miércoles, 19 de marzo de 2014

Yamita: fotos curiosas


Casi todas son inéditas y aun diría que todas si exceptuamos las que publiqué en Facebook y Twitter. Con la cámara siempre a la mano, las fui haciendo a lo largo de los dos años y medio de nuestra felicísima convivencia, que se cumplen estos días. En ellas se cuentan algunos curiosos momentos de los muchos que han llenado la historia de nuestra amistad. La primera foto de la serie no es mía sino de Fernanda Romandía, y quien aparece en ella es su hijo Santos, primer dueño de Yamita. Salvo las dos que hice en la azotea de mi casa, tomadas con una Fijifilm XF1, y las dos de la pantalla de la televisión, hechas con mi celular, las instantáneas que conforman este post fueron conseguidas con una pequeña Canon S100.

Yamita: fotos curiosas 
Esta preciosa foto es una de las primeras que hay de Yamita. La tomó Fernanda Romandía –en cuya casa nació la gatita a principios de septiembre de 2011–, el día que decidió llevar al veterinario a uno de los seis de la camada y la escogió precisamente a ella. Los ojos de Santos, que levanta la bolsa como para asomarse a su interior o mostrarla a la cámara, hacen eco con los suyos, apenas entreabiertos; es la misma réplica que produce la luz de la calle sobre la frente de ambos.

Mucho tiempo después de tomar esta foto di con ella en uno de los álbumes que conservo con imágenes de la gatita. Fue entonces que le encontré una belleza que antes no había advertido.

Este estupendo bostezo quizás sea una manifestación de lo que producen en Yamita mis intereses genealógicos familiares. Quien aparece en la foto enmarcada es mi abuelo paterno Santos Maximino Fernández Bueno, bisabuelo de Santos Álvarez Romandía, primer amo de ella.

Excusado.


Entre las cosas que mi amigo Jorge Martínez Bolívar me sugirió conseguir para recibir en mi casa a la gatita mencionó una caja de cartón. Pronto supe por qué.


Mientras veía yo uno de los capítulos de Berlin Alexanderplatz, la fascinante serie televisiva de Fassbinder, Yamita escuchó el canto del canario que alegra la triste recámara de su personaje principal, Franz Biberkopf. Interesadísima, saltó al mueble de la televisión. La primera foto da cuenta del hallazgo; la segunda, de lo que hizo a continuación: se levantó en las patas traseras para echar un vistazo al interior de la jaula.

Garrita más que Yamita.


Tengo muy observado que la decisión de meterse entre las cobijas de mi cama está relacionada con la búsqueda de la oscuridad y no del calor. Ni siquiera en las noches más frías de los dos inviernos que hemos compartido, se le ha ocurrido introducirse entre ellas buscando calentarse. Lo curioso es que jamás lo hace si estoy en la casa, y nunca lo ha hecho de noche. En una ocasión abrí la cama y encontré el delicioso rastro de sus garras en la cobija interior, que dan cuenta del camino que usó para abandonarla.

La máxima de todas las pasiones de Yamita es el agua. En otra ocasión me extenderé en ese curioso aspecto que sorprende a amigos gatófilos y veterinarios. De momento aquí una escena que se repite varias veces al día.

Gato y ratón.

La imagen que tuve durante algún tiempo de fondo de pantalla de mi computadora produce una simpática impresión de transparencia. Las rayas que el sol proyecta sobre la escena a través de las persianas de mi estudio ayudan al éxito del efecto.

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Más sobre Yamita en este blog:
Un año de Yamita Monogatari, http://bit.ly/PMM7Vy
2013 en diez imágenes, http://bit.ly/1ehGdEj

Fernanda Romandía en Siglo en la brisa:


3 comentarios:

  1. No se que me gusta más, si la belleza de Yamita, tu sensibilidad para entenderla o la ternura inocente que provoca en ti.

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  2. No se que me gusta más, si la belleza de Yamita, tu sensibilidad para entenderla o la tierna inocencia que ella provoca en ti.

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  3. ¡Qué entrada más bonita y más tierna! ¡ esta gatina es una estrella para la cámara! Un saludo

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