Me temo que
el Instituto Nacional de Bellas Artes nos queda a deber una gran exposición
sobre Los Contemporáneos. Con enorme interés fui a ver la que está montada en
el Palacio de Bellas Artes y lamento tener que decir que salí decepcionado. No creo que sea una mala exposición en términos absolutos; creo que es una muestra pobre sobre el grupo que la historia de la literatura conoce con el nombre de Contemporáneos, por la revista llamada de esa manera, y que
conformaron Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Jorge Cuesta, Carlos Pellicer y
José Gorostiza, entre otros. ¿Qué falta en ella? En esencia, todo lo que uno
esperaría de una exposición sobre
escritores: manuscritos, cartas, fotografías… Junto con ello, por supuesto, una museografía
que relacione esos materiales para mostrar la trascendencia del
famoso archipiélago de soledades, con una perspectiva novedosa en lo posible. En suma: una muestra que haga que valga la pena el esfuerzo institucional más allá de la intención de
divulgar unos cuantos nombres asociados a unos libros, con un sentido mayormente
escolar, a un público que lo ignora todo. Las grandes exposiciones son las que
satisfacen a los que saben de algún asunto tanto como a los que no, y la
exposición “Los Contemporáneos y su tiempo”, me temo, decepciona a los que
tenemos algún trato con la materia.
Al final,
eso sí, tuve una pequeña alegría: la exposición, como se informa en letras
minúsculas en el panel de créditos al lado de la puerta de la salida, está
dedicada a Luis Mario Schneider (cuya presencia no sentí a mi paso por las
salas de exposición, como tampoco por cierto la de Guillermo Sheridan, sin duda el
principal conocedor del tema).
Luis Mario Schneider en San Luis Potosí. Foto: archivo de Elisa García Barragán |
Hace tiempo lamenté, en ese mismo
espacio, el olvido en que ha caído Luis Mario, mi viejo amigo y primer
editor y uno de los más notables investigadores literarios del pasado siglo
en México.
Ya he relatado
en Siglo en la brisa (el link, al calce) las
circunstancias en que lo conocí. Repito lo esencial: cenando una noche de 1988
con un amigo en la Fonda Santa Anita de Insurgentes, llegó al restaurante un
nutrido grupo de maestros universitarios, quienes ocuparon una mesa alargada,
cerca de la puerta. Al poco rato, cuando nos levantamos para irnos, mi amigo se
acercó a saludar a José Pascual Buxó, que iba entre aquellos académicos. Yo
llevaba ejemplares de Alejandría, la revista que por esa época
hacía con algunos compañeros de la Facultad, por lo que aproveché para
repartirla entre ellos.
Alejandría, número 2. Dibujos de Salvador Pinoncelly |
Luis Mario reaccionó de una manera distinta a todos los demás
y desde el primer instante se presentó a mis ojos como siempre lo vi: un hombre
accesible, de aguda inteligencia y verdadera generosidad.
Aunque
nunca lo había visto en persona, yo estaba bien al tanto del trabajo de aquel estudioso
de origen argentino que se había especializado en la literatura mexicana del
siglo XX, y para entonces en mi biblioteca ya estaban algunos de sus
libros: México y el surrealismo (Arte y libros, 1978), El
Estridentismo (UNAM, 1985) –incluso su novela La resurrección de
Clotilde Goñi (Joaquín Mortiz, 1977)… Más tarde, se uniría a ellos su
precioso Álbum de López Velarde (varios editores, segunda edición
corregida, 2000), hecho en colaboración con Elisa García Barragán.
Luis Mario
hojeó Alejandría con nerviosismo
característico y a continuación, con una sonrisa, lanzó un ofrecimiento: nada
menos que unos dibujos inéditos de Xavier Villaurrutia para ilustrar un número
próximo de la revista. No le importó, como le hice ver, que Alejandría se
hiciera a máquina de escribir y todo su aspecto no fuera sino el de una
publicación amateur.
La vez que armé el post sobre Luis Mario publiqué uno solo de aquellos dibujos; sirva esta nueva entrega para publicar
la serie completa como una forma de celebrar al notable investigador que los
puso en mis manos.
Luis Mario Schneider en Malinalco. Foto: archivo de Elisa García Barragán |
Dibujos inéditos de Xavier Villaurrutia (1988)
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Tomo los dibujos de Villaurrutia del número 6 de la revista Alejandría, que apareció a principios de 1988. A la derecha, el índice del número, que incluía textos de José Emilio Pacheco, Charles Olson, José Luis Rivas, José Juan Tablada, Robert Frost, Gustaf Sobin, Dolores Bravo Ayala, Fernando Rodríguez Guerra, Julio Hubard, Umberto Saba y Mario Saavedra, entre otros.
Luis Mario Schneider en Siglo en la brisa:
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