desde el Cerro del Pregón. Dijo:
–“Toltecas, ¿acaso en alguna parte habéis visto al vendedor de chile,
al Tohuenyo? Traedlo acá.
El Señor lo busca”.

Enseguida se hacen pesquisas,
en ninguna parte anda,
revuelven toda Tula
y aunque hicieron todo esfuerzo
no lo vieron por ninguna parte.
Entonces vinieron a comunicar al Señor
que en ninguna parte habían visto al Tohuenyo.
Pero después por sí mismo apareció el Tohuenyo,
no más se vino a instalar
donde había aparecido por primera vez.

Y cuando lo vieron los toltecas,
corrieron a informar a Huémac,
le dijeron:
–“Ya apareció el Tohuenyo”.
A lo cual dijo Huémac:
–“Venga acá a toda prisa”.

Apresurados fueron los toltecas a traer al Tohuenyo,
lo hicieron venir ante el Señor.
Y cuando lo trajeron ante él,
inmediatamente Huémac lo interrogó:
–“¿Dónde es tu casa?”
El otro respondió:
–“Yo soy un Tohuenyo,
ando vendiendo chilito”.

Y el Señor Huémac le dijo:
–“¿Pues qué vida es la tuya, Tohuenyo?
Ponte el maxtle, tápate.”
A lo cual respondió el Tohuenyo:
–“Pues nosotros así somos”.

Dijo luego el Señor: .
–“Tú le has despertado el ansia a mi hija,
tú la curarás”.

Respondió el Tohuenyo:
–“Extranjero, señor mío,
eso no podrá ser.
Mátame, acaba conmigo,
¡muera yo!
¿Qué es lo que me dices?
Si no soy más que un pobre vendedor de chile”.

Entonces el Señor le dijo:
–“Pues no, tú la curarás,
no tengas miedo.”

Y enseguida le cortaron el pelo,
lo bañaron y después de esto
lo ungieron,
le pusieron un maxtle, le ataron la manta.
Y cuando lo dejaron así arreglado,
le dijo el Señor:
–“Mira a mi hija,
allá está guardada”.
y cuando el Tohuenyo entró a verla,
luego cohabitó con ella,
y con esto al momento sanó la mujer.

En seguida, se convirtió el Tohuenyo 
en el yerno del Señor.

_________________________
El artículo de Miguel León-Portilla, “La historia de Tohuenyo. Narración erótica náhuatl”, del que está tomado el relato anterior, puede leerse completo en http://bit.ly/WPBa9g

La imagen que abre este post representa a Tezcatlipoca y forma parte del Códice Borgia. El retrato de León-Portilla procede de la página del diario Fuerza del Estado de México, que no aclara autoría (http://bit.ly/1qNGEbJ). La que ilustra la ficha explicativa de la palabra "tohuenyo" es una reprografía de Marco Antonio Pacheco realizada para Editorial Raíces. Al lado de estas líneas, León-Portilla ingresa en la Academia Mexicana de la Lengua en 1962; lo acompañan, Francisco Monterde, director de la institución, y el Padre Ángel María de Garibay K.

Más sobre este tema en este blog:
El chile de Tobeyo(1/2), http://bit.ly/1C9YwGC


Más sobre temas prehispánicos en este blog:
Códice Borgia, lámina 61 (detalle), http://bit.ly/18dkAhk
Códice Laud, http://bit.ly/13dmUao
Madero al teléfono, http://bit.ly/1mQk31O


viernes, 22 de agosto de 2014

El chile de Tobeyo (1/2)


Aunque la primera vez que leí el nombre de Tobeyo fue en un poema de Deniz (“Enumeraciones”, Op. cit., UAM, 1998, pág. 39), conocí el relato del príncipe chichimeca que hizo enfermar de amor a la hija del rey de Tula mostrándole el miembro viril en las páginas de Tenochtitlan en una isla, el librito de Ignacio Bernal que se mantiene tan fresco y legible como lo era cuando fue publicado por primera vez, en 1974, ahora hace exactamente cuarenta años. La fuente del relato me parece que es la Historia General de las Cosas de Nueva España, en el que puede leerse con las repeticiones y muletillas propias del lenguaje oral en crudo, y no está nada mal ir hasta allí a echarle un ojo aunque solamente sea para hacer los honores a la portentosa enciclopedia del Padre Sahagún. (La semana próxima volveré al tema, acudiendo a otra fuente y a una interpretación distinta.)
Acudo a la mejor edición que hay de la parte escrita en español de la obra del venerable franciscano, que es la de López Austin y García Quintana que forma parte de la colección Cien del Mundo de la Dirección de Publicaciones de Conaculta. Antes, sin embargo, reproduzco un fragmento de Ignacio Bernal que nos pone en las circunstancias en que se inserta el legendario relato, y que no son otras que los tiempos finales del imperio tolteca, en el siglo XII. Al último, hago lo mismo: vuelvo a Tenochtitlan en una isla para cerrar con un dato histórico que nos ayudará a situar la leyenda en el tiempo.
Leamos, pues, lo que explica Bernal (Tenochtitlan en una isla, FCE, colección Tezontle, México, 1995, págs. 100-102):
“El último rey de Tula, Huémac, que quiere decir ‘mano grande’, reinó alrededor de 70 años. Al principio su reinado fue muy feliz pero con el tiempo empezaron las calamidades. Primero tremendas sequías y hambre, y después invasiones de nómadas, causadas probablemente por la sequía. A esto se añade una crisis interna que tal vez se origina porque los toltecas –llegados a la cima del poder–, se dedican sólo a imponer a los pueblos dominados tributos pagaderos con objetos de lujo, como plumas o piedras preciosas, y olvidan las exigencias económicas y sobre todo el cultivo del maíz.
Desde la fundación de la ciudad la población de Tula era mezclada, incluyendo varios grupos distintos en un continuo estado de efervescencia. Cada uno de sus grupos poseía un dios, extraño a los toltecas y frecuentemente enemigo. Bajo el reinado de Huémac, [los toltecas], desesperados al ver que su propio dios no los escuchaba, llevaron sus oraciones y sacrificios a los dioses importados de fuera. Éstos adquirieron entonces un prestigio considerable y bajo su protección aumentó en Tula la importancia de los extranjeros cuyas continuas rivalidades iban a agravar la crisis interior. Estos acontecimientos históricos nos son relatados también de forma legendaria. Se nos cuenta que uno de los grupos enemigos de Tula envía a uno de sus semidioses, llamado Tobeyo, disfrazado de modesto vendedor de chile. El joven guerrero, desnudo como era costumbre de su tribu, se sienta en el mercado a vender su pobre mercancía. El mercado se hallaba situado frente al palacio Real, en donde vivía la hija única del rey Huémac, que era bellísima y había sido cortejada sin éxito por todos los jefes toltecas.”
Ahora veamos la leyenda de Tobeyo / tohueyo según aparece relatada en la Historia de Sahagún. Ocupa el Capítulo Quinto del Libro III, “Del principio de tuvieron los dioses”, que puede leerse en la página 312 del primero de los tres tomos de la edición de Conaculta. Según el rico glosario que incluye esa edición, la palabra “tohueyo”, de la que derivó el nombre del personaje del relato, significa “extranjero”. La semana próxima volveremos al tema.

“De otro embuste que hizo aquel nigromántico llamado Titlacahua
Otro embuste hizo Titlacahuael cual se volvió y pareció como un indio forastero, que se llama tohueyo, desnudo todo el cuerpo como solían andar aquellos de su generación, el cual andaba vendiendo axí verde, y se asentó en el mercado, delante del palacio. Y el Huémac, que era señor de los tultecas en lo temporal, porque el dicho Quetzalcóatl era como sacerdote y no tenía hijos, tenía una hija muy hermosa, y por la hermosura codiciábanla y deseábanla los dichos tultecas para casarse con ella, y el dicho Huémac no se la quiso dar a los dichos tultecas. La dicha hija de Huémac miró hacia el mercado y vio al tohueyo totalmente desnudo, y el miembro genital. Y después de lo haber visto la dicha hija entróse en palacio y antojósele el miembro de aquel tohueyo, de que luego comenzó a estar muy mala por el amor de aquello que vio. Hinchósele todo el cuerpo y el Huémac supo cómo estaba muy mala la hija, y preguntó a las mujeres que la guardaban: ‘¿Qué mal tiene mi hija? ¿Qué enfermedad es ésta que se le ha hinchado todo el cuerpo?’. Y le respondieron las mujeres, diciendo: ‘Señor, de esta enfermedad fue la causa y ocasión el indio tohueyo que andaba desnudo y vuestra hija vio y miró el miembro genital de aquel tohueyo, y está mala de amores’.
Y el dicho serñor Huémac, oído estas palabras, mandó diciendo: ‘¡Ah, tultecas! Buscadme al tohueyo que andaba por aquí vendiendo axí verde. Por fuerza ha de aparecer’. Y ansí lo buscaron por todas partes. Y no pareciendo, un pregonero subió a la sierra que se llama Tzatzitépecy pregonó, diciendo: ‘Ah, tultecas. Si halláis un tohueyo que por aquí andaba vendiendo axí verde, traeldo ante el señor Huémac’Y ansí buscaron en todas partes, y no le hallaron, viniendo a decir al señor Huémac que no parecía el dicho tohueyo. Y después pareció asentado en el tiánquez donde de antes había estado vendiendo el axí verde. Y como le hallaron, luego fueron a decir al señor Huémac cómo había parecido. Y dijo Huémac: ‘Traédmelo acá presto’. Y los dichos tultecas fueron por él a llamarle y traerlo.
Y traído ante el señor Huémac, éste díxole: ‘¿De dónde sois?’. Y respondió el tohueyo: ‘Señor, yo soy forastero. Vengo por aquí a vender axí verde’. Y más le dixo el señor: ‘Ah, tohueyo, ¿dónde os tardastes? ¿Por qué no os ponéis el máxtlatl y no os cubrís con la manta?’. Y le respondió el tohueyo diciendo: ‘Señor, tenemos tal costumbre en nuestra tierra’. Y Huémac dixo: ‘Vos antojastes a mi hija. Vos la habéis de sanar’. Y le respondió el dicho tohueyo: ‘Señor mío, en ninguna manera puede ser esto, mas matadme. Yo quiero murir porque yo no soy digno de oír estas palabras, viniendo por aquí a buscar la vida vendiendo axí verde’. Díxole el señor: ‘Por fuerza habéis de sanar a mi hija. No tengáis miedo’. Y luego tomáronle para lavarle y trasquilarle, y le tiñeron todo el cuerpo con tinta, y le pusieron el máxtlatl y le cubrieron con una manta el dicho tohueyo. Y díxole el señor Huémac: ‘Anda y entra a ver a mi hija allá dentro donde la guardan’. Y el dicho tohueyo ansí lo hizo, y dormió con la dicha hija del señor Huémac, de que luego fue sana y buena. Y desta manera el dicho tohueyo fue yerno del dicho señor Huémac.”
Hasta aquí la traducción del testimonio dado a Sahagún. Por último, vuelvo a Bernal, quien explica así la leyenda:
“Este parentesco enojó tanto los toltecas que la mayor parte de ellos, muy disgustados del sitio preponderante dado al extranjero Tobeyo, se rebelaron en contra de Huémac. Evidentemente, la leyenda de Tobeyo representa mágicamente los diversos pueblos extranjeros, sobre todo huastecos establecidos en Tula y cuya influencia siempre creciente obligó a los toltecas a combatirlos. Estalla una serie de revoluciones que finalmente obligan a Huémac, en 1168, abandonar su capital. Se refugia en Chapultepec, donde parece haberse suicidado años más tarde, hacia 1174. Con él desaparece el imperio tolteca.”

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La semana entrante, en Siglo en la brisa, la versión del Códice Matritense de esta misma leyenda, en traducción de Miguel León-Portilla.

La imagen que abre este post proviene del Códice Florentino (libro IX, f. 50v.) y es una reprografía de Marco Antonio Pacheco propiedad de la editorial Raíces. Tomo la imagen de la red. La foto de Ignacio Bernal proviene del post de Noticieros Televisa en que se dio noticia del homenaje que se hizo en 2013 al autor de Tenochtitlan en la isla. La imagen de Tezcatlipoca pertenece al Códice Borgia, aunque la tomo de la Wikipedia. La de Tula, de la página Taringa!

Más sobre temas prehispánicos en este blog:
Códice Borgia, lámina 61 (detalle), http://bit.ly/18dkAhk
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viernes, 15 de agosto de 2014

Siluetista de músicos


Mi amigo Sergio Vela envió a Gerardo Suárez, Presidente de la Academia de Música del Palacio de Minería, la imagen que abre este post, y la acompañó de una nota en la que explica quiénes aparecen en ella:


"Querido Gerardo: He aquí la estampa de Otto Böhler (1847-1913) para celebrar a Johann Strauss Jr. (1825-1899). La parte más divertida es identificar a los compositores que no pueden resistirse al embrujo del Rey del Vals: con él al centro, vemos en primer plano a Bach, en amena plática con un ángel o con una santa (¿quizá santa Cecilia?), a Liszt con hábito de abad con un querubín, a Wagner con otro querubín, y a Beethoven, circunspecto. En segundo plano, salvo que mucho me equivoque, Haydn es pareja de Schumann, Mozart baila con Bruckner, Händel está con Gluck, alguien (que se parece a Hans von Bülow) está con Brahms y Weber se encuentra con Schubert. ¡Un gran abrazo! Sergio"

Como decían los narradores del siglo XIX, o aquellos laboriosos traductores en los que los conocimos en los años ochentas, leer el correo de Sergio y ponerme a buscar otras imágenes de Böhler fue todo uno. Este post es el resultado. 
Los datos de su vida están bien a mano, por ejemplo en la Wikipedia: artista austriaco nacido en Frankfurt, dedicó parte de su trabajo a dibujar las siluetas de los más destacados músicos alemanes, de Bach a Mahler, y las de los pianistas y los compositores de su época. Al parecer sólo se conservaron unos cuantos originales, que actualmente pertenecen a las colecciones de diversos museos. Me extraña que no existan ediciones modernas de sus célebres siluetas, por lo que dudo de la veracidad de mis pesquisas. Después de andar aquí y allá en su búsqueda, vuelvo a las que recoge la enciclopedia en línea. Aquí una pequeña colección, para beneplácito de los lectores de Siglo en la brisa.

Edvard Grieg

Gustav Mahler

Johannes Brahms

Richard Wagner

La fiesta en el cielo del centésimo cumpleaños de Franz Schubert

La llegada de Bruckner al cielo

Bruckner toma un poco de rapé a invitación de Richard Wagner