“Pero ¿es verdad, mujer? ¿Vas a atreverte a asesinar a tus hijos?”, pregunta a Medea el incrédulo Corifeo en una terrible página de la tragedia de Eurípides. Ella contesta que sí, que va a hacerlo, porque sólo de esa manera conseguirá “morder el corazón” de su marido, Jasón.
Es lo que leo en la traducción de Medea de la edición para kindle de la serie Clásicos Penguin (introducción y versión de Ramón Irigoyen), que he adquirido porque puedo llevarla conmigo con mayor facilidad, y precisamente eso imagino, una mordedura de corazón, con todas las consecuencias.
(Edición, debo decir, que me irritó desde que la abrí. Una cosa es intentar aligerar las presentaciones literarias para que los textos, sobre todo si son antiguos, pasen con mayor facilidad a los lectores no acostumbrados a ese género de lecturas, y otra es decir estupideces como la que se lee en la primera página de la introducción –introducción, no lo olvidemos, a la Medea del griego Eurípides–: “Los orígenes de la tragedia italiana se remontan a Koeman, que de un trallazo micénico, el 20 de mayo de 1992, sepultó a la Sampdoria en el Hades, y ganó para el Barça la Copa de Europa de fútbol [sic]”. Puedo aceptar que se hagan esfuerzos como éste para acercar la tragedia griega a los nuevos lectores, a condición, desde luego, de que no sean idiotas.)
Anatomía del corazón. Vincenzo Michele Giacinto Malacarne (s. XVIII).
Tomado de internet.
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La idea me perturba: la posibilidad de morder físicamente, realmente, el corazón de otro: un mordisco en el músculo batiente del corazón humano; incluso la posibilidad de que la dentellada arranque un trozo de materia viva cuando está en funcionamiento, y deje en la boca de quien muerde un pedazo sanguinolento y encendido, en el que quizás todavía pueda advertirse, siquiera por una fracción de segundo, la inercia de la sístole cardiaca. Medea matará a los hijos que ha tenido con el héroe que la ha traicionado porque solamente así conseguirá morder su corazón.
¿Es lo que dice realmente Eurípides? Uno se ha acostumbrado desde siempre a desconfiar de las traducciones, y la cosa se recrudece cuando el traductor se permite salidas tan imaginativas y simpáticas. Como tengo delante otra edición, la de Gredos, que mi amiga, la actriz Renata Ramos Maza, trae consigo, y ha posado en la mesa en la que estamos trabajando, me arrojo sobre el pasaje…
La actriz Renata Ramos Maza, en un ensayo de Material de Medea, de Heiner Müller. Foto: FF |
Allí Medea dice otra cosa, menos patética. “¿Te atreverías a matar a tu simiente, mujer?”, pregunta de nuevo el Corifeo, con otras palabras. Ella responde ahora: “Así quedará desgarrado con más fuerza mi esposo”.
Por suerte, ante las notables diferencias de ambas ediciones, puedo acudir a mi amigo José Molina Ayala, gran conocedor de la lengua griega, a quien ya he consultado en otras ocasiones, para preguntarle qué dice exactamente el verso de Eurípides.
El doctor José Molina Ayala, en su cubículo del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Foto: FF |
Le mando las imágenes del mismo pasaje en las dos ediciones, hechas con mi teléfono celular. Son tan distintas entre sí que a mi amigo primero le parece que son episodios distintos. Una vez que confirma que son el mismo, me responde: “Literalmente, el verso 817 dice:
pues de esta manera podría sobre todo ser mordido el marido
En griego está en voz pasiva, o sea que la primera traducción [la de Penguin] cambia la voz pasiva y dice que ella es la que muerde, y añade, para que el lector sienta feo, el corazón… En la segunda [la de Gredos], morder le suena suave, y traduce ‘desgarrar’; ‘será sobre todo (o ‘máximamente’) mordido’. Cambia el adverbio ‘sobre todo’ o bien ‘máximamente’, por ‘con más fuerza’”.
Molina Ayala se decanta por la traducción de Gredos: “Creo que prefiero la segunda, pero se ve la intención de los traductores de provocar un patetismo, quizá porque la traducción literal les parecía débil, y entonces ‘engordan’ la frase… Uno aprende a traducir literalmente, pero es difícil aprender a añadir o quitar para que en español funcione…”
En cuanto leo su respuesta, recuerdo que en casa tengo la edición de Sepan Cuantos, en la traducción del Padre Garibay, que es la que leí cuando era joven y la que he consultado como adulto las veces que ha sido necesario. (Volveré por cierto al Padre Garibay próximamente, cuando me refiera a la Orestiada que montó José Solé en 1984 a partir de sus traducciones, y que presencié con Sergio Vela el verano que mi amigo y yo cumplimos veinte años.) He aquí lo que traduce el viejo camarero papal:
Corif. —Pero mujer, ¿matar el fruto de tu seno?
Med. —Nada hay que más devore el corazón del esposo.
El padre Ángel María de Garibay Kintana. Foto: internet. |
De todas las traducciones, desde luego, la más seria, de acuerdo con la naturaleza de sus ediciones, es la de Gredos. No sólo eso: quizás sea la mejor, por lo menos en tanto que es la que consigue apegarse de la mejor manera a lo que dice realmente Eurípides, y en eso tiene razón Molina Ayala.
Sin embargo, la que más me impresiona es la de Penguin, y es con la que me quedo, a pesar de todo, cuando pienso en el pasaje. En cuanto el héroe se entere de que ella ha matado a los hijos que han tenido juntos, Medea va a morder su corazón. La imagen es tan poderosa que me hace olvidar, siquiera por un momento, que el poeta (en este caso, su traductor) está haciendo uso del lenguaje figurado. Posee un realismo que por un segundo me hace olvidar que es una frase metafórica, y en ese olvido hay un estremecimiento que me conmueve, estrujando poderosamente mi imaginación de lector.
Sin embargo, la que más me impresiona es la de Penguin, y es con la que me quedo, a pesar de todo, cuando pienso en el pasaje. En cuanto el héroe se entere de que ella ha matado a los hijos que han tenido juntos, Medea va a morder su corazón. La imagen es tan poderosa que me hace olvidar, siquiera por un momento, que el poeta (en este caso, su traductor) está haciendo uso del lenguaje figurado. Posee un realismo que por un segundo me hace olvidar que es una frase metafórica, y en ese olvido hay un estremecimiento que me conmueve, estrujando poderosamente mi imaginación de lector.
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La Medea que abre este post es de Delacroix; la tomo de la Wikipedia. Los retratos de Renata Ramos Maza y José Molina Ayala son míos. El que acompaña esta nota es de Jesús Sánchez Maldonado y fue hecho en el set de grabación del programa televisivo La Ruta del Teatro, en diciembre de 2016.
Más sobre teatro en este blog:
La Ruta del Teatro, http://bit.ly/2DudbC1
Textos para La mujer sin sombra de Richard Strauss, http://bit.ly/1IraPP6
La lengua de La Celestina, a escena, http://bit.ly/2pjD0RK
El día que fui el Narrador, http://bit.ly/2rCRdqg
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