viernes, 16 de junio de 2017

Cartas de Néstor Perlongher


Ya que David Huerta iba a participar en un festival de poesía en Buenos Aires, quise ponerlo en contacto con mi amigo Francisco Garamona, el poeta y músico argentino que dirige Mansalva. Editor de Aira, Lamborghini, Laiseca, Fogwill o Saer, entre otros autores de primer orden, Garamona forzosamente tenía que encontrar interesante conocer en persona a uno de los principales poetas mexicanos contemporáneos. 
Deniz en Chapultepec.
Foto: archivo FF
Había otro objetivo, tan importante como el primero: reunir, a tantos kilómetros de distancia de México, a dos singulares entusiastas de Gerardo Deniz. David Huerta no fue sólo uno de los primeros en señalar la importancia de la poesía de Juan Almela sino que fue su amigo hasta su muerte, en diciembre de 2014. Por su parte, Garamona bautizó su editorial como Mansalva por la antología de poemas que el poeta hispanomexicano había publicado en 1987 –y que, por lo visto, fue leída en tierras argentinas, si bien también allá por un puñado de lectores escogidos y secretos, con tanto interés como lo fue por aquí–. A finales de 2010, cuando su sello tenía unos cuatro años de existencia, Garamona pasó unos días en México y yo me di el gusto de servir de enlace entre él y Deniz. El feliz resultado de ese encuentro fue la edición de Mansalva bajo el sello de Mansalva.
La antología Mansalva publicada por la editorial argentina Mansalva en 2012.
No pudo ser: David iba con los días contados (apenas un fin de semana) y Garamona, que venía de atender un compromiso musical en Mendoza, ultimaba los detalles finales de una película que estaba a punto de estrenar, y por lo tanto andaba con los tiempos muy reducidos. El azar trabajó, no obstante, en favor de mi proyecto de acercamiento: en uno de sus paseos por las librerías de Buenos Aires, David dio con una edición de la correspondencia de Néstor Perlongher. 
Néstor Perlongher. Ignoro quién es el autor de la imagen, que tomo de internet.
El hallazgo de ese epistolario debe de haber revivido con fuerza en su imaginación el significativo encuentro que tuvo con el poeta argentino en una lectura de poesía en la Universidad de Nueva York una noche de abril de 1992 (en la que también participaron el uruguayo Roberto Echavarren y el cubano José Kozer), encuentro que yo, que estaba entre el público, atestigüé. 
Con Roberto Echavaren y José Kozer, en Washington Square.
Nueva York, invierno 1991-1992. Foto: Archivo de FF
Muchos años después, David mismo escribió una evocación de aquella noche –que publiqué en este espacio (el link, al calce)–. Como contó en ese texto, durante la última década hizo un homenaje constante a su colega argentino ya que fue bajo el título de un libro suyo, Aguas aéreas, con que publicó una columna de temas literarios en la Revista de la Universidad.
Lo curioso vino cuando advirtió cuál era la editorial que publicaba el libro: Mansalva. A continuación pasó algo todavía más curioso: al abrir el volumen para hojearlo por vez primera, casi de inmediato descubrió mi nombre impreso en él… La cosa se explica fácilmente: aquella noche neoyorquina, al acabar la lectura de aquellos cuatro notables poetas latinoamericanos, me acerqué a Perlongher y le pedí unos poemas para Milenio, la revista que dirigía yo entonces. El poeta argentino fue amable, y cumplido: unas semanas más tarde recibí en México una selección de poemas suyos, entre los que había algunos inéditos. Lamentablemente Perlongher murió aquel mismo año, apenas seis meses después de nuestro encuentro, el 26 de noviembre de 1992. Tenía 43 años.
David Huerta muestra el ejemplar de la correspondencia
de Perlongher en un café de la colonia Nápoles.
2 de mayo de 2017. Foto: FF
Hace unas semanas, al volver de Buenos Aires, David me prestó el libro. Durante unas cuantas horas largas me paseé por sus páginas con curiosidad e interés. También, con emoción. En sus cartas, el poeta de Aguas aéreas se muestra como nos pareció que era en persona: además de poseer un enorme talento poético (escúchese en YouTube su lectura del impresionante poema “Cadáveres”) era un hombre de espíritu liviano, lleno de simpatía y carisma. 
La misma gracia con que leyó en la Universidad de Nueva York su poema “Las tías” vibra en las cartas a sus amigos, e incluso en los peores momentos (cuando los primeros indicios de que el SIDA ha empezado a manifestarse en su cuerpo), y más tarde todavía, cuando la enfermedad lo ha orillado a la muerte, conserva una ligereza que impresiona –y emociona–. Aun así, desde luego, es dramático leer cómo avanzan los síntomas de la horrorosa plaga especialmente en él, que conocía el tema a la perfección. 

Recuérdese que Néstor, que vivía en Brasil según él mismo como un “exiliado sexual”, fue un tempranísimo militante de las libertades sexuales (fundador del Frente de Liberación Sexual), y al tema de la sexualidad dedicó diversos trabajos, entre ellos La prostitución masculina y, precisamente, El fantasma del SIDA.
En carta de febrero de 1985 (pág. 74), esto es unos siete años antes de la lectura neoyorquina, escribe a Echavarren que “con Kozer nos hemos hecho amigas postales”, lo que quiere decir que el poeta cubano ya lo ha admitido en la impresionante red de corresponsales epistolares (por correo postal, por supuesto, en papel, con sobres y estampillas) que mantuvo viva durante años desde su casa de Queens, y a la que yo mismo pertenecí. (La editora de la correspondencia de Perlongher publicada por Mansalva, por cierto, dice que no ha podido recuperar sus cartas con el poeta cubano-neoyorquino.) Me hace gracia la forma en que cierra el anuncio entusiasta de su flamante amistad postal con Kozer: “eso es lindo”, dice, “porque una urde una trama de disparate linguajar”…
José Kozer, hace unos días, en Dartmouth College, NY,
a donde acudió a recoger un premio.
Foto NBC / Sandra Guzmán.
Otra cosa que llama mi atención, ahora que leo sus cartas, es que la enfermedad y la muerte le hubieran llegado cuando empezaba a hacerse conocido, contra lo que pensaba yo, que lo daba por un poeta ampliamente publicado –y reconocido–. A finales de 1989, cuando empieza a padecer los síntomas de la enfermedad, está en dudas de si debe publicar algunos de sus principales libros, como Parque Lezama y Aguas aéreas, aquí o allá, si en una importante editorial española o en la argentina Último Reino, donde terminaron apareciendo…
Sólo ahora que leo las cartas puedo establecer que la lectura en NYU fue la segunda semana de abril de 1992: en una postal fechada el 8 de ese mes, Perlongher cuenta que ya está en Nueva York, y siete días más tarde, de regreso ya en Sao Paulo, relata algunos detalles de la semana que pasó hospedado en el departamento de Echavarren. El 17 de abril le escribe a México a mi colega José Homero para enviarle dos poemas para su revista, Graffitti. A mí me escribe el 5 de mayo, dos semanas después:

Aún embalado por las estimulantes circunstancias de nuestro encuentro, cumplo en enviar una selección de mis poemas, incluyendo inéditos. Espero que mi selección les interese. Otra cosa: la revista me ha parecido excelente. Mucho me gustaría recibir otros números. Agradezco su interés por mi obra y espero noticias. Cordialmente, Néstor Perlongher.

La editora del epistolario añade una nota que dice que Milenio “fue una revista cultural editada bimestralmente en la ciudad de Puebla [!] entre 1990 y 1992, dirigida por el escritor Fernando Fernández”. (¿De dónde habrá sacado ese dato?)
Perlongher vuelve a escribir el primero de septiembre, por cierto a sólo dos meses de su muerte (la última carta está fechada el 16 de octubre de 1992). Como al volver yo a México, por razones que no vienen al caso Milenio entraba en crisis, Eduardo Vázquez Martín, Ricardo Cayuela y yo empezábamos a planear la fundación de Viceversa, la revista que iba a sustituirla. 

Debo de haberle escrito a Perlongher, acompañando mi carta con un ejemplar del último número de la revista, para decirle que no había conseguido publicar sus poemas pero que lo haría en breve, en una publicación idéntica pero de otro nombre –siempre y cuando a él no le pareciera mal. Perlongher contestó así:

Con considerable retraso le agradezco el envío de su maravillosa revista. Me pone contento la próxima aparición de mi textos. No tengo inconvenientes en que lo que no sea publicado en Milenio pase a otras revistas, lejos de ello me siento complacido. Espero ansioso el próximo ejemplar. Y le envío un saludo cordial.

Como ya nos hizo ver David en su evocación de la noche de la lectura en NYU, el poema que apareció en Viceversa –con una nota entusiasta suya (el link, al calce)– se llamaba “Strip tease” y bien pudo haber sido el último que Néstor publicó en vida. El número inaugural de la nueva revista, con su poema incluido, vio la luz el mismo mes de su fallecimiento, en noviembre de 1992.
Al número siguiente (Viceversa 2, febrero de 1993), Eduardo Vázquez Martín publicó una nota necrológica que puede leerse completa aquí:
Entre otras cosas, Eduardo escribió: “En un medio cultural como el nuestro, tan refractario a cualquier radicalidad, tan proclive al autoelogio, tan decente desde el punto de vista literario, moral y sexual, la obra de Perlongher ha despertado escaso interés. No se le publicó en vida y tampoco se le despidió. Creo que la alegría de versos como ‘Vena venal su tos convulsa / en narvales clavaba, como un pico / de femenina felinidad’ no dejarán de hacernos cosquillas a pesar de la muerte de su autor” (pág. 6).
Antes de devolverle a David el ejemplar de la correspondencia de Perlongher editada por Mansalva, y de elegir del librero alguno de esos libros de nombres envidiables y perfectos, como lo son Austria Hungría o Parque Lezama, copio de la carta fechada en París el 25 de febrero de 1990 esta frase que brilla tristemente en medio de la tragedia de los últimos meses de la vida de un ser excepcional: “Somos como títeres, nos mantenemos precariamente flotando en los tablados sostenidos por los hilos de los afectos de las personas que nos quieren, nos falta el hilo amoroso y nos venimos abajo en un trastabillar de maderitas. Como maderitas también boyamos en un río turbulento cuyo destino se nos escapa”.

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Le escribo a Francisco Garamona para preguntarle detalles del libro y las fechas de la fundación de Mansalva y de su visita a Deniz, y esto es lo que me contesta: “Querido Fernando: el libro sobre Perlongher nace de una necesidad y una pregunta que uno se hace frente a la obra de cualquier gran poeta: ¿cómo era su vida? 
"Bueno, bajo intentando responder esa pregunta, casi al principio de que fundara la editorial publiqué un primer volumen de cartas del poeta. Un barroco de trinchera, Cartas a Baigorria, Mansalva, 2007. Y ahora seguimos con este otro tomo que contiene las cartas a Baigorria y todas las demás que fueron recopiladas y halladas antes por Cecilia Palmeiro –una novelista e investigadora argentina muy genial–. Mansalva arrancó físicamente el 2006. Llevamos cerca de 170 libros publicados, pueden ser algunos más o algunos menos. Estuve en México por primera vez en 2010. He vuelto y pronto volveré otra vez, ya que sale un libro mío –ya salió– allá. Fuerte abrazo, amigo”.
Garamona, a la derecha de la imagen, ofrece con su grupo un concierto 
en la sede de Mansalva.
Foto: página de FB del F. Garamona.
La editorial Mansalva en la red: https://mansalva.com.ar/

Más sobre Néstor Perlongher en este blog:
David Huerta evoca a Néstor Perlongher, http://bit.ly/1GpA6ft
Perlongher en la memoria, http://bit.ly/2rFOrkE

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