Hace dos semanas, aprovechando el puente del 20 de noviembre, viajé a Michoacán para conocer algunos de los edificios más significativos del gran arquitecto mexicano Carlos Mijares Bracho. Al revés de lo que ocurre en el extranjero, en nuestro país las ediciones sobre su trabajo han sido escasas y por lo tanto lamentablemente limitada la divulgación de su obra y su pensamiento. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de hacer un corto viaje para sumergirse en el fascinante mundo de arquerías, bóvedas, trompas, muros paralelos y celosías, siempre compuestos para ese tabique aparente que Mijares tomó del lenguaje constructivo popular y elevó a una profunda reflexión personal sobre la historia de nuestra arquitectura.
Estos días pongo punto final a un pequeño ensayo con mis impresiones sobre su trabajo para una revista mexicana de arte que dedicará un número monográfico al tema. Si bien mi texto se ocupa mayormente de la soberbia Iglesia Episcopal que está en Las Lomas de Chapultepec de la ciudad de México, desde mi punto de vista su obra maestra, mi viaje ha sido crucial para entender la progresión de su arquitectura hasta llegar a ella.
Las fotos que conforman este post pertenecen al templo inconcluso de Lázaro Cárdenas, el atrio de la iglesia y la capilla del panteón de Jungapeo y el templo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Ciudad Hidalgo, siempre en el oriente del estado de Michoacán. En dos casos me he permitido incluir el retrato de la persona con la que conversé delante de los edificios, de quienes escuché respectivamente un par de divertidos equívocos: el encargado del cementerio, don J. Rosario Luna Barrera, quien nunca dejó de llamar, con toda consideración y respeto, "ingeniero" a Mijares, y una devota del templo de Ciudad Hidalgo, una mujer de más de noventa años llamada Soledad que me aseguró que la iglesia era obra de un arquitecto español.
Las fotos que conforman este post pertenecen al templo inconcluso de Lázaro Cárdenas, el atrio de la iglesia y la capilla del panteón de Jungapeo y el templo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Ciudad Hidalgo, siempre en el oriente del estado de Michoacán. En dos casos me he permitido incluir el retrato de la persona con la que conversé delante de los edificios, de quienes escuché respectivamente un par de divertidos equívocos: el encargado del cementerio, don J. Rosario Luna Barrera, quien nunca dejó de llamar, con toda consideración y respeto, "ingeniero" a Mijares, y una devota del templo de Ciudad Hidalgo, una mujer de más de noventa años llamada Soledad que me aseguró que la iglesia era obra de un arquitecto español.
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A las vueltas con Vladimir Kaspé, http://bit.ly/sSM2Ql
Maravilloso !!!
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