Ni una sola de las muchas
veces que colaboré durante los últimos años en la revista Este País dejé de recibir los ejemplares con mis colaboraciones impresas
acompañados de una nota manuscrita de su directora, Malena Mijares. Un día,
hace poco, percibí lo evidente: esas notas son una pequeña muestra de la educación perfecta, el espíritu refinado y la generosa personalidad de mi amiga editora. En los meses recientes, procuré conservar
esas notas; nada más llegar a mi casa el sobre con los ejemplares de la
revista, hice por desprenderlas con cuidado y las fui fijando con imanes a la
puerta de mi refrigerador. Así, las tuve visibles todo el tiempo –entre otros objetos queridos a los que en alguna ocasión ya dediqué alguna entrega de Siglo en la brisa (la liga, al calce).
Ahora que Este País celebra un cuarto de siglo, Malena
se ha despedido de la dirección de la revista para aceptar un nuevo cargo en la UNAM,
esta vez como Directora de Divulgación y Publicaciones de la Coordinación de
Humanidades.
Malena ha pasado en la Universidad más de la mitad de la vida: en ella se
formó como estudiante (y en buena medida, como persona) y en ella ha ocupado diversos cargos, frecuentemente de importancia, ya sea como directora de
Radio UNAM o responsable de su Dirección de Literatura, por poner un par de
ejemplos. Yo mismo la conocí en la Universidad, específicamente en la Facultad
de Filosofía y Letras, donde estudiamos ambos, y en donde ella fue mi maestra de
literatura del Virreinato, primero, y luego formó parte del jurado de mi examen profesional.
En su lugar al frente de Este País queda otro querido y viejo
amigo, Pablo Boullosa, quien estoy seguro que no solamente mantendrá el nivel
de la publicación fundada hace veinticinco años por Federico Reyes Heroles sino
que la conducirá a otros ámbitos propicios, según lo garantizan su cultura, su
infinito amor al conocimiento y su enorme experiencia en los medios de
comunicación.
Con este modesto post me permito, mientras tanto, despedir
a Malena. Lamentablemente no puedo ofrecer más que las últimas cuatro notas que
recibí escritas de su mano; aunque sean sólo un puñado, no puedo pensar en un mejor homenaje que mostrarlas, con mi cariño y mi agradecimiento, a quienes leen este blog.
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La foto en la que aparezco con Malena es del día de mi examen profesional, el 6 de abril de 1990, en un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; con nosotros, mi amigo Fernando Rodríguez Guerra. El retrato de Malena procede de su página en Facebook.
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