De
todas las imágenes que se produjeron el sábado pasado, cuando los Reyes de
España visitaron Asiegu, Pueblo Ejemplar de Asturias 2019, esta fotografía ha
resultado ser, para mí, la más significativa, y eso que fueron seguramente miles
las que se hicieron a lo largo de las cuatro horas o así que Felipe VI, la
reina Letizia y sus hijas, una de ellas Princesa de Asturias, pasaron en la
pequeña aldea cabraliega.
La familia real en Asiegu. 19 de octubre de 2019. Foto: Miki López, La Nueva España. |
Unos, porque los recibieron en sus casas, según
estaba previsto; otros, porque los vieron pasar delante de ellas, atentos a la
ruta que seguirían por el pueblo; todavía unos más, los últimos, porque
consiguieron un lugar en el puñado de autobuses que subieron la carretera desde
Carreña, la capital del concejo, o de Arenas, su núcleo más poblado, y se
ubicaron en algún lugar detrás de las vallas que colocó la Fundación Princesa
de Asturias en muchos sitios de Asiegu, indistintamente unos y otros haciendo sus propias fotografías y videos,
aunque a veces fuera a costa de dejar de atestiguar, con los sentidos liberados
y alertas, la presencia de unos personajes jamás vistos de otro modo
si no es en el papel impreso o la pantalla de la televisión.
Foto: Maricarmen Niembro Bueno. |
Se dio el
simpático caso, por ejemplo, de una prima mía que no pudo dar la mano al Rey, a
pesar de que bien podría decirse que éste hizo un incipiente ademán de extenderle
la suya cuando pasó a un costado de la casa que levantó hace casi cien años
nuestro bisabuelo común, frente a la cual estaba ella aguardando su paso, ya que llevaba, en
una mano, el bendito teléfono celular, y en la otra el paraguas al que la
obligó aquel húmedo día, a ella y a mí y a los ilustres invitados y la cauda
larga de agentes de seguridad y guardias civiles y periodistas y todos cuantos
estuvimos presentes en Asiegu, ya que ese sábado 19 de octubre de 2019 no dejó
de llover ni un solo instante. Gracias a ello, mi prima hizo una foto de Felipe
VI en el momento en que él la mira a ella a los ojos y su Majestad se conforma con
saludarla con un movimiento de cejas, así como un segundo antes ella misma había
logrado una bonita imagen de la Princesa de Asturias sonriendo entre los brazos
y los paraguas apretados y entusiastas.
Foto: Maricarmen Niembro Bueno. |
Mujeres
vestidas de paisanas chorreando agua por todos lados, visitantes extranjeros
empapados (no pocos mexicanos), y eso por no decir nada de las decenas de
periodistas bajo todo género de chubasqueros y gorras e impermeables llevados
allí con el propósito específico de volver con las alforjas colmadas de
imágenes, todos ellos disparando una y otra vez sus cámaras y sus teléfonos.
Pues
bien: lo más singular del caso es que la imagen que más me interesa y entusiasma
al parecer no existe sino apenas como cuadro aislado de un momento de video
arrancado a la pantalla de la televisión, y conseguido una vez que, de regreso en
Oviedo, alguien pudo ver con calma la transmisión originalmente hecha en vivo
por la Televisión del Principado de Asturias, entre otras razones porque
estaba en busca de ese preciso momento, del que ya nos habíamos dado cuenta de
que quizás no había testimonio fotográfico.
Me
parece la imagen más significativa de ese día, y no por la razón, desde luego, de que se me reconozca a mí al lado de Javier Niembro, como parte del
grupo de personas que trabajaron a favor de la candidatura de Asiegu a Pueblo
Ejemplar (en el que fui incluido gracias a la generosidad de mi amigo). Lo es porque
fue el único momento de toda aquella jornada en que se encontraron cara a cara el
Jefe del Estado español y el principal ideólogo de la candidatura, el más
brillante de todos cuantos pusieron su talento en las argumentaciones que
dieron el Premio a Asiegu.
|
Considérese que el encuentro entre la familia real y
el grupo de personas que nos vimos de uno u otro modo involucrados con las
ideas y su mejor planteamiento posible, dirigidos y concertados siempre por
Javier, fue apenas un saludo fugaz entre paraguas, bajo la lluvia y con prisas,
y que ese encuentro, a pesar de que pudo haber tiempo y sitio para ello, no
volvió a producirse. Tampoco se hizo una foto de conjunto entre unos y otros, como
sí se hizo, en cambio, con los miembros del Jurado que decidieron que la
candidatura de Asiegu era la más valiosa de cuantas se presentaron. De ese
modo, al menos hasta ahora, por lo menos hasta donde yo sé, nadie ha publicado
una imagen del momento en que Javier Niembro y el Rey se dieron la mano, y por
ello contamos sólo con esta toma de lado, poco menos que azarosa, más un guiño
que la captura de un hecho en toda forma, que nos hemos resignado a tomar de la
pantalla de la televisión.
Aunque,
si todo hay que decirlo, no es del todo de extraño aquel plano secundario en
que se vio colocado mi amigo. Humildad y generosidad son las dos palabras
emblemáticas con que Javier vivió el reconocimiento que supone semejante premio,
y ellas marcaron el modo en que aceptó que se distribuyeran los principales papeles
de la puesta en escena de ese día, y permitió que fueran otros quienes se
dejaran bañar por las luces del proscenio y aparecieran por lo tanto en las fotografías más
reproducidas, al grado de terminar quedándose literalmente al margen. Más
tarde, mientras el picoteo de la comida transcurría, al final del recorrido oficial
por el pueblo, todos de pie debajo de la gran carpa que cubría de bolera nueva
del pueblo, y los Reyes departían, me parece a mí, con gente del todo ajena
a Cabrales, del otro lado de una larga mesa custodiada por unos severos agentes
de seguridad emplazados con estudiada precisión, cuando todo eso ocurría, quiero
decir, entreví a Javier paseándose entre los grupos de invitados llevando en
los brazos a Taran, su hijo menor, cuya imagen fue la portada de la Memoria de
la Candidatura a Pueblo Ejemplar, el niño que apenas ha echado a andar estas
semanas y lleva ya en los ojos la inconfundible chispa de inteligencia y carisma
de su padre.
Javier Niembro y su hijo menor, Taran. La foto fue tomada el 18 de octubre pasado, víspera de la visita real a Asiegu, en Arenas de Cabrales. |
Con todo, no me quedo con esta estampa, bien simbólica del trabajo
que él ha encabezado, a través de la recuperación de la sabiduría antigua, y en favor del
futuro del pueblo de Asiegu de Cabrales y de las nuevas generaciones, en un
tiempo en que la vida rural parece condenada al exterminio, sino con la otra, la
que alguien ha conseguido arrancar a una toma casi distraída de la televisión, que
reproduce el momento pleno de sentido en el cual el nieto de Guillermina, el
hijo de Manolo y Tere, el padre de Xabel y Taran, sin barreras de ningún
género, por encima del advenimiento del ruido y de la fiesta y de los egos
satisfechos, se produjo el contacto entre la máxima figura de autoridad y la legítima
inteligencia rural, y se dieron la mano, bajo la lluvia del campo de Asturias,
la cabeza del Estado español y uno de sus ciudadanos más valiosos.
Picos de Europa desde la carretera que sube a Asiegu. La foto fue tomada la víspera de la visita real al pueblo. Foto. FF |
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