sábado, 26 de octubre de 2019

El ideólogo y el Rey

De todas las imágenes que se produjeron el sábado pasado, cuando los Reyes de España visitaron Asiegu, Pueblo Ejemplar de Asturias 2019, esta fotografía ha resultado ser, para mí, la más significativa, y eso que fueron seguramente miles las que se hicieron a lo largo de las cuatro horas o así que Felipe VI, la reina Letizia y sus hijas, una de ellas Princesa de Asturias, pasaron en la pequeña aldea cabraliega. 
La familia real en Asiegu. 19 de octubre de 2019.
Foto: Miki López, La Nueva España.
Unos, porque los recibieron en sus casas, según estaba previsto; otros, porque los vieron pasar delante de ellas, atentos a la ruta que seguirían por el pueblo; todavía unos más, los últimos, porque consiguieron un lugar en el puñado de autobuses que subieron la carretera desde Carreña, la capital del concejo, o de Arenas, su núcleo más poblado, y se ubicaron en algún lugar detrás de las vallas que colocó la Fundación Princesa de Asturias en muchos sitios de Asiegu, indistintamente unos y otros haciendo sus propias fotografías y videos, aunque a veces fuera a costa de dejar de atestiguar, con los sentidos liberados y alertas, la presencia de unos personajes jamás vistos de otro modo si no es en el papel impreso o la pantalla de la televisión. 
Foto: Maricarmen Niembro Bueno.
Se dio el simpático caso, por ejemplo, de una prima mía que no pudo dar la mano al Rey, a pesar de que bien podría decirse que éste hizo un incipiente ademán de extenderle la suya cuando pasó a un costado de la casa que levantó hace casi cien años nuestro bisabuelo común, frente a la cual estaba ella aguardando su paso, ya que llevaba, en una mano, el bendito teléfono celular, y en la otra el paraguas al que la obligó aquel húmedo día, a ella y a mí y a los ilustres invitados y la cauda larga de agentes de seguridad y guardias civiles y periodistas y todos cuantos estuvimos presentes en Asiegu, ya que ese sábado 19 de octubre de 2019 no dejó de llover ni un solo instante. Gracias a ello, mi prima hizo una foto de Felipe VI en el momento en que él la mira a ella a los ojos y su Majestad se conforma con saludarla con un movimiento de cejas, así como un segundo antes ella misma había logrado una bonita imagen de la Princesa de Asturias sonriendo entre los brazos y los paraguas apretados y entusiastas.
Foto: Maricarmen Niembro Bueno.
Mujeres vestidas de paisanas chorreando agua por todos lados, visitantes extranjeros empapados (no pocos mexicanos), y eso por no decir nada de las decenas de periodistas bajo todo género de chubasqueros y gorras e impermeables llevados allí con el propósito específico de volver con las alforjas colmadas de imágenes, todos ellos disparando una y otra vez sus cámaras y sus teléfonos.
Pues bien: lo más singular del caso es que la imagen que más me interesa y entusiasma al parecer no existe sino apenas como cuadro aislado de un momento de video arrancado a la pantalla de la televisión, y conseguido una vez que, de regreso en Oviedo, alguien pudo ver con calma la transmisión originalmente hecha en vivo por la Televisión del Principado de Asturias, entre otras razones porque estaba en busca de ese preciso momento, del que ya nos habíamos dado cuenta de que quizás no había testimonio fotográfico.
Me parece la imagen más significativa de ese día, y no por la razón, desde luego, de que se me reconozca a mí al lado de Javier Niembro, como parte del grupo de personas que trabajaron a favor de la candidatura de Asiegu a Pueblo Ejemplar (en el que fui incluido gracias a la generosidad de mi amigo). Lo es porque fue el único momento de toda aquella jornada en que se encontraron cara a cara el Jefe del Estado español y el principal ideólogo de la candidatura, el más brillante de todos cuantos pusieron su talento en las argumentaciones que dieron el Premio a Asiegu. 
Javier y Manuel Niembro Fernández, promotores de Asiegu de Cabrales. 14 de octubre de 2019, Sidrería Félix de Oviedo. Foto: FF. 
Considérese que el encuentro entre la familia real y el grupo de personas que nos vimos de uno u otro modo involucrados con las ideas y su mejor planteamiento posible, dirigidos y concertados siempre por Javier, fue apenas un saludo fugaz entre paraguas, bajo la lluvia y con prisas, y que ese encuentro, a pesar de que pudo haber tiempo y sitio para ello, no volvió a producirse. Tampoco se hizo una foto de conjunto entre unos y otros, como sí se hizo, en cambio, con los miembros del Jurado que decidieron que la candidatura de Asiegu era la más valiosa de cuantas se presentaron. De ese modo, al menos hasta ahora, por lo menos hasta donde yo sé, nadie ha publicado una imagen del momento en que Javier Niembro y el Rey se dieron la mano, y por ello contamos sólo con esta toma de lado, poco menos que azarosa, más un guiño que la captura de un hecho en toda forma, que nos hemos resignado a tomar de la pantalla de la televisión.
Aunque, si todo hay que decirlo, no es del todo de extraño aquel plano secundario en que se vio colocado mi amigo. Humildad y generosidad son las dos palabras emblemáticas con que Javier vivió el reconocimiento que supone semejante premio, y ellas marcaron el modo en que aceptó que se distribuyeran los principales papeles de la puesta en escena de ese día, y permitió que fueran otros quienes se dejaran bañar por las luces del proscenio y aparecieran por lo tanto en las fotografías más reproducidas, al grado de terminar quedándose literalmente al margen. Más tarde, mientras el picoteo de la comida transcurría, al final del recorrido oficial por el pueblo, todos de pie debajo de la gran carpa que cubría de bolera nueva del pueblo, y los Reyes departían, me parece a mí, con gente del todo ajena a Cabrales, del otro lado de una larga mesa custodiada por unos severos agentes de seguridad emplazados con estudiada precisión, cuando todo eso ocurría, quiero decir, entreví a Javier paseándose entre los grupos de invitados llevando en los brazos a Taran, su hijo menor, cuya imagen fue la portada de la Memoria de la Candidatura a Pueblo Ejemplar, el niño que apenas ha echado a andar estas semanas y lleva ya en los ojos la inconfundible chispa de inteligencia y carisma de su padre. 
Javier Niembro y su hijo menor, Taran. La foto fue tomada el 18 de octubre pasado, víspera de la visita real a Asiegu, en Arenas de Cabrales.
Con todo, no me quedo con esta estampa, bien simbólica del trabajo que él ha encabezado, a través de la recuperación de la sabiduría antigua, y en favor del futuro del pueblo de Asiegu de Cabrales y de las nuevas generaciones, en un tiempo en que la vida rural parece condenada al exterminio, sino con la otra, la que alguien ha conseguido arrancar a una toma casi distraída de la televisión, que reproduce el momento pleno de sentido en el cual el nieto de Guillermina, el hijo de Manolo y Tere, el padre de Xabel y Taran, sin barreras de ningún género, por encima del advenimiento del ruido y de la fiesta y de los egos satisfechos, se produjo el contacto entre la máxima figura de autoridad y la legítima inteligencia rural, y se dieron la mano, bajo la lluvia del campo de Asturias, la cabeza del Estado español y uno de sus ciudadanos más valiosos.
Picos de Europa desde la carretera que sube a Asiegu. La foto fue tomada la víspera de la visita real al pueblo. Foto. FF
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Asiegu, Pueblo Ejemplar de Asturias, en este blog:



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