domingo, 28 de abril de 2019

Cuatro adelantos de Oriundos

La revista Proceso publicó esta semana una nota y un adelanto de “Incidente en la Plaza de Uruguay”, uno de los primeros capítulos de Oriundos. A continuación el enlace que lleva a esa entrega, acompañado de las ligas que conducen a otros tres adelantos de mi libro publicados anteriormente en este blog.

Foto de José Luis Fernández Tolhurst
Incidente en la Plaza de Uruguay (adelanto publicado por Proceso) https://bit.ly/2voQYTd
De pronto, Santos no supo decir si estaba aquí o allá, si el sonido de esos automóviles y la luz que reverberaba en aquellos edificios pertenecían a la ciudad de México o al puerto asturiano de Gijón. No es que hubiera dejado de reconocer aquel lugar, por donde caminaba dos veces al día, o le parecieran extraños los bancos de piedra o la fuente de cemento, ni siquiera los árboles que enmarcaban la escena y había visto crecer desde que los plantaron al poco de cambiarse a la casa delante de la Plaza de Uruguay, y que ahora, tantos años después, colmaban con sus copas los ámbitos del parque. Era algo más profundo y, conforme fueron pasando los segundos, más preocupante”. Oriundos, pág. 12.

El arroz Covadonga, https://bit.ly/2IxEVe8
“Hacía algunos años, Fernanda había descubierto en un supermercado mexicano un arroz llamado Covadonga, en cuya caja aparecía la imagen de la Santina. Imagínese su alborozo. De inmediato, sin ninguna duda, se cambió a esa marca. ¿Cómo si no? Siempre, sin ninguna excepción, en una y otra casa, desde aquel segundo piso arriba de la tienda en la colonia Obrera donde vivieron nada más llegar a México, hasta el departamento de la calle de Hegel, la imagen de la Virgen había ocupado un lugar de privilegio en su casa, testificando todos y cada uno de los actos de siete décadas de la familia fuera de Asturias [] Un día, sin embargo, llegué a visitarla y me dijo con verdadera tristeza que no volvería a comprar el arroz de esa marca”. Oriundospágs. 28-29-

Boda civil, https://bit.ly/2E21GmO
“Por los días en que Santos entró en una etapa de difícil discernimiento respecto a lo que pasaba en su interior, lo cual sería irreversible a la larga, se casó mi hermana Covadonga, quien quiso que él fuera testigo de la ceremonia civil. Fernanda se puso muy nerviosa: Santos ya no estaba para esos trotes. Lo más posible era que una vez delante del libro de actas se le olvidara para qué había ido hasta allí y no supiera qué hacer. Se convino en que yo lo acompañaría. Durante los días anteriores a la boda, ella le dijo todas las veces que pudo: ‘Vas y pones: ‘S. Fernández’, ‘S. Fernández’, como firmas siempre’. No sólo eso: las tardes de aquella semana, lo sentó a la mesa del comedor y lo hizo escribir, una y otra vez en una hoja en blanco, ‘S. Fernández’, ‘S. Fernández’. A pesar de aquellos ejercicios, Fernanda nunca estuvo contenta con la idea”. Oriundos, págs. 199-200.

Antonio Poo, https://bit.ly/2zgKjzi
“Como un tropel incontenible, en menos de nueve años vinimos al mundo los primeros ocho nietos de Santos y Fernanda; mi turno llegó el 12 de junio de 1964, miércoles, a las siete de la tarde. Desde unas horas antes, antes incluso de que mi madre fuera conducida a la sala de partos, en la sala de espera de su habitación, un espacio cuadrilongo más bien pequeño que solía estar atestado de flores, ya estaba Antonio Poo. Mi madre lo sabía por el olor a ajo. Aquel asturiano de mirada achinada y azulosa y bigotito delineado a la perfección, invariablemente vestido de saco y de corbata, vivía en el asilo del Sanatorio y nunca se perdía ningún acontecimiento de nuestra familia que tuviera como escenario aquel lugar que él, nunca sin alguna amargura y siempre con toda razón, consideraba su propia casa. Había llegado a México muy joven pero pronto unas dolencias reumáticas lo postraron, imposibilitándolo para cualquier esfuerzo físico; como su estado era más que precario, no tuvo más remedio que buscar el amparo de la Beneficencia. Antonio vivía en el asilo desde hacía tanto tiempo que ya no se tenía memoria del día de su llegada y era parte del Sanatorio, igual que el ladrillo de sus paredes, sus fresnos centenarios y sus gatos”. Oriundos, págs. 95-96.

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Gracias a Armando Ponce y Roberto Ponce por la nota publicada en Proceso el pasado 24 de abril de 2019.

Oriundos (Cataria, 2018) está en venta en una treintena de librerías, entre las que se cuentan Gandhi, El Sótano, El Péndulo, Bonilla, Un Lugar de la Mancha, La Increíble Librería, Casa Tomada, Casa Almadía, La Mano, Escuela de Escritores de México, Profética (Puebla), Mar Adentro (Xalapa) e Impronta (Guadalajara).

Más sobre Oriundos en Siglo en la brisa:
Oriundos ya está en Asiego, https://bit.ly/2VVMgIc
Santos, 1923, https://bit.ly/2CGCxir
La edición, https://bit.ly/2ES60qb



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