viernes, 25 de marzo de 2016

Seis años de Siglo en la brisa

Este mes se cumple un nuevo aniversario de la fundación de Siglo en la brisa. Durante todas las semanas de los últimos seis años, he publicado una entrega en este blog: un ensayo, un poema, un fragmento de textos propios o ajenos, unas fotos. Igual que en ocasiones anteriores, me ha parecido que la mejor manera de celebrarlo es volver a traer a cuento las entradas que más llamaron la atención de mis lectores y amigos durante los últimos doce meses. Las enlisto a continuación, debidamente acompañadas de un pequeño texto descriptivo y la liga que conduce a ellas, en el orden en el que aparecieron por primera vez.  

1. Croquis, de Carlos Mijares. 20 de marzo de 2005
Martirene Alcántara, quien durante los últimos años compartió con Mijares viajes y amistades, y que fotografió amorosamente su obra para la edición monográfica que dedicó al arquitecto la revista Artes de México, me envía una pequeña muestra de las varias decenas de dibujos que conforman la edición de Croquis. Es una manera de decir que extrañaremos a Carlos, aun con el consuelo de este libro póstumo que tiene como objetivo divulgar algunas de sus grandes enseñanzas. (Foto: Martirene Alcántara.)

2. Una foto de Alberto Kalach. 15 de mayo de 2015
El pasado sábado 7 de febrero [de 2015], al acudir a un cumpleaños en la azotea de la última obra terminada de mi amigo arquitecto, Alberto Kalach me recibe con una fotografía de cuya existencia yo no tenía ni la más remota idea. Según me explica, me la tomó él mismo, lo que no puede haber ocurrido sino allá por los años en que más lo frecuenté, entre 1986 y 1988, por los días exactos en que aprendí y puse en práctica, en su despacho de arquitecto, las bases del oficio editorial. (Foto de Alberto Kalach.)

3. Una errata pertinaz. 5 de junio de 2015
Lo que no tiene perdón es que en 2011, cuando “La suave Patria” cumplió 90 años, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se encargara de dar nueva vida al despropósito, con lujo de esplendor y de derroche. El gobierno pagó en aquella ocasión dos planas enteras del suplemento El Ángel del periódico Reforma para reproducir completo el poema de López Velarde, con la viejísima errata incluida.

4. Seis segundos de pasado legítimo. 26 de junio de 2015
Un amigo, que alguna vez me oyó contar que una noche de agosto 1981 asistí en la sala Ollin Yoliztli a una inolvidable lectura de poetas en la que participaron, entre otros, Borges, Günter Grass, Allen Ginsberg y Octavio Paz, me mandó el enlace que lleva a un video de esa ocasión. Dijo: “Para ver si te encuentras entre el público”. Fue emocionante, antes de que pasaran diez minutos, efectivamente, encontrarme en él.

5. 90 años de mi lucha. 17 de julio de 2015
¿De qué se trata el libro que escribió Hitler en la cárcel? ¿Quién lo editó originalmente y qué efectos tuvo su primera edición? ¿De quién son los derechos, todavía en lo que resta de año, antes de que queden liberados? ¿Anunció Mi lucha la espiral de atrocidades y horror que vino con el esplendor del nazismo? ¿Qué significa el que pueda editarse y leerse de nuevo de manera masiva? A todas estas preguntas contestó el invitado de nuestro programa, mi amigo Jacobo Dayán. 

6. David Huerta dialoga con López Velarde. 31 de julio de 2015
En el número de junio de la Revista de la Universidad pudo leerse el bello y generoso texto que el poeta David Huerta leyó en la presentación de mi libro Ni sombra de disturbio el pasado 29 de abril en el Museo Tamayo. Lo que no apareció en las páginas de la publicación universitaria es algo que David leyó también aquella noche: un par de poemas escritos en homenaje a López Velarde que ha tenido la enorme gentileza de dedicarme.

7. Colegas humanistas. 28 de agosto de 2015
En el último año de la preparatoria coincidí, en el Área Cuatro, la dedicada a las Disciplinas Sociales, con una serie de colegas que acabaron dedicándose al cine, al teatro, a la filosofía o a las letras a pesar de no contar con el mínimo estímulo académico para decidirse a hacerlo. La prueba de que los maristas no ayudaron en el desarrollo de sus capacidades artísticas es que la mayoría de ellos estudiaron algo que no era su vocación, antes de tomar su verdadero camino, exactamente como me pasó a mí.

8. Alcántara. 7 de agosto de 2015
La idea me vino tan de pronto, que fue casi como una inspiración: Alcántara, ¿no era precisamente ése el apellido de aquel pintor al que había yo conocido una tarde de mediados de los años ochentas en la casa de Jorge Carrión? Sin duda, me interrumpió ella antes de acabarle de dar todos los detalles, sin ninguna duda a quien había conocido en casa de los Carrión era su padre, Ernesto Alcántara. La cosa estuvo todavía más nítida para ella en cuanto le conté la escena, que puedo ubicar con toda precisión en 1986 porque ese año está firmado el dibujo que Alcántara me regaló aquella vez, por cierto el primero de los dos que aparecen en esta historia, y que he atesorado durante casi tres décadas. (Foto: Martirene Alcántara.)

9. El número de Scherer en línea. 25 de septiembre de 2015
Con frecuencia me preguntan si tengo algún ejemplar del número que Viceversa dedicó a Julio Scherer en abril de 1994. La respuesta es siempre la misma: quitando el que forma parte de mi archivo, ni uno solo. Hace unas semanas pedí a la diseñadora Heidi Poun que me ayudara a subir el número a Issuu. El propósito de este post es anunciar que acabamos de hacerlo; en el enlace que se ofrece en él, puede verse y leerse el número entero (incluidos forros, secciones que no tienen que ver con el dossier dedicado al fundador de Proceso, y hasta anuncios). 

10. Antonio Ortuño, entre México y España. 22 de enero de 2016
Principalmente por causas de tiempo, me resulta imposible dar sitio en la radio a todos los libros que leo y me interesan. Así me sucedió hace poco con la novela Méjico, del narrador jalisciense Antonio Ortuño. Entre otras razones, y más allá de su punzante narrativa y su impecable factura, el libro me interesa porque explora con inteligencia y verdadero conocimiento de causa las relaciones entre México y España, un tema no precisamente en boga que sigue estando en el centro de mi trabajo.

11. Deniz: cómo y cuándo nació el seudónimo. 29 de enero de 2016
Los periódicos acababan de dar a conocer la fotografía de Eddie Adams tomada en Vietnam del momento en que un jefe policiaco dispara a la cabeza de un enemigo preso. Cuando Almela la vio, decidió dirigir una pequeña carta a la dirección de la revista Siempre!

12. El grupo Alatorre (guión de radio). 5 de febrero de 2016
A mediados de los años cincuentas del siglo pasado, los dos grandes filólogos mexicanos Antonio Alatorre y Margit Frenk fundaron un grupo de intérpretes de antigua música española, y grabaron un disco que durante largas décadas fue tan deseado (por quienes sabían de su existencia) como perfectamente inconseguible. El año pasado, para celebrar los 75 años de su fundación, el Colegio de México digitalizó esas grabaciones e imprimió un disco con ellas, que obsequió como regalo de aniversario.

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En la foto que acompaña esta nota, una de las fantásticas piezas de cerámica que conforman la exposición "Duelo", de Francisco Toledo, a la que dediqué la entrada del 6 de noviembre de 2015, http://bit.ly/1Uh1btb.

Todas las entregas de aniversario de Siglo en la brisa:
El primer año, http://bit.ly/wvnnI4
Dos años de este cuaderno en línea, http://bit.ly/XwUDVb
Tercer aniversario: http://bit.ly/OX43Mx
Cuatro años en la red, http://bit.ly/1KWBLg6
Quinto aniversario de este blog, http://bit.ly/1ZmyxGi





viernes, 18 de marzo de 2016

José Ramón Ripoll en México

Uno de los máximos divulgadores de la buena música en España, el poeta José Ramón Ripoll, estuvo en México el año pasado para participar en un encuentro internacional de escritores. Quodlibet, la revista digital de la Academia de Música del Palacio de Minería, de la que soy editor, entró en contacto con él para proponerle un cuestionario sobre los más distintos temas: sus varias décadas al frente de algunos proyectos de difusión musical, empezando por los diversos programas que ha conducido con los años en la radio pública española, y su propia obra literaria, que bebe de los provechosos márgenes entre la música y la poesía, y en la que destaca su colaboración con diversos compositores e intérpretes. Ofrezco algunos fragmentos de mi conversación con él, como un invitación dirigida a los lectores de Siglo en la brisa para que se asomen a la revista en línea (el link, al calce).
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Entrevista con José Ramón Ripoll
(Tomado de Quodlibet, número 19)

¿Cuáles son las lecciones que te deja tu trabajo de varias décadas como promotor de la buena música en los medios españoles?
He aprendido más durante mi ejercicio como difusor de la música en los medios de comunicación, como conferenciante, divulgador de conciertos o firmante de notas al programa que en toda mi carrera como estudiante del conservatorio. Creo que el contacto directo con el público que se acerca a la música para disfrutarla me ha incitado a escucharla de manera diferente, poniéndome en el lugar del otro e intentando explicar ciertas experiencias personales que he experimentado frente a una determinada pieza sonora, ya fuese una canción, una sinfonía o un cuarteto de cuerda. Desde el principio me impuse, casi sin darme cuenta de ello, una condición en mi trabajo,  consistente en transmitir sinceramente aquello que la música producía en mi interior. Sin olvidar nunca los datos básicos, su estructura, su forma, su análisis o su contexto histórico, he tratado de subrayar el aspecto poético y sustancial de la obra en cuestión. Incluso cuando he tenido que escribir e investigar sobre algún tema desde un ángulo más académico o musicológico, siempre he tenido en cuenta que el resultado de ese trabajo debía leerlo o escucharlo, no sólo un especialista, sino cualquier interesado en la materia. Me irritan esos comentarios, por ejemplo, que se obstinan en su propio circunloquio y no hacen otra cosa que espantar al lector y, en muchas ocasiones, despistar al oyente. Pero la mejor lección que he aprendido es la de la multiplicidad, es decir, cómo podemos ir desvelando nuevos secretos de la música en cada una de las escuchas, porque ninguna es igual a la otra, aun tratándose de la misma versión. El impacto que un sonido produce en las distintas etapas de la vida, incluso en el mismo día, es siempre diferente, y eso es maravilloso. Poder reflejarse en la música, como en un espejo que muestra nuestro rostro, pero también nuestra alma, ayudándonos a conocerla, no tiene precio, y encierra una lección magistral que, si se logra compartir con quienes tratan de acercarse a esa misma música, resulta milagroso.
[…]
Es sabido que, al menos en términos generales, los escritores no suelen ser precisamente melómanos. ¿Cómo percibes la relación entre poesía y música, tú que, además de tu trabajo como musicólogo, eres un reconocido poeta que ha sido galardonado en diversas ocasiones y has dirigido durante muchos años la literaria Revista Atlántica?
Creo que la poesía tiene que ver más con la música que con la literatura. Cuando escribo siempre lo hago movido por un instinto musical. No trato de contar ninguna historia, sino de poner en marcha un proceso que se genera a partir de una célula sonora. A veces me levanto con un verso soñado en la cabeza que no sé ni de dónde viene ni a dónde quiere ir a parar, y poco a poco evoluciona más allá del sentido de sus palabras. 
Apoyo a veces el apunte en el atril del piano e improviso sobre ello, hasta que surgen otros versos desde esas armonías que se producen instintivamente entre las palabras y el teclado. No quiero decir con eso que mi poesía sea sólo música, no. Pero es el sonido quien produce un pensar envolvente, que da como resultado el poema. Es verdad, la mayoría de los escritores viven de espaldas a todo este entramado, pero la música va por dentro.
¿Hasta dónde, y de qué manera, ha marcado la música tu trabajo como poeta?
A veces me pregunto si mi poesía no es otra cosa que una ramificación de mi conciencia musical. En determinado momento de mi vida me decanté por la palabra, pero nunca sentí que había cambiado de registro. Creo que más que escribir, compongo, aunque me salga en verso.
¿Cómo se percibe México, como tierra de música y de músicos, desde la distancia?
México me interesó siempre desde el punto de vista musical, tanto por sus compositores, como por haber sido la tierra de acogida de tantos músicos españoles durante el largo exilio originado por nuestra guerra civil. La primera vez que visité México capté su especial energía y su sonoridad. Es importante seguir investigando en la relación existente entre los músicos españoles y mexicanos, porque tenemos diferencias que nos enriquecen, pero también tradiciones comunes. Tanto en la poesía como en la música deberíamos hacer un esfuerzo por ahondar en todos estos aspectos que, pese a tantos buenos proyectos, ensayos y reflexiones, aún no son demasiado conocidos.
¿Cuáles de tus libros especializados en música están en catálogo actualmente, como para que podamos recomendarlos a los lectores de Quodlibet?
Lamentablemente todo cuanto he escrito sobre música está dispersamente publicado, bien en catálogos, monografías puntuales e institucionales, bien en colecciones desaparecidas o mal distribuidas. Debo reunir todo de nuevo y reeditarlo. Especialmente aprecio títulos como Cantar del agua, Variaciones sobre una palabra o varios trabajos sobre Falla, Chopin, Shostakovich, etc.
¿Cómo surge y se mantiene la relación con el Centro Virtual del Instituto Cervantes en la que están no pocos de tus ensayo especializados en música?
Mi colaboración con el periódico Rinconete, que edita el Centro Virtual del Instituto Cervantes, se remonta al año 2000, donde escribo asiduamente artículos y reflexiones sobre música española e iberoamericana. Puede decirse que es una especie de miscelánea, pues abarco todos los géneros, estilos, autores, épocas o escuelas sin un determinado orden previo, sino según se me ocurre. No se trata de ensayos, sino de artículos de difusión general, en los que trato de aportar mi visión particular sobre cada uno de los temas. Si alguna vez los reuniera, seguro que podrían formar un modesto volumen. Estos escritos me ayudan a mantener un contacto con la tradición, al tiempo que me invitan a asomarme a la contemporaneidad.
¿Qué te parece lo más relevante de la relación entre Cervantes y la música, tema que has trabajado con especial interés, y del cual reproducimos en este mismo número una selección de tus textos?
“Señora, donde hay música no puede haber cosa mala”, dice Sancho en el capítulo 34 de la Segunda Parte de El Quijote. Cervantes era un hombre viajado que seguramente conoció de cerca la música italiana de la época, las danzas otomanas en Argel y el ambiente sonoro que ilustraban las escenas donde se desarrollan sus historias. En el capítulo 8 de Los trabajos de Persiles y Segismunda escribe: “y de todos estos sones redundaba uno sólo, que alegraba con la concordancia, que es el fin de la música”. Cervantes es imprescindible para escuchar, no sólo la música interior que producen sus palabras, con sus ritmos y cadencias tan singulares, sino para oír aquella que resonó y sigue sonando tras sus escenas y personajes.

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La fotografía que abre este post pertenece al archivo de José Ramón Ripoll; lo mismo la segunda. En la tercera, el poeta español aparece retratado con su colega mexicana Carla Faesler, en la ciudad de Aguascalientes.

Los 19 números que han salido hasta la fecha de Quodlibet, la revista digital de la Academia de Música del Palacio de Minería, pueden leerse y descargarse en http://www.quodlibet.org.mx/

José Ramón Ripoll en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino (Aguascalientes, México, octubre de 2015), http://bit.ly/1nDzD2k

Más sobre música en este blog:
Sobre el Grupo Alatorre, http://bit.ly/1RVrqBr
Siluetista de músicos, http://bit.ly/1wrk385
Un soneto de Leopoldo Lugones sobre Juventino Rosas, http://bit.ly/1Rc6Fob