Me encanta la foto: Alfonso
Reyes, don Alfonso, el patriarca entrañable de las letras mexicanas, el risueño
abuelo de nuestra literatura, posa para la cámara de la gran fotógrafa alemana Gisèle
Freund, acompañado de su perro Kola. Dan ganas de decirle: “Querido don Alfonso:
póngase cómodo, si es necesario pásese al otro sillón y suba las piernas, relájese
un momento porque vamos a ver la imagen sin prisa, con la enorme simpatía
que ha despertado siempre en nosotros, y eso nos va a tomar un ratito. Empiezo por
decirle que ignoraba que amaba a los perros, aunque conocía la simpática foto de
sus años juveniles en la que aparece haciendo saltar a uno de ellos por encima de
su bastón.
Y eso que hay pruebas de ese sentimiento en sus libros, como me hace
ver un amigo que compartimos, Adolfo Castañón, principal estudioso de su vida y
de su obra. Tengo que contarle que, en el momento en que posé los ojos en la fotografía que motiva este post, me entraron ganas
de saberlo todo sobre ella: quién la tomó, cuándo, en qué lugar; no menos que eso, la raza
y el nombre del soberbio individuo que lo acompaña, ese estupendo perro echado a sus pies de manera reposada y tranquila. Unas semanas más tarde, gracias
precisamente a Adolfo Castañón, sé que el perro se llamaba de ese modo, Kola, y
que era lo que usted llamaba un samoyedo-siberiano; sé también que nació en la casa del embajador
de Cuba en Buenos Aires, y que era hijo y nieto de perros notables.
Reyes y Manuela, su mujer, en el balcón de su departamento en Buenos Aires. Hacia 1930 |
También sé que es probable que la imagen haya sido hecha el 10 de octubre de 1947 –aunque hay quien cree necesario datarla más tarde, en 1950–.
Incluso conozco algunos otros detalles curiosos, como la tormenta que armó su mujer, según sus propias palabras, la mañana
que llevó a Kola a que se cruzara con una perra que era propiedad de una dama inglesa,
y hasta la tristeza que causó en usted que su fiel compañero tuviera que ser sacrificado
por su edad avanzada, como cuenta en una anotación del 7 de mayo de 1954.
Estoy al tanto de todo esto
porque Castañón, que es incapaz de escribir una página frívola, aceptó mi invitación
de adentrarse en la imagen y escribir algo para el cuaderno en línea en el que
lee usted esta pequeña carta, y a las pocas semanas me envió un verdadero tratado
sobre la foto, el perro, la autora de la foto y las relaciones entre ella y el matrimonio
Reyes. De esa manera, Adolfo Castañón ha añadido un poco por mi culpa un capítulo
más al gran libro que sobre usted lleva escribiendo todos estos años, del que ya hay no sé cuántas ediciones –cada una de las cuales va sustituyendo a la precedente,
con todo y sus epígrafes, sus notas, sus imágenes y sus anexos–. Precisamente cuando pongo punto final a esta nota, me llega un nuevo trabajo de Castañón sobre su obra, una soberbia antología en dos tomos de más de 2000 páginas de trabajos suyos titulado Visión de México, que se anuncia como el primero de la serie de los clásicos en nuestra lengua que lanza la Academia Mexicana de la Lengua.
Adolfo Castañón. Foto: Barry Domínguez |
Pero no digo más, don Alfonso, y me limito a ofrecerle una pequeña prueba de ese trabajo que, a partir de la imagen que ha motivado esta entrega de Siglo en la brisa, ha escrito uno de sus
amigos más fieles para establecer cómo fue su relación con la notabilísima fotógrafa Gisèle Freund. Reciba
usted, donde quiera que se encuentre, los saludos afectuosos de su amigo y lector,
Fernando Fernández
(PD: Un dato para que me
ubique: soy autor de un libro de poemas que se llama Palinodia del rojo, nombre que quiere hacerle un homenaje jugando con uno de sus títulos más afortunados)”.
Paseo alrededor de una fotografía
de Alfonso Reyes tomada por Gisèle Freund
[Fragmento]
Por Adolfo Castañón
Para
Rafael Vargas,
Víctor
Díaz Arciniega
y
Sergio Ugalde
I
Existen muchos tipos de
escritores, filósofos y artistas. Unos son amigos de los pájaros, como, por ejemplo,
lo fue Ludwig Wittgenstein quien tenía asombrados a los pescadores primitivos de
las costas orientales de Irlanda y se convirtió para ellos en una leyenda por su
capacidad de hacerse amigo de las aves. Otros, como algunos poetas chinos evocados
por Baudelaire, saben leer la hora en los ojos de los gatos. Otros más participan
del espíritu de guía de los lobos y los perros. Alfonso Reyes debe formar parte
de estos últimos en su condición de guía de la manada. Hay algunas fotografías suyas
haciendo saltar a un perro un aro y en sus poemas se recoge cierto epitafio dedicado
a Bobby.
Si la relación entre el perro y el hombre es antigua, no lo es menos el
lazo entre la mascota y el aventurero. No sabemos si Alfonso Reyes sacaba a pasear
a su perro Kola, ni si sus relaciones con esta mascota llegaron a ser como las muy
peculiares que explaya Thomas Mann en su novela corta Señor y perro.
Podemos pensar que Kola no le hizo feos a la fotógrafa
y socióloga Gisèle Freund quien a su vez se supo ganar la amistad de Manuela y Alfonso
Reyes a fines de los años 40. Kola acompañó a Reyes junto con su pareja Katya, la
otra samoyedo-siberiana, hasta el 7 de mayo de 1954.
Don Alfonso saludó a Kola y
a su progenie en “La casta del can”, la página que escribió inspirado por la camada
de diez pequeños cachorros que tuvo Katya, compañera de Kola. El texto “La casta
del can” está fechado en junio de 1945 y se publica en la miscelánea titulada Ancorajes, t. XXI. […] En los apuntes correspondientes
a esas fechas del Diario no aparece mención
alguna sobre los perros, pero sí se menciona el 10 de septiembre de 1947, cuando:
“Manuelita, que se pone fuera de sí cuando tiene que hacer temprano y no la
despiertan a tiempo, armó una verdadera tormenta y tempestad matinal para
llevar al Kola con una perra de su raza que hemos encontrado en poder de una
inglesa, Señora Stewart, por conducto del Kennel Club.” Ni Kola ni Katya eran perros
cualquiera.
II
En una carta que le escribe
Alfonso Reyes a Emilio Uranga el 17 de febrero de 1954 responde a unos pensamientos
del joven filósofo, discípulo de José Gaos, en torno al sentido profundo de los
viajes y del lugar: “Su carta me conmueve. Tal vez, allá de lejos, se sienta usted
más cerca de mí. Eso ha sucedido a algunos amigos.
Hay que echarse un poco atrás
para ver las cosas en conjunto, y tal vez mi verdadero plano de fondo no esté en
el hoy y el aquí de la ciudad de México. Me dice usted que me siente humanamente
en consorcio con la tierra europea.” Estas
palabras de Alfonso Reyes vinieron a mi mente al ver la hermosa fotografía que publicó
Fernando Fernández en su página electrónica Siglo
en la brisa realizada por la fotógrafa alemana (no se sabe si el 10 de octubre
de 1947 o en 1950 como se dijo en la exposición montada en 2015 en el Museo de Arte
Moderno), en la Capilla Alfonsina donde se ve a un Reyes relajado descansando con
su perro Kola (uno de los dos samoyedos-siberianos que animaban la casa, la otra
mascota se llamaba Katya).
Alfonso Reyes retratado por Gisèle Freund. Capilla Alfonsina. |
Reyes está rodeado de libros y casi recostado en su sillón.
La fotógrafa alemana conoció probablemente a Alfonso alrededor de octubre de
1947, en el marco de su primer viaje a México (las primeras anotaciones de Reyes
sobre Gisèle corresponden a ese año); y sostuvo con él y Manuela una correspondencia
que consta de 15 cartas de ella a [los] Reyes y de Alfonso Reyes a Gisèle entre
1951 y 1954.
Mariana Frenk Westheim. Foto: internet |
Gisele Freund no sabía al llegar a México que aquí había otra persona
con el mismo apellido. Mariana Frenk, la compañera de Paul Westheim, el historiador
y crítico de arte, nacida como Mariana Freund. Margit Frenk me dice que no eran
parientes y que Freund se traduce como amigo en alemán y que en hebreo el apellido
Habib, amigo, es habitual, como se puede comprobar leyendo las Jarchas mozárabes.
La pareja de samoyedos-siberianos, Kola y Katya, acompañarían a los Reyes desde
mediados de los 40 hasta 1954. En ese año, Kola empieza a ser un problema: “Mi
perro Kola, muy enfermo de viejo, nos da malas noches, está hecho un fantasma
doloroso, muy enfermo de pulmonía, y creo que nos lo va a matar e1 veterinario.
No quiero saberlo ni verlo. Me hace sufrir mucho.” El sufrimiento duraría hasta
unos meses después cuando Reyes escribe el 7 de mayo de 1954: “En efecto: me
mataron ya a mi pobre Kola, espléndido siberiano-samoyedo, lujo de mi casa.”
III
Otro gran lujo de la casa
de los Reyes en esa época sería Gisèle Freund, quien sostuvo con el matrimonio un
nutrido intercambio epistolar. De la lectura de estas cartas se desprende la viva
amistad que había entre ambos, así como el mundo que compartían y, para decirlo
con Reyes, “el plano de fondo” que los unía.
Hay que recordar que Gisèle Freund,
nacida en Berlín en 1908 en la cuna dorada de una alta burguesía, fue uno de los
jóvenes miembros de lo que luego sería el Instituto de Investigación Social de Fráncfort,
con T. Adorno y K. Manheim, más tarde conocido como Escuela de Frankfort. En
1942 la socióloga y fotógrafa buscó refugio en Buenos Aires; al concluir la Segunda
Guerra Mundial regresó a Francia para instalarse en París, su “país adoptivo”.
Reyes retratado en su casa, la llamada Capilla Alfonsina. Foto de Gisèle Freund |
Gisèle Freund, aurorretrato |
Estuvo
en México entre 1951 y 1952, viajó al sureste tomando fotos que le sirvieron de
base para armar la exposición que en mayo de 1952 montaría en Museo del Hombre en
París y para editar el libro Mexique précolombien
(1954) según refiere Víctor Díaz Arciniega apoyándose en Rafael Vargas. La familiaridad
de Freund con las culturas argentina, mexicana y europea fue sin duda un pasaporte
que le permitió adentrarse en el lugar
habitado por Alfonso Reyes. La alemana compartía con Reyes no sólo el sentido aristocrático
sino la sensibilidad ante los proyectos de la cultura Nazi contra la cual escribió.
Adrienne Monnier. Foto de Gisèle Freund. París, 1935 |
Vivió en Francia y en París específicamente donde conoció a muchos amigos de los
amigos de Reyes como la editora y librera Adrienne Monnier. Además de Monnier, la
curiosa Gisèle pudo tomar fotografías afortunadas de un gran número de rostros que
luego serían célebres como los de: Walter Benjamin, James Joyce, Virginia Woolf,
Henri Matisse, Marcel Duchamp, André Gide, André Breton, Andre Malraux, Jorge Luis
Borges, Victoria Ocampo, John Steinbeck, Samuel Beckett entre muchos otros más,
además de captar espacios, lugares, casas, ambientes.
James Joyce. Foto de Gisèle Freund. 1939 |
He sabido que Adrienne Monnier
profesaba por Alfonso Reyes la más alta estima y admiración entre todos los latinoamericanos
que habían cruzado por París, como le cuenta Gisèle a Reyes en la carta del 6 de
septiembre de 1955. […]
Esa admiración probablemente
tenía que ver con la fineza europea de la que Reyes era un estandarte y emblema.
La relación entre Reyes y Gisèle queda plasmada en algunos pasajes de las Obras completas de Reyes. […] Pero, sobre
todo, se encuentra presente en los muchos apuntes que hizo Reyes de los pasos de
Gisèle por México.
(Este texto es un fragmento del extenso trabajo inédito de Adolfo Castañón que explora y documenta al detalle las relaciones entre Alfonso Reyes y Giséle Freund.)
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