El sábado
28 de enero de
2017 fue presentado, en la Biblioteca de México de La Ciudadela, Libreros, crónica de la compraventa de libros en la ciudad de México
de
Mercurio
López
Casillas. El autor del libro y sus editoras
me
invitaron
a
participar en
la
mesa
de
presentación,
en
la
que
también
estuvieron el historiador Javier
Garciadiego, el escritor Vicente
Quirarte
y
el
fotógrafo
Ilán
Rabchinskey.
He
aquí
lo
que
escribí para la ocasión:
Fácilmente podrá calcularse
lo
que
significa
para
mí
la
aparición
de
este
libro
si
evoco
un
episodio
de
mi
historia
personal
con
Donceles.
Necesitado
de
la
información
que
ofrece
Libreros, de
Mercurio
López
Casillas,
una
mañana
de
abril
de
hace
siete
años
me
planté
en
la
esquina
de
la
calle
con
el
Eje
Central,
cargado
de
lo
necesario
para
una
aventura
periodística
que
tiempo
atrás
me
había
prometido
y
que
por
fin
tenía
delante:
cuaderno
de
notas,
lápiz,
cámara
fotográfica.
Aunque
muchas
veces
había
andado
por
esa
calle,
es
verdad
que
en
cierto
modo
a
ciegas,
entregado
a
mi
buena
estrella
(aquélla a la
que
se
encomiendan
los
buscadores
de
libros
únicos),
durante
mis
dilatadas
expediciones,
unas
horas
después
de
vagar
por
los
pasillos
a
veces
idénticos
de
las
librerías,
solía
ocurrirme
que
no
sabía
exactamente
en
dónde
me
encontraba.
La
cosa
llegaba
al
grado
de
que,
al
salir
de
la
librería
en
la
que
había
pasado
al
menos
la
última
media
hora,
si
no
había
adoptado
por
regla
el
sentido
de
la
numeración,
es
decir
del
Eje
Central
a
la
calle
de
Argentina,
del
rumbo
del
viejo
Senado
al
del
Templo
Mayor,
salía
a
la
calle
y
me
deslumbraba
no
tanto
la
luz
de
la
ardiente
una
de
la
tarde
del
Centro
Histórico
como
una
desorientación
que
me
impedía
saber
a
ciencia
cierta
si
debía
de
seguir
el
recorrido
hacia
la
derecha
o
la
izquierda.
En alguna ocasión
salí
de
cierto
establecimiento,
por
cierto
uno
que
no
tiene
el
aspecto
de
todos
los
demás
–y que no
pude
decir
sino
hasta
ahora
exactamente
cuál
es–,
y
me
encaminé
con
decisión
hacia
la
siguiente
librería;
en
vez
de
arribar,
como
daba
por
hecho,
a
las
puertas
del
templo
de
la
Enseñanza,
delante
del
acceso
lateral
al
Palacio
del
Marqués
del
Apartado,
me
descubrí
enfilando
hacia
la
calle
de
Marconi,
es
decir
hacia
el
polo
opuesto,
de
regreso
a
mi
punto
de
partida;
como
en
un
extraño
sueño
en
el
que
el
mundo
inadvertidamente
hubiera
sido
puesto
al
revés,
acabó
sorprendiéndome
la
contemplación
del
flujo
de
automóviles
del
Eje
Central.
Había, sí, una
bien
fincada
circunstancia
que
me
protegía
del
completo
extravío:
el
que
las
mejores
librerías
estuvieran
ubicadas
en
el
lado
norte
de
la
calle.
Pero
si
se
daba
el
caso
de
que
no
hubiera
tomado
nota
del
costado
en
el
que
me
había
internado,
o
si
lo
había
olvidado,
confundido
por
las
emociones
que
había
dentro
de
mí,
por
unos
momentos
no
sabía
hacia
dónde
debía
de
encaminarme
a
continuación.
Juro
que
hasta
la
aparición
de
Libreros nunca
pude
establecer
con
exactitud
cuál
es
la
librería
que
tiene
un
tapanco
en
el
que,
a
punto
de
acabarse
2013, un día triste
del
final
de
diciembre
de
aquel
año,
hice
alguno
de
mis
más
emocionantes
hallazgos;
tampoco
he
podido
decirme
sino
hasta
ahora
en
qué
recodo
de
cuál
librería
del
costado
sur
de
Donceles
posé
los
ojos
sobre
el
grueso
lomo
de
un
libro
buscado
durante
años…
Por lo que
llevo
dicho,
se
entenderá
que
el
libro
que
presentamos
este
mediodía
sea
muy
valioso
para
mí.
Libreros resulta,
desde
mi
perspectiva,
una
suerte
de
mapa
de
un
laberinto
muy
caminado
y
querido,
en
el
que
siempre,
como
por
esencia
conviene
a
los
laberintos,
he
andado
más
bien
confundido
y
a
oscuras.
Con
el
precioso
volumen
editado
por
Acapulco
he
podido
arrojarme
por
fin
sobre
un
mapa
sabio
y
confiable
de
las
librerías,
y
no
sólo
de
las
de
Donceles,
naturalmente,
sino
de
todas
aquellas
que
cuatro
generaciones
de
libreros
han
abierto
durante
las
últimas
décadas
hacia
los
cuatro
puntos
cardinales
de
la
ciudad
–la última de
ellas,
calificada
con
toda
propiedad
como
Increíble,
fundada
por
una
pareja
tocada
por
la
gracia.
Una pareja tocada por la gracia. |
Ubaldo López Barrientos rodeado por sus hijos. |
De
algunos
de
ellos,
al
menos
de
entre
los
que
he
conocido,
resultó
que
a
pesar
de
su
aspecto
un
tanto
fiero
poseen,
como
dice
Vicente
Quirarte
del
fundador
de
la
estirpe,
el
corazón
“tocable”.
Portada de Libreros, ediciones Acapulco, 2016. |
¿Y
cómo
lo
han
hecho?
Como
el
trabajo
serio
de
investigación
que
es;
con
el
hambre
y
la
originalidad
periodísticas
con
las
que
ha
sido
planteado;
con
el
propósito,
acaso
más
anglosajón
que
hispánico,
de
explorar
un
tema
sin
fantasías
innecesarias
–y eso que
el
tema
se
presta
para
deslizarse
hacia
ellas–.
No
menos
que
eso,
con
un
extraordinario
buen
gusto,
que
se
nota
en
cada
una
de
las
páginas
del
libro,
y
que,
a
decir
verdad,
está
implícito
en
las
virtudes
que
he
enumerado.
Mercurio López Casillas el día que visitó mi programa de radio. La foto es mía. |
Como no puede
ser
de
otra
manera,
deseo
aprovechar
este
momento
para
darles
a
ellos
las
gracias
por
invitarme
a
participar
en
el
libro,
con
la
inclusión
del
mapa
de
ubicación
de
las
librerías
de
Donceles
que
elaboré
y
la
crónica
que
sobre
ellas
escribí
hace
siete
años,
precisamente
por
la
razón
de
que
no
existía
este
libro.
También
les
doy
las
gracias
por
invitarme
a
estar
presente,
de
manera
tan
notoria,
en
esta
presentación,
en
esta
fiesta
de
familia
a
la
que
yo
también
pertenezco,
como
lector,
como
buscador
de
libros
únicos.
Felicidades
a
ellos
y
gracias
por
permitirme
volver
a
casa,
igual
que
muchos
de
los
que
estamos
presentes
este
mediodía,
con
el
mapa
de
un
laberinto
que
me
apresto
a
redescubrir.
____________________
Este texto apareció
en
el
suplemento
cultural
de Este País
en
marzo
de
2017. Gracias a los
editores
de
esa
revista
por
la
inclusión
de
este
trabajo.
Más sobre Donceles
en este blog:
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