Por esos días, cuando Santos entró en una etapa de
difícil discernimiento respecto a lo que pasaba en su interior, lo que a la
larga sería irreversible, se casó mi hermana Covadonga, quien quiso que él fuera
testigo de la ceremonia civil. Mi abuela se puso muy nerviosa: Santos ya no
estaba para aquellos trotes.
Santos, ca. 2000. Foto: José Luis Fernández Tolhurst. |
Lo más posible era que, una vez delante del libro
de actas, se le olvidara para qué había ido hasta allí y no supiera qué hacer.
Se convino en que yo lo acompañaría. Durante los días que precedieron a la boda,
ella le dijo todas las veces que pudo: “Vas y pones: ‘S. Fernández’, ‘S.
Fernández’, como firmas siempre”. Por si fuera poco, todas las tardes lo sentó
un rato a la mesa del comedor y lo hizo firmar una y otra vez en una hoja en
blanco. A pesar de aquellos preparativos, a Fernanda nunca le hizo ninguna
gracia la idea.
Fernanda, ca. 2002. Foto: FF |
Llegó la boda. Estábamos alrededor de los desposados
cuando llegó su turno y lo llamaron. Le ofrecí el brazo. De camino hacia la
mesa improvisada como oficina del registro público, cuando nos acercábamos al
lugar donde estaba el juez extendiéndonos una pluma, todavía oí a Fernanda
decirle, con insistencia, por lo bajo: “Pon como pones siempre: ¡‘S.
Fernández’!, ¡‘S. Fernández’!”. Nerviosísima ante lo que pudiera suceder, le
temblaba como nunca la cabeza. Ya allí, Santos se soltó de mi brazo. Tomó la
pluma. Le quitó la tapa. La acercó al libro de actas.
Santos firma como testigo en la boda de mi hermana Covadonga. Casino Español de la Ciudad de México, 18 de marzo de 1995. |
A continuación escribió, con morosa parsimonia y elegante
grafía, largamente como no había hecho nunca, con sus dos nombres y sus dos
apellidos: “Santos Maximino Fernández Bueno”. Me miró, y me guiñó un ojo.
(Este texto es una página de mi libro Oriundos, que el lunes próximo entra a imprenta. Aparecerá a finales de noviembre, bajo el sello de Cataria Ediciones.)
(Este texto es una página de mi libro Oriundos, que el lunes próximo entra a imprenta. Aparecerá a finales de noviembre, bajo el sello de Cataria Ediciones.)
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Más sobre Oriundos
en este blog:
Santos, 1923, https://bit.ly/2CGCxir
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