César Aira
me citó en una desangelada cafetería muy cerca de la esquina de Callao y
Corrientes. Era junio de 1999. El propósito de mi estancia en Buenos Aires era
recabar información y hacer algunas entrevistas para escribir una crónica del
centenario de Borges. Al poco de empezar a conversar, antes incluso de entrar en
materia, Aira abordó un tema totalmente inesperado: Deniz.
Me dijo que era uno
de sus autores preferidos de la literatura mexicana y que lo leía y releía con
verdadera fascinación. Estos días ha caído en mis manos un libro en el que el
brillante narrador argentino expone las razones de su admiración por el poeta
mexicano. Durante los últimos meses, en Argentina, México y Alemania han
aparecido algunas publicaciones que contienen materiales sobre el autor de Gatuperio. Este artículo las enlista y
comenta brevemente.
Dunkle Tiger,
Lateinamerikanische Lyrik, de Michi Strausfeld, editora (S.
Fischer, Frankfurt, 2012)
Un hermoso
volumen editado en Frankfurt por la editorial S. Fischer bajo el título de Oscuros tigres compila a algunos de los
poetas hispanoamericanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Se
trata de un grupo de dieciséis autores de diez países entre los que están Olga
Orozco y Juan Gelman (Argentina), Nicanor Parra y Gonzalo Rojas (Chile), Blanca
Varela y Jorge Eduardo Eielson (Perú), Álvaro Mutis y Giovanni Quessep
(Colombia) y Eliseo Diego y José Kozer (Cuba)… También aparecen Ida Vitale
(Uruguay), Rafael Cadenas (Venezuela) y Carlos Martínez Rivas (Nicaragua).
México es el único país que aporta tres poetas a la selección: Lizalde, Pacheco
y Deniz.
Firmada por Michi Strausfeld, una editora cuyo trabajo ha sido
importante para la difusión de la literatura latinoamericana en tierras
tudescas, la antología reúne el trabajo de diez traductores diferentes. Algo
salta a la vista: es predecible que en ella estén Pacheco o Gelman, e incluso
Parra, no así Deniz (cuyas versiones al alemán son de Susanne Lange). Copio la
parte más interesante de la nota que le corresponde, en traducción de un amigo.
Antes, no puedo dejar de anotar que la frase que se cita como del poeta
contiene una ironía evidente que la editora alemana no parece percibir.
“Su
obra se nutre de literatura, ciencia y música, y de preferencia con materiales
de ámbitos distantes de la lírica. Por causa de la variedad de sus influencias
y por su lenguaje, ha sido considerado un neobarroco.
En este sentido, Deniz no quiere mostrar erudición sino hacer malabarismos con
piezas móviles, para iluminar la realidad desde las perspectivas más diversas.
Muchos poemas introducen la ironía y los experimentos lingüísticos en el tono
solemne. Así, su poesía ha sido señalada como una suerte de ‘contrapoesía’.
Deniz dice: ‘yo mismo estoy consciente de que no escribo verdaderos poemas,
sino a lo sumo parodias desvergonzadas de ese género sutil, difícil, selecto y
variado llamado poesía’. Se le cuenta entre los autores marginales, ‘raros’, de
la lírica mexicana, y sin embargo ha influido decisivamente en muchos poetas
jóvenes. Los críticos lo consideran como uno de los poetas más innovadores de
Latinoamérica.”
Los poetas
hispanomexicanos, estudio
y antología, de Enrique López Aguilar (Ediciones EON y UAM Azcapotzalco,
enero de 2012)
Un
antología de trece poetas precedida por un estudio de 175 páginas recoge la
obra de los hijos de quienes pelearon la Guerra Civil y acabaron
estableciéndose en condición de exiliados en México. Deniz aparece en ella
junto a autores como Luis Rius, José Pascual Buxó, Jomí García Ascot, Angelina
Muñiz-Huberman, Federico Patán, César Rodríguez Chicharro y Tomás Segovia.
Habría mucho qué decir sobre este nuevo intento, el tercero por lo menos, de
situar una poesía en principio planteada entre España y México y que acabó
formando parte de la literatura de nuestro país. Llama la atención que de las
publicaciones recientes con trabajo de o sobre Deniz, ésta sea la menos
comprensiva. Quizás la explicación esté en que algunos conceptos de su autor
parezcan algo estrechos y su punto de vista de cuando en cuando un tanto
dogmático. Para explicar, por ejemplo, el mundo de los españoles en México no
hace más que volver al maniqueo lugar común y dividirlos entre lo que llama
“gachupines” y “republicanos”: los primeros, que emigraron a tierras mexicanas
antes de la guerra, resultaban “represivos e intolerantes”; los segundos, que
llegaron aquí como consecuencia de ella, eran “formadores e inteligentes”. Más
adelante llama a aquéllos “ignorantes, ambiciosos y conservadores” y dice que
carecían de la “autoridad moral” que tenían los exiliados. (¿Cómo explicarle
que la misma palabra “republicanos” es conflictiva e inexacta?) Según él mismo,
Deniz es uno de los poetas más singulares del libro y probablemente el que
menos lazos de unión tiene con el resto: no tuvo nada que ver con los maestros del
grupo, no se dedicó a la docencia, no hizo tesis, no editó revistas, no
manifestó nostalgia por una cultura o un paisaje…
Quizás por esa singularidad, el significado y
los alcances de su obra se le escapan de punta a punta. ¿Qué hacer con un autor
que ha afirmado de todas las maneras posibles que no se identifica con el
exilio político y que incluso ha denunciado algunos de sus aspectos negativos,
al revés de la idealización a la que se ha tendido en México? Cuando se refiere
a la importancia de su obra, que relativiza diciendo que si Tomás Segovia o
Deniz son “si no famosos, por lo menos reconocibles para segmentos mexicanos
cultos académicos que leen poesía” no es porque quepa la posibilidad de que
sean los mejores del grupo sino porque estuvieron “integrados al gran tranvía de la cultura presidida por Octavio Paz”
(el subrayado es suyo), y todavía se refiere a “las tendenciosas encuestas de Letras Libres que suelen incluir a Deniz
como si fuera el único poeta hispanomexicano”.
Luego afirma que nuestro poeta
empezó estudiando química pero “su actitud antiacademicista [sic] lo alejó de los estudios
universitarios, convirtiéndose en un intelectual autodidacta y diletante”. A
veces parece que para el pensamiento académico universitario sólo existe una
alternativa a lo que no sea él mismo: la condición de aficionado, el diletantismo. Sin embargo, todo el que
conozca a Deniz sabe que de ninguna manera le ajusta ese calificativo, de
innegable connotación negativa. (Es lo mismo que uno piensa al leer esta
extraña observación: “sus libros se han publicado en editoriales no
universitarias”, como si fuera sorprendente que hubiera vida más allá de los cubículos…) Más adelante
dice que se interesó en “cuestiones de traducción”, lo que tampoco es cierto:
si durante largos años Juan Almela tradujo fue como una forma enojosa de
mantenerse —aunque hubo excepciones, como en todo—. ¿Y a qué se refiere cuando
escribe que “para varios lectores —inclusive expertos en literatura
contemporánea—” su poesía [es] “estrambótica e incomprensible”? Es necesario
preguntarle: ¿quiénes son esos “expertos”? Más allá de un par de casos
anecdóticos, la crítica negativa a la obra de Deniz, si existe, no ha sido
divulgada —o al menos que yo sepa—.
Es significativo que el estudio acabe con
una cita de Antonio Carreira en la que el prestigioso gongorista español
describe a Deniz como “el más rebelde y original del conjunto, que ha alcanzado
el paroxismo encerrando citas, enigmas y palabros en sus poemoides, y que acaba de arreglarlo con esta
declaración: ‘Comprendo que no se me comprenda pues no hay nada que
comprender’”. Con sus flaquezas, el libro de López Aguilar resulta valioso
porque nos pone delante de una serie de poetas de difícil acceso (Perujo, Jomí,
Buxó, incluso Chicharro) y nos descubre a otros como Nuria Parés. Incluso diría
que también lo es para el estudio del propio Deniz porque le otorga a éste una
perspectiva desde la que es interesante y aun necesario considerarlo: Los poetas hispanomexicanos ofrece un
contexto a un poeta que parecería no tenerlo, aunque sea sólo para desmarcarse
de él.
La nueva edición de Mansalva (Editorial Mansalva, Colección
Poesía y Ficción Latinoamericana, Buenos Aires, 2012)
A finales
de 2010 estuvo en México el librero y editor argentino Francisco Garamona. Un
lustro antes había fundado una editorial llamada Mansalva, nombre que tomó de
la antología que reúne poemas de los tres primeros libros de Deniz (Lecturas
Mexicanas, Segunda Serie, SEP, 1987).
Garamona consiguió la anuencia del poeta
para editar nuevamente el libro, esta vez bajo el sello bautizado en su honor y
cuyo primer título, allá a finales de 2005, había sido El pequeño monje budista de César Aira (que por estos días reedita
ERA en México). Pero lo mejor de la nueva edición es una nota precisamente de
Aira reproducida en la contraportada y de la que copio algunas frases. Para él,
los poemas de Deniz son “suntuosos acertijos cargados de vocablos raros,
alusiones hipercultas y conclusiones oscuras. Pese a lo cual hay en ellos una
luz intensa y una constante felicidad. […] Lo más atractivo de su obra son los
poemas largos, o series de poemas, en los que actúan y dialogan algún personaje
histórico o literario y un interlocutor menos ubicable […] en lo que terminan
siendo verdaderas novelitas filosóficas pobladas de aventuras, que pueden
releerse indefinidamente (porque nunca se las [sic] termina de entender), siempre con placer”.
Y más abajo: “Con
cuentagotas, ha publicado exégesis de algunos de sus poemas. Estos textos son
del mayor interés pues iluminan de modo exhaustivo las alusiones históricas o
enciclopédicas en general recónditas a las que el autor es proclive, y lo que
parecía una máquina de puro efecto verbal se revela como un relato
perfectamente razonable […] Que estas explicaciones existan, y se hayan
publicado, así sea en cantidades mínimas, carga de promesas el resto de su obra
y la vuelve más intrigante todavía. De hecho, sugieren un procedimiento de
composición con el que se podrían reconstruir mecánicamente todos los poemas”.
Además de reeditar Mansalva,
Garamona, que acaba de fundar la revista literaria Luz Artificial, incluyó en el número inaugural de esa publicación
los fragmentos de las entrevistas denicianas que salieron hace poco más de dos
años bajo el título de “Superhiperbático” (Luvina,
Revista de la Universidad de Guadalajara, número 58, primavera de 2010).
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Este texto apareció el día de ayer, sábado 25 de agosto de 2012, en el suplemento Laberinto (http://www.milenio.com/suplementos/laberinto) del periódico Milenio (www.milenio.com). Vaya un agradecimiento a su director, José Luis Martínez S.
Este texto apareció el día de ayer, sábado 25 de agosto de 2012, en el suplemento Laberinto (http://www.milenio.com/suplementos/laberinto) del periódico Milenio (www.milenio.com). Vaya un agradecimiento a su director, José Luis Martínez S.
El retrato
de Deniz que abre este post lo hice yo mismo en Chapultepec el domingo 23 de enero de 2011. La foto a la izquierda de estas líneas, que es de esa misma mañana, es de Florencia Molfino. La de
César Aira, que es de Daniel Mordzinski, la tomo prestada de http://bit.ly/nP14ZQ
y la de Michi Strausfeld, de http://bit.ly/NNfWCP.
La imagen en la que aparece Enrique López Aguilar es de la presentación de su
libro, el 25 de febrero de este año, y la tomo de la página de la Universidad
Autónoma Metropolitana, en la que hay más imágenes de ese día (http://bit.ly/Pj1YEx). La foto en que Antonio
Carreira habla a la izquierda de un gran afiche de Góngora pertenece a la página
del poeta Francisco Acuyo y puede verse en http://bit.ly/RMRIKq.
La de Francisco Garamona la tomo de Política y medios, http://bit.ly/PERUbY.
La credencial de Almela y su foto bebiendo una coca-cola pertenecen a su
archivo personal.
Más sobre Juan
Almela/ Gerardo Deniz en este blog:
Cartones, http://bit.ly/PiWZUl
Cuadernos y dibujos infantiles, http://bit.ly/9dkSDa
Gerardo Deniz, lector (1), http://bit.ly/hs2IA1
Gerardo Deniz, lector (2), http://bit.ly/ii4qxC
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