viernes, 15 de septiembre de 2017

Si el oxim[ó]ron es tolerable

Escribo con todo propósito “oximoron”, sin acento, y no oxímoron, como hacen mis amigos y aconsejan las autoridades que tengo a la mano. La razón es sencilla: siempre he escrito y pronunciado la palabra de esa manera, como si fuera llana y no esdrújula. Apenas la semana pasada hice uso de ella al final de mi artículo sobre un volcán de Vicente Rojo: la sensación que me produce la aguatinta de gran formato que me acompaña desde hace un par de años, es la de una “volcánica serenidad”; antes, escribí: “si el oximoron es tolerable”.
Esta frase, como sabe todo el mundo, es una cita literal de un célebre pasaje del cuento más conocido de Borges: su descripción física de Beatriz Elena Viterbo, el mercurial personaje femenino del cuento “El Aleph”. Escribe el gran poeta argentino, con la intención de comparar los encantos de su amada con las carnosidades y estupideces del despreciable primo de ella, Carlos Argentino Daneri: “Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oximoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis”. Como se ve, también deliberadamente en esta ocasión he escrito (copiado, en esta ocasión) la palabra sin la tilde que piden mis amigos y las autoridades que tengo a la vista.
Pasaje del cuento de Borges donde leí la palabra por primera vez.
El Aleph, Alianza Editorial/Emecé, undécima edición, Madrid, 1981
Puedo decir categóricamente que así la escribió Borges; aparece de esa forma en las ediciones que tengo en mi biblioteca y de esa forma se lee con toda claridad en el manuscrito del relato, que reprodujeron de manera facsimilar Julio Ortega y Elena del Río Parra en su edición crítica de “El Aleph” del Colegio de México en 2001 (trabajo con la edición de 2008). 
Cuando allá a finales de 1981, a mis 17 años, leí la frase por vez primera, así me pareció que era la palabra y así la tengo en uso oral y escrito desde hace treinta y cinco años. (Las ediciones de Borges de mi biblioteca son mayormente de las décadas de 1980 y 1990; en las más recientes, una mano estúpida y no vigilada suficientemente por una viuda encargada de vigilar a los otros, acentuó “oxímoron”.)
Pasaje del cuento con la tilde en "oxímoron" que Borges no escribió. Edición de Penguin Random House, actualmente en circulación.
Pero veamos qué dicen las autoridades (hago un pequeño esfuerzo por no poner comillas a esta última palabra; de momento, lo consigo). Primero, el diccionario de la Academia; cuando escribe uno la palabra en su portal en línea sin la tilde, aparece la consabida advertencia: “La palabra oximoron no está registrada en el Diccionario. 
La entrada que se muestra a continuación podría estar relacionada: oxímoron”. Hacemos click sobre la palabra y esto es lo que encontramos: “oxímoron. Del griego ὀξύμωρον oxýmōron. Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, como en un silencio atronador”. Nada sobre la posibilidad de que alguien pueda hacer uso de ella como si fuera grave. (En la Vigésima primera edición del Diccionario, de 1992, que es la que tengo impresa, ni siquiera aparece...)
Tampoco dice nada al respecto Helena Beristáin en la entrada que dedica a la palabra. Véase su definición, aunque sólo sea como una prueba más de la naturaleza granítica y casi impenetrable de su Diccionario de Poética y Retórica: “Se trata […] de una metábola de la clase de los metasememas y se produce por supresión/adición (sustitución) negativa, ya que uno de los términos posee un sema nuclear […] que es la negación de un clasema (sema contextual que se actualiza en un contexto)”.
Lo mismo ocurre en el Diccionario Internacional de Literatura y Gramática de Guido Gómez Silva, que compré aconsejado por David Huerta, donde leo: “Oxímoron [del griego tardío oxymoros (con acento en la “y”), ‘sutilmente tonto’, del griego oxys, ‘agudo’ * morós, ‘tonto’] Figura retórica en la cual, para un efecto epigramático, se combinan términos contradictorios”.
Ante tal unanimidad, me pregunto cómo lo escribirán mis amigos y hago un pequeña pesquisa entre algunos de los que más admiro. Todos, sin excepción, me dicen que usan la palabra como esdrújula; uno de ellos me explica que el plural es “oxímoros”; otro, que la tiene en uso como esdrújula pero que durante sus primeros años como lector la usó como grave. El resultado en internet es parecido: en una entrada del 28 de febrero de 2011 del portal de la revista Letras Libres, por ejemplo, Gabriel Zaid escribe que la frase “Partido Revolucionario Institucional” es un “oxímoron audaz”. 
Molina Ayala en su cubículo del Instituto de Investigaciones Filológicas. 
Foto: FF
Maestro de griego, traductor de Arquíloco y Jámblico, mi amigo José Molina Ayala me cuenta que él también dice “oxímoron” ya que así es la palabra en su lengua original. Me explica, eso sí, que las palabras de esa lengua pasaron primero al latín, lo que hizo que sufrieran algunas transformaciones. En el caso de la palabra que le consulto, como la “o” de la sílaba “mo” es larga (porque es una omega), la palabra pudo pronunciarse como grave. Añade mi amigo experto en lengua griega que un caso parecido es el de “icono” e “ícono”, ambas pronunciaciones consignadas y aceptadas el diccionario de la Academia. Para concluir, Molina Ayala me indica que la pronunciación de la palabra como grave, quizás nos llega del inglés…
Moreno de Alba. Foto: Cecilia Gutiérrez
José Moreno de Alba, director de la Academia Mexicana de la Lengua hasta su muerte, escribía la palabra sin acento, al menos si juzgamos por lo que se lee en la página 342 de sus Minucias del lenguaje (FCE, 1992): en la simpática entrada que dedica a las voces “pericoapa” y “pericentro”, dice de esta última, que es el nombre ya delirante de un establecimiento comercial en el centro de la ciudad de México, que se trata de un “pintoresco oximoron involuntario”.
Por último, con el pasaje manuscrito que tengo delante en la microscópica letra de miope de Borges, me animo a escribirle a Julio Ortega, corresponsable de la edición de “El Aleph” de la que hablé más arriba. Y es que, al transcribir la palabra, el investigador peruano la dejó sin tilde tal como la escribió el argentino, y no hizo ningún comentario al respecto. 
Le pregunto, entonces, si así la usaba Borges, si así se usa en Sudamérica, y esto es lo que me responde: “Yo creo que el uso latinoamericano suena más cerca de oximoron que de oxímoron. La razón, me parece, está en la pronunciación. Nadie pronuncia oxímoron como nadie pronunciaría oximorón. […] En efecto, pronunciamos OCSI-MORON, con lo cual la primera sílaba lleva un sonido grave (OC) que se relaja en la segunda (SI). El acento, por ello, es un énfasis. La RAE dice que ambas son correctas; aunque, escrita o enunciada, la primera me resulta más posible”.
Pero a lo que voy (o iba): ¿dónde se origina mi manera de pronunciar la palabra como llana? Lo escribí más arriba: en el famoso pasaje de “El Aleph”. Volvamos a él para preguntarle al sentido del oído, el órgano literario por excelencia, y escuchemos de esa manera al mismo Borges (el otro, el mismo).
Repitamos en voz alta el pasaje borgiano (esta vez no me queda tiempo para fustigar a los pedantes que dicen “borgesiano”); leámoslo en voz alta, repito, para entender que suena perfectamente cuando decimos, sin tilde: “Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oximoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis”. Por venir de quien viene, por sonarme maravillosamente bien, este pasaje es suficiente y definitiva autoridad para mí. 
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Las fotos de Borges que abren este post son de Amanda Ortega (Fundación Internacional Borges); las tomo prestadas de de http://bit.ly/2ffE4PP
El retrato de José Moreno de Alba en el Parador Oropesaen Toledo, es de Cecilia Gutiérrez; la tomo de la Revista de la Universidad. La foto que acompaña esta nota es de Leonardo López Luján.


Foto: Leonardo López Luján
Más sobre Borges en este blog:
Lee poemas en la Sala Ollin Yoliztli, http://bit.ly/1n26rgE
Visita los baños de San Ildefonso, http://bit.ly/9aenhb 
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