viernes, 12 de diciembre de 2014

Leñero comenta las mejores portadas de Proceso


En 1998 pedí a Vicente Leñero que comentara las mejores veinte portadas de la revista Proceso, que un grupo de amigos, entre quienes estaban Carlos Monsiváis y Rafael López Castro, habían escogido para Viceversa. Leñero aceptó, encantado. La idea era publicar su texto como parte de un número dedicado a hacer una “relectura” del famoso golpe a Excélsior del 8 de julio de 1976. La entrega apareció en septiembre de aquel año, 1998, con una portada en la que puede verse a Julio Scherer en primer término, en el momento mismo en que abandona el periódico.
Detrás de él vemos a Manuel Becerra Acosta, y detrás de ambos, al fondo, debajo de la “V” central de Viceversa, reconocemos el rostro inconfundible de Leñero. La imagen es de Aarón Sánchez.
Además de las notas sobre las portadas de Proceso, en aquel mismo número de Viceversa publicamos una crónica sobre la manera en que trabajaba el periodista Leñero, escrita por su colega Carlos Marín; un texto de Hugo Hiriart acerca de un retrato de Julio Scherer; un artículo de José Carreño Carlón a propósito del poder y los medios en México. Por último, cuatro comentaristas escribieron sobre el significado del histórico golpe, veintidós años después: Ciro Gómez Leyva, Julio Hernández, Roberto Zamarripa y Jorge Zepeda Patterson. El número se completaba con un portafolios de los fotógrafos de Proceso (Canseco, Salas, Castellanos, Miranda, Daniel, Cato, Flores y Ávila) que titulamos “Estar ahí y disparar a tiempo”.
Durante largos años, Leñero encabezó el grupo de diseñadores, fotógrafos y periodistas que hicieron semana tras semana la portada de la publicación política más importante de las últimas décadas en México. Este post recupera lo que él mismo escribió sobre diez de las veinte portadas que en aquella ocasión publicó Viceversa (número 64, septiembre de 1998). Esta breve muestra de su trabajo en sus propias palabras pretende ser un modesto homenaje al desaparecido periodista, hombre de teatro y narrador.

Las mejores portadas de Proceso
Por Vicente Leñero

Número 648. 3 de abril de 1989
En este tiempo habíamos terminado ya con las horribles portadas que yo diseñaba, con pésimo sentido estético: llenas de cuadritos de colores y de recuadros, con muy pocas fotos y muchísimas cabezas para atrapar el interés periodístico del lector. Lo importante eran los asuntos. Una vez dije ¡Basta!, después una severa autocrítica, y regresé a la foto única, con pocas cabezas y de asuntos importantes. Esta foto del Gabo me sigue pareciendo magnífica. Creo que el propio Gabo se la proporcionó a Julio [Scherer, director fundador de Proceso]. Es de un venezolano llamado Martín Quiroz. La tomó en 1988.
Número 648, 3 de abril de 1989. Salinas da línea. Foto: Martín Quiroz, Caracas, 1988.

Número 743. 28 de enero de 1991
Durante mucho tiempo ésta fue una de mis portadas preferidas. Por estética tal vez. 
Lo original, y eso lo discutimos un buen rato, fue incluir entre los ofrecimientos noticiosos la cabeza de Boogie en Proceso. Valió la pena. 
No fue Fontanarrosa quien decidió dedicar su cartón (esta vez de dos páginas) a la guerra del Golfo. Nosotros se lo solicitamos a Buenos Aires. Es decir: se lo solicitó Julio. Fontanarrosa no tenía tiempo, dijo, andaba muy ocupado, pero Julio le hizo una de sus habituales “manitas de puerco”. Y el argentino cumplió rápido.
Número 743, 28 de enero de 1991. La guerra. Foto: Agencia GAMMA.



Número 783. 4 de noviembre de 1991
No sé cómo Adriana Abarca, de Imagen Latina, consiguió ponerse detrás del presidente, en el balcón de Palacio, y plasmó esta imagen que se antoja histórica, por inconfundible, por chistosa, por agresiva finalmente. 
Agresiva la consideró Salinas y nos lo dijo a Julio y a mí en algún encuentro. No se vale, dijo Salinas. Fue Vicente, me señaló Julio sonriendo. La verdad es que nunca más pudo fotógrafo alguno, según nos contó Juan Miranda, ponerse detrás del presidente esquivando a su guardia presidencial.
Número 783, 4 de noviembre de 1991. Tercer informe, el futuro que Salinas quiere. Foto: Adriana Abarca/Imagenlatina.

Número 784. 11 de noviembre de 1991
En nuestra reunión de los jueves, en que diseñábamos la portada, la frase y su balazo, brotaron con sonido contundente. Una portada agresiva, como debía ser, como eran en los mejores momentos de Proceso
Gracias a Salinas, a sus desplantes políticos, a su empeño neoliberal (que entonces se denominaba absurda e hipócritamente “liberalismo social”), conseguíamos fácilmente portadas como ésta, mientras la mayoría de los medios doblaban su espalda servil a los trancazos del señor presidente. Marco Antonio Sánchez disolvió muy bien la parte superior de la célebre foto de Zapata. Creo que la frase de la cabeza acentúa la impresión de que el caudillo está a punto de las lágrimas.
Número 784, 11 de noviembre de 1991. La Revolución mexicana va para atrás. Tronó el campo. Foto: Agustín Víctor Casasola.



Número 882. 27 de septiembre de 1993
Del archivo de Novedades, Juan Miranda rescató está buena foto del Villano del 68. Aunque el material de este número era abundante, muy rico, nos conformamos con citar sólo el hallazgo. Esa ha sido siempre la obsesión de Proceso: los hallazgos.
Número 882, 27 de septiembre de 1993. El 68. Cartas del archivo de Díaz Ordaz. Foto: Archivo Novedades.


Número 926. 1 de agosto de 1994
A puro enmarcar y enmarcar en la Macintosh una foto de la cabeza entera de Marcos, tomada por Juan Miranda, Marco Antonio Sánchez y yo llegamos a este encuadre que primero nos pareció una ocurrencia y luego consideramos, pretenciosamente, un “agudo subrayado del significado del fenómeno Marcos”. 
Recordé aquel verso de Machado: “El ojo que te ve no es ojo / porque tú lo ves./ Es ojo porque te ve”. Julio andaba ese fin de semana de vacaciones, y por fax le envié la propuesta de portada. Me regresó un telefonazo: Maravillosa, Vicente, maravillosa. Pienso que conseguimos lo que Efrén Maldonado me sugería cada rato: a ver cuando sacan una portada que no necesite cabeza.
Número 926, 1 de agosto de 1994. Marcos. Foto: Juan Miranda.

Número 942. 21 de noviembre de 1994
Durante mucho tiempo se estuvo preparando el amplio reportaje sobre Raúl, y tardaba, tardaba en salir. Julio lo urgía porque estaba convencido de que si queríamos ser fieles a la oportunidad periodística, a la validez de la denuncia, al valor del oficio, este desvelamiento documentado debería publicarse antes de que el presidente Salinas concluyera su sexenio. 
A toro pasado, como suele hacerlo la prensa servil, las acusaciones resultaron antiperiodísticamente fáciles. La frase es la más genial de Julio durante todo el sexenio salinista: lo dice todo, lo sintetiza todo. Lo anticipó todo. El hermano incómodo es, desde entonces, el apelativo definitorio y definitivo de Raúl.
Número 942, 21 de noviembre de 1994. Raúl Salinas. El hermano incómodo. Foto: Francisco Daniel.

Número 960. 27 de marzo de 1995
Tres meses después de los errores de diciembre, el secretario sufría. No fue difícil señalar ¡Ésta! a una de las fotos de la tira de contactos que nos había mostrado, a Marco Antonio Sánchez y a mí, el fotógrafo Joaquín Cato. 
La metimos en la Macintosh y llamamos a Julio, a Rafael, a Marín, a Carlos Puig. Todos dijeron: Claro, es la portada. Y no podían dejar de sonreír. Es obvio: a la foto del ojo de Marcos, le sobran las letras.
Número 960, 27 de marzo de 1995. La debacle. Nadie puede pagar. Foto: Joaquín Cato.


Número 1024. 17 de junio de 1996
Esta foto es un remedo de otra anterior en la que también en blanco y negro, aunque ligeramente virada en un dúo tono azul, aparece un Salinas allá contrito, vencido. La cabeza dice: El declive [número 910, 9 de abril de 1994]. Corresponde a una foto tomada durante el sepelio de Colosio. 
Es una portada mucho mejor que ésta y francamente terrible. A Salinas le dolió muchísimo. Se sintió ofendido otra vez, como en la foto de espaldas. Nos lo dijo personalmente una noche, la única noche que visitó las oficinas de Proceso, antes de una cena que teníamos Julio y yo con él, en casa de Julio. Salinas entró en el departamento de diseño y echó un vistazo al muro tapizado con las portadas de los últimos dos años. Rápidamente localizó El declive. Giró para mirarnos. Esa portadas me dolió mucho, fue muy cruel, yo me sentía verdaderamente desolado, dijo. Eso es lo que muestra la portada, dijo Julio.
Número 1024, 17 de junio de 1996. El miedo a Salinas. Foto: Héctor García.


Número 1113. 1 de marzo de 1998
La foto, muy bien resuelta a mi juicio en la confección de la portada, es por sí misma la esencia del reportaje. Una foto que no necesita subrayados para proclamar la denuncia.
Número 1113, 1 de marzo de 1998. Acteal. Cómo fue la masacre. Foto: Marco A. Sánchez.

Número 1121. 26 de abril de 1998
A lo largo de la historia de Proceso, unas tres o cuatro portadas dedicamos a Octavio Paz. 
Ésta, en ocasión de su muerte, es quizá la mejor, gracias a la magnífica foto de Juan Miranda muy bien trabajada en la Macintosh por Marco Antonio. La negrura dice más que la cabeza; una cabeza que en lo particular no me gusta, periodísticamente hablando. Pero ahora, de las portadas de Proceso, ya no tengo vela en ese entierro.
Número 1121, 26 de abril de 1998. Las guerras de Octavio Paz. Foto: Juan Miranda.

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El retrato de Leñero que abre este post es de Roberto Portillo. Apareció en el número 9 de Viceversa (febrero de 1994), acompañando una entrevista de Ricardo Cayuela Gally.
Las imágenes de las portadas de Proceso provienen de su Hemeroteca en línea, de donde las tomo prestadas.

Más sobre Proceso en este blog:
El número de Scherer (a la derecha de estas líneas), http://bit.ly/12AooNW
Juan Miranda retrata a Octavio Paz, http://bit.ly/1euDvXV

Más sobre Viceversa sin salir de Siglo en la brisa:
Mis diez portadas preferidas, http://bit.ly/VXMFDt
Viceversa en la historia del diseño gráfico en México:
Primera parte, http://bitly.com/S5fFHU;
Segunda parte, http://bit.ly/XDodtG;
Tercera parte, http://bitly.com/Ze9KW8.
De Orwell a Trotski a Viceversahttp://bit.ly/SQ5p6V
A veinte años de la fundación de la revista, http://bit.ly/1q7lIik



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