domingo, 15 de enero de 2012

Dos poemas citados por Eduardo Casar

La preciosa nota de Eduardo Casar escrita a propósito de Palinodia del rojo que incluye la revista Letras Libres en su número de este mes ("Poemas controversia", http://bit.ly/w18ZLZ), me ha dado el pretexto para este post
En ella, el autor de Parva natura cita fragmentariamente un par de poemas que antes de formar parte de mi libro no salieron en ningún otro lugar. Se me ha ocurrido enriquecer la lectura de la nota con la publicación completa de ambos textos y algunas imágenes relacionadas con ellos: una foto de Chito, felicísimo amo del canario Henry, el día de la boda de su hija Mariola; la silueta del General Artigas, subido a la base de su monumento en la Plaza de Uruguay de la Ciudad de México; un retrato reciente de mi padre. Aprovecho esta entrada para dar las gracias a Casar, admirado poeta y maestro, y a los editores de tan importante revista.

Henry

En la baldosa fría de barro,
por el pasillo a oscuras de la casa,

había que oír a Chito
cada mañana,

todavía los ojos de dormir hinchados,
sin aclarar la voz,

arriba del todo aquel mechón erguido
como una cresta matinal de gallo:

al desvelar la jaula del canario,

en la que Henry aún dormía
confiado en la vigilia de su amo,

con voces moduladas más que de ave,
los ojos fijos en la jaula

hacía de sí una jauja de sílabas,

gárrulo más que el mismo pájaro,
canoro más que el propio canario:

y al trino casi líquido de Chito,
descalzo, en el pasillo,

y al contestar de Henry
como un agua volviendo entre los líquenes,

ah jolgorio de ave y hombre,
la casa despertaba entera entonces.

¡Oh azorado Henry!
A juzgar por sus píos daba crédito,

de aquel gorjear de Chito en bata,
al sol,

al imposible sol en el pasillo a oscuras
de la casa.



Palomicas a mí
                                                       A mi padre

¿Palomicas a mí? ¡No por piedad!

Sólo ve cómo ponen el pretil:
ya no hay quien se acode luego ahí
para ver la ciudad.

Si una pluma interrumpe el haz de luz
no hay duda, es bien segura la amenaza
de infición.

Ninguna afrenta es peor
ni más ignominiosa
que su atroz deyección.

¿Y has visto cómo tienen las sendas con sus cales,
las sendas y las bancas de los parques?

Y al atán victorioso General oriental, 1
palomicas, ¿has visto cómo han puesto
al atán General?

Palomicas a mí, ánimas truncas,
¿qué castigo pagáis con ser de aquí?

Ayer ya erais así,
mañana así seréis, ay, siempre así.

Su penosa manera de rondar,
oh, muy ganosas, las palomas,
olvidadas de toda altanería
y dignidad.



1 Las frases del General José Gervasio Artigas (1764-1850), prócer máximo de la República Oriental del Uruguay (“La causa de los pueblos no admite la menor demora”, etc.), reproducidas en la base de su monumento, hacen a la luz oblicua del atardecer un logrado contraste con el desparpajo de las palomas y la feracidad del parque.

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La foto de Chito y Mariola la tomé prestada de la página de ella en Facebook. La de mi padre la hice yo mismo el primer día de 2012.

Eduardo Casar en Siglo en la brisahttp://bit.ly/wKh6TM


Más sobre Palinodia del rojo (Aldus, 2010) en este blog:
La ediciónhttp://bit.ly/gK042J
La presentación del libro, http://bit.ly/x9elgP
Una “Palinodia del rojo” anónima, en http://bit.ly/f7YVZ1






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