domingo, 12 de junio de 2011

47

Por causas que no me explico, durante los últimos años me ha dado por fijarme en las apariciones del número que encabeza este post. Lo descubro con recurrencia en un domicilio que voy buscando, la casa frente a un restaurante que me gusta, una cuenta de banco o supermercado… Entre otros lugares, el 47 vive camuflado en el número de mi teléfono celular. 
Hace un lustro, llegué incluso a anotar algunas de esas apariciones: a mediados de 2006, por ejemplo, el gobierno mexicano anunció que iba a otorgar 47 becas a estudiantes bolivianos; poco después, López Obrador declaró a la prensa que viviría en los 47 campamentos que estaban por instalarse en el Paseo de la Reforma y aquel mismo día la Subprocuraduría de Investigación Especializada (Siedo) afirmó que se habían realizado 47 cateos en la ciudad de Apatzingán... Precisamente por entonces, como tengo anotado, leí que los musulmanes son el 47 por ciento de la población de Kazajistán... Y sin embargo, soy poco o nada “numerológico” y la mínima alusión al misterio encerrado en las cifras me produce cuando menos risa. Quizás mi aprecio por el 47 deba explicarse por cosas como el afortunado conjunto de ángulos que reúne, o porque se trata de un bello ejemplo de convivencia entre un par y un non… Como sea, me limito a observar sus azarosas apariciones con una sonrisa, y sigo de largo.
Hoy, domingo 12 de junio de 2011, el número aparece más risueño y oportuno que nunca en los años que cumplo este día, y para celebrarlo me he puesto a jugar con él asomándome a esa página de algunos de mis libros. Empecé sacando el que ocupa el lugar cuadragésimo séptimo de mi biblioteca —que mayormente tengo organizada por orden alfabético— y que resultó ser Perfiles de Woody Allen. Leí, por supuesto, la simpática página 47. Dos o tres veces repetí el ejercicio, sacando los libros que a partir de aquel volumen sucesivamente iban ocupando ese lugar, y leyendo la página correspondiente. Si los primeros encuentros resultaron curiosos —en la novela Clemencia, por ejemplo, aparece en lamentable arrebato romántico un tal Fernando—, ya no lo fueron las que vinieron a continuación. Renuncié entonces a esa idea y me puse a escoger saltando aquí y allá, sin lógica más o menos precisa y de un librero a otro, algunos de mis libros preferidos. 
(Por cierto encontré al menos cuatro que pertenecen a series editoriales en las que ocupan en número 47: los Sonetos a Orfeo traducidos por Carlos Barral, una novela de Faulkner que no he leído, una antología del Romancero de una profesora valenciana y la edición de los poemas de Poeta en Nueva York comentados por Lorca.) Al final, acabé procediendo de esta manera: escogí un libro que me gusta y me asomé a la página que lleva el número que me llama la atención, para sacar de ella la cita más llamativa. Esta extraña bibliomancia entre algunos autores que prefiero no es sino una forma de compartir, el día de mi cumpleaños, algunos de mis libros con los lectores de Siglo en la brisa.

Woody Allen demuestra que el alma es inmortal
Agatón: Oh, me encontré con Isósceles. Tiene una idea estupenda para un nuevo triángulo.
Allen: Bien, bien… (De pronto abandono todo fingimiento). Mira, voy a ser sincero contigo… ¡No quiero morir! ¡Soy demasiado joven!
Agatón: ¡Pero si es tu gran oportunidad de morir por la verdad!
Allen: No me interpretes mal. Yo sólo vivo para la verdad. Por otra parte, tengo un almuerzo en Esparta la semana que viene y me molestaría faltar. Me toca pagar a mí. Ya sabéis cómo son estos espartanos, enseguida desenvainan la espada.
Simmias: ¿Se ha vuelto un cobarde el más sabio de nuestros filósofos?
Allen: No soy un cobarde ni tampoco un héroe. Digamos que estoy más o menos por el medio.
Agatón: Pero tú fuiste el que demostró que la muerte no existe.
Allen: Un momento, escúchame… claro que he demostrado muchas cosas. Así es como pago el alquiler. Teorías y pequeñas experiencias. Un comentario travieso de vez en cuando. Máximas ocasionales. Es mejor que recoger aceitunas, pero tampoco hay por qué entusiasmarse.
Agatón: Pero tú demostraste que el alma es inmortal.
Allen: ¡Y lo es! Pero sobre el papel. Mira, ése es el gran problema de la filosofía… resulta tan poco funcional en cuanto sales de clase”.
Perfiles de Woody Allen, Barcelona, Tusquets, Cuadernos Ínfimos, segunda edición, marzo de 1981, página 47.

Canetti analiza lo que a Kafka produce la extrema delgadez
 “¿Cómo te fue en los baños públicos? Aquí me veo obligado a suspender una observación (con referencia a mi aspecto en los baños, a mi delgadez). En los baños parezco un huérfano”. Luego pasa a referir que durante unas vacaciones en el Elba, cuando era niño, había evitado los baños públicos, pequeños y siempre llenos, porque se avergonzaba de su aspecto. 
En septiembre de 1916 decidió visitar a un médico, empresa muy insólita en él, dado que desconfiaba de los médicos. Sobre dicha visita informó a Felice: “El médico al que visité […] resultó muy agradable. Un hombre tranquilo, algo extraño, pero que me inspiraba confianza por su edad, su masa física (siempre me resultará incomprensible cómo pudiste tener confianza en un tipo tan delgaducho y largo como yo) […]”.
El otro proceso de Kafka de Elías Canetti, Barcelona, Muchnik Editores, tercera edición, octubre de 1981, página 47.

Menéndez Pidal ilustra su concepto de tradición
“La mezcla de dos o más versiones de un mismo romance se observa en todos los cancioneros viejos; y por su parte, todo recitador, tanto antiguo como moderno, retoca y refunde el romance que canta. 
La tradición, como todo lo que vive, se transforma de continuo: vivir es variar. Y las variantes del Romancero fueron de juventud y esplendor cuando se producían lo mismo bajo los artesonados del Alcázar de Segovia, en los labios de la Reina Católica, que bajo el olmo de la plaza de Arévalo, en los cantos de los labradores; cuando brotaban de la imaginación de un Lope de Vega lo mismo que la de un Agustín Castellanos. Hoy la tradición está decaída porque sólo vive entre los rústicos, pero ¿acaso no podrá revivir también en un ambiente de cultura?”.
Flor nueva de viejos romances de Ramón Menéndez Pidal, Buenos Aires, Espasa Calpe Argentina, 1938, página 47.

La última borrachera de Edgar Allan Poe
“Se ha dicho que Poe, en los períodos de depresión derivados de una evidente debilidad cardiaca, acudía al alcohol como un estimulante imprescindible. Apenas bebía, su cerebro pagaba las consecuencias. Este círculo vicioso debió cerrarse […] durante la travesía a Baltimore. Los médicos le habían asegurado en Richmond que otra recaída sería fatal, y no se equivocaban. El 29 de septiembre el barco atracó en Baltimore; Poe debía tomar allí el tren para Filadelfia, pero se hacía necesario esperar varias horas. 
En una de estas horas se selló su destino. Se sabe que cuando visitó a un amigo ya estaba ebrio. Lo que pasó después es sólo materia de conjeturas. Se abre un paréntesis de cinco días, al final de los cuales un médico, conocido de Poe, recibió un mensaje presurosamente escrito a lápiz, informándolo de que un caballero ‘más bien mal vestido’ necesitaba urgentemente su ayuda. La nota procedía de un tipógrafo que acababa de reconocer a Edgar Poe en un borracho semiinconsciente, metido en una taberna y rodeado de la peor ralea de Baltimore. Eran días de elecciones, y los partidos en pugna hacían votar repetidas veces a pobres diablos, a quienes emborrachaban previamente para llevarlos de un comicio a otro. Sin que exista prueba concreta, lo más probable es que Poe fuera utilizado como votante y abandonado finalmente en la taberna donde acababan de identificarlo. La descripción que más adelante haría el médico muestra que ya estaba perdido para el mundo, a solas en su particular infierno en vida, entregado definitivamente a sus visiones”.
“Vida de Edgar Allan Poe” de Julio Cortázar, en Cuentos/1 de Edgar Allan Poe, Madrid, Alianza Editorial, El Libro de Bolsillo número 277, décima edición, septiembre de 1983, página 47.

España en las palabras de Cioran
“El mérito de España es proponer un tipo de evolución insólita, un destino genial e inacabado. (Se diría que se trata de un Rimbaud encarnado en una colectividad.) Pensad en el frenesí que desplegó en su búsqueda del oro, en su desplome en el anonimato, pensad después en los conquistadores, en su bandidismo y en su piedad, en la forma en que asociaron el evangelio al crimen, el crucifijo al puñal. 
En sus buenos momentos, el catolicismo fue sanguinario, como corresponde a toda religión verdaderamente inspirada.
[…] Es casi imposible hablar con un español de otra cosa que de su país, universo cerrado, tema de su lirismo y de sus reflexiones, provincia absoluta, fuera del mundo. Alternativamente exaltado y abatido, lanza miradas deslumbradoras y morosas; el descoyuntamiento es su forma de rigor. Si se concede un futuro, no cree en él realmente. Su descubrimiento: la ilusión sombría, el orgullo de desesperar; su genio: el genio del pesar”.
La tentación de existir de Cioran, traducción de Fernando Savater, Madrid, Taurus, tercera edición, 1981, página 47.

Cortés busca el secreto del volcán y encuentra el camino de México
“Que a ocho leguas de esta ciudad de Churultecal [Cholula] están dos sierras muy altas y muy maravillosas, porque en fin de agosto tienen tanta nieve que otra cosa de lo alto de ellas si no la nieve, se parece. Y de la una que es la más alta sale muchas veces, así de día como de noche, tan grande bulto de humo como una gran casa, y sube encima de la sierra hasta las nubes, tan derecho como una vira, que, según parece, es tanta la fuerza con que sale que aunque en la sierra arriba andaba siempre muy recio viento, no le puede torcer. 
Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra poder hacer a vuestra alteza muy particular relación, quise de ésta, que me pareció algo maravillosa, saber el secreto, y envié diez de mis compañeros, tales cuales para semejante negocio eran necesarios, y con algunos naturales de la tierra que los guiasen, y les encomendé mucho procurasen de subir la dicha sierra y saber el secreto de aquel humo, de dónde y cómo salía. Los cuales fueron y trabajaron lo que fue posible para la subir, y jamás pudieran, a causa de la mucha nieve que en la sierra hay y de muchos torbellinos de la ceniza que de allí sale andan por la sierra, y también porque no pudieron sufrir la gran frialdad que arriba hacía, pero llegaron muy cerca de lo alto, y tanto que estando arriba comenzó a salir aquel humo, y dicen que salía con tanto ímpetu y ruido que parecía que toda la sierra se caía abajo, y así se bajaron y trajeron mucha nieve y carámbanos para que los viésemos, porque nos parecía cosa muy nueva en estas partes a causa de estar en parte tan cálida, según hasta ahora ha sido opinión de los pilotos, especialmente, que dicen que esta tierra está en veinte grados, que es el paralelo de la isla Española, donde continuamente hace muy gran calor. 
Y yendo a ver esta sierra, toparon un camino y preguntaron a los naturales de la tierra que iban con ellos, que para do iba, y dijeron que a Culúa, y que aquel era buen camino, y que el otro por donde nos querían llevar los de Culúa no era bueno, y los españoles fueron por él hasta encumbrar las sierras, por medio de las cuales entre la una y la otra va el camino, y descubrieron los llanos de Culúa y la gran ciudad de Temixtitan, y las lagunas que hay en la dicha provincia, de que adelante haré relación a vuestra alteza, y vinieron muy alegres por hacer descubierto tan buen camino, y Dios sabe cuánto holgué yo de ello”.
“Segunda Carta de Relación”, en las Cartas de Relación de Hernán Cortés, México, Editorial Porrúa, Colección Sepan Cuantos número 7, decimotercera edición, 1983, página 47.
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La foto de Cioran es de Rogelio Cuéllar y la he tomado de http://bit.ly/lDhnto

Más sobre libros en este blog:
Un paseo por Donceles, http://bit.ly/dkkFRR
Lecturas españolas, http://bit.ly/eNXK9W
Siete libros recomendados al aire, http://bit.ly/hYRDgi

3 comentarios:

  1. ARCANO 47
    "La Conjetura" es una presunción basada en probabilidades, es sinónimo de augurar, pronosticar.

    Son ciertas sospechas de lo que pudiera ser, pero no está comprobado.

    Nos indica la carta que utilicemos el principio de deducción como elemento de iluminación, lo que en la Gnosis entendemos como el buscar la verdad a través de la experiencia directa y por medio de la meditación profunda.

    La memoria es el principio formativo del centro intelectual, cuando aspiramos a algo más de aquello que está depositado en la memoria, de la última conferencia que hemos escuchado, del último libro que hemos leído, etc. entonces esos valores pasan a la fase emocional del mismo centro intelectual y si quiere ahondar, aprehender la honda significación de tal lectura, tema, etc .y si se entrega a la meditación profunda y con gran anhelo, obviamente tales conocimientos pasan al mencionado centro emocional que se encuentra en el corazón, llega a sentirlos en el fondo del alma y si su anhelo es más profundo puede vivenciarlo realmente tal y como es, y por último esos valores cognoscibles los pasa a la esencia o consciencia ya no se pierden jamás, la esencia viene a quedar enriquecida con tal conocimiento, esa es la forma de volver conscientes los propios conocimientos gnósticos que vamos adquiriendo.

    La meditación resulta formidable para hacernos conscientes de los propios conocimientos, mas no cometamos el error de dejar la enseñanza depositada exclusivamente en la memoria, porque si así procedemos, a la hora de la muerte los perdemos.

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  2. El juego de la adivinación, de la sospecha, la angustia de lo incierto puesta en juego, en reglas de azar... la búsqueda de alguna clave, algunas pautas con las cuales poder comenzar un nuevo periplo o tal vez, la necesidad de saber simplemente hacia dónde y para qué... o mejor, la búsqueda de una respuesta ante una pregunta para la que no se tiene cierta la respuesta.

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  3. El azar y los libros es un tema infinito, siempre interesante, siempre divertido. Como también siempre es un placer releer estos minifragmentos de Ciorán, Poe, Allen, Canetti.

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